Las 'showcomisiones' de investigación

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Si ahora mismo alguien le preguntara por la comparecencia de Álvarez Cascos en la comisión de investigación en el Congreso de los diputados sobre la financiación irregular del PP, ¿cuál de estos grupos de palabras le vendría antes a la cabeza?

A: “Bárcenas, Lapuerta, comportamiento, intachable”

B: “Palmera, guiños, ojo, imbécil”

Si la respuesta es A, felicidades, es usted una persona que va al meollo de las cuestiones y se ha fijado en una afirmación relacionada, directamente, con el asunto que se trata en la susodicha comisión.

Si la respuesta es B, no se preocupe, es usted una persona muy normal y se ha fijado, como la mayoría, en el momento más vistoso de la comparecencia del exsecretario general del PP en la comisión del Congreso que, se supone, investiga la financiación irregular de ese partido del que usted me habla.

Pruebe ahora a hacer el mismo ejercicio con otras comparecencias en esta comisión o con otras comparecencias en comisiones similares. Me apuesto una cena con Villarejo a que, de todas y cada una de ellas, el recuerdo más nítido tendrá que ver con algún momento tipo rifiRufi.rifiRufi

A esta que investiga la financiación irregular del Partido Popular yo la llamo, cariñosamente, Sálvame, porque todos los que acuden allí van a salvarse y porque el tono de los intervinientes de uno y otro lado recuerda, en muchas ocasiones, al de los colaboradores del programa de Telecinco. Además, tiene un presidente sonriente que no consigue meter en cintura a los colaboradores, Pedro Quevedo, que sería la Paz Padilla de la sala.

Y, claro, los obreros del humor político agradecemos infinitamente la existencia de las comisiones de investigación en el Congreso porque, oiga, nos apañan las secciones de radio, televisión y prensa escrita. O sea, para la sátira política son muy provechosas estas performances, pero... ¿y para el ciudadano tienen alguna utilidad, aparte de provocar ese cosquilleo de placer/dolor propio de la vergüenza ajena?

Si nos fijamos en el artículo 76 de la Constitución, queda muy claro que estas comisiones parlamentarias, trascendencia legal, no tienen:

"El Congreso y el Senado, y, en su caso, ambas Cámaras conjuntamente, podrán nombrar Comisiones de investigación sobre cualquier asunto de interés público. Sus conclusiones no serán vinculantes para los Tribunales, ni afectarán a las resoluciones judiciales, sin perjuicio de que el resultado de la investigación sea comunicado al Ministerio Fiscal para el ejercicio, cuando proceda, de las acciones oportunas".

Su trascendencia es, en todo caso, política. Y su utilidad social, presuntamente, la de arrojar luz –siempre me ha encantado esta expresión, hoy más valiosa que nunca, si pensamos en el precio del recibo– sobre algunos asuntos turbios…

Pero en la realidad el verbo arrojar es más adecuado en su sinonimia con vomitar y, sobre todo, en su afinidad con la idea de derrochar. Es encomiable el empeño de algunos en perder una estupenda ocasión para pedir explicaciones, para poner en evidencia la responsabilidad en las acciones oscuras y para obtener respuestas concretas, aunque no esté en el ánimo de quien se sienta en el banquillo de los investigados. Todo eso se sacrifica a cambio de encontrar un puesto en el podio del zapping y el trending topic. Enhorabuena a los premiados.

Si se lleva a cabo la tan mencionada reforma de la Constitución, habría que incluir en el artículo 76 la utilidad de estas comisiones como espectáculo mediático, su influencia directa en los beneficios de las empresas de palomitas y su labor para descubrir talentos para el entretenimiento.

En uno de los muchos artículos que intentan responder a la pregunta: ¿Para qué sirve una Comisión de investigación?, el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Ignacio Torres Muro dice (La Vanguardia): “En una comisión, más que el resultado final, porque en ella no se puede condenar a nadie, lo importante es precisamente que se hable de ese tema”.

La afirmación del jurista nos devuelve al inicio del artículo. ¿De qué iba la comparecencia de uno de los grandes responsables del Partido Popular en aquellos maravillosos años, de palmeras, de imbéciles, de guiños, de banderas, de pollos, de jugadores del Racing?

Rufián llama "palmera" de Cascos a una diputada del PP y ella responde tachándole de "imbécil" y saliendo de la comisión

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Dice el oráculo de la Wikipedia que “las comisiones de investigación deben elaborar un plan de trabajo” y echo en falta una aclaración sobre si ese plan de trabajo está elaborado por guionistas de la tragicomedia y si algunos de los ponentes son los descartados en el casting de First Dates

La vida parlamentaria sigue y los obreros del humor continuaremos alimentándonos de los minutos de oro del showshow mientras permanezcan en antena esta comisión y las siguientes… Por lo demás, todo transcurrirá según la escaleta: los comparecientes abandonarán el plató tras su declaración, tan felices, anchos y panchos como entraron –véase la cara sonriente de Álvarez Cascos durante el enfrentamiento entre la vicepresidenta Beatriz Escudero y el diputado Gabriel Rufián– y los portavoces se irán tan satisfechos como si hubieran sacado algo en claro. Se apagan las luces, se cierran los micrófonos, cada uno para su casa y hasta el próximo show.

Para poner el broche a esta reflexión a la altura del tema tratado, podríamos optar por dos estilos humorísticos muy diferentes, el surrealista de Tip y Coll: “¿Para qué sirve una comisión de investigación? ¿Para qué? Paraguayo”. O el escatológico del señor Barragán: “¿Para qué sirve una comisión de investigación? ¡Para metérsela por el culo!” Elijan ustedes.

Si ahora mismo alguien le preguntara por la comparecencia de Álvarez Cascos en la comisión de investigación en el Congreso de los diputados sobre la financiación irregular del PP, ¿cuál de estos grupos de palabras le vendría antes a la cabeza?

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