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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Cuando las barbas veas pelar

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El Gran Wyoming

El procesamiento de Chaves y Griñán abre una nueva era en la relación de la Justicia con los políticos. A no ser que estos jueces sean “casos aislados”.

De alguna manera, tanto la jueza Alaya, que fue la primera que no consintió en que el desconocimiento eximiera de toda responsabilidad a los responsables políticos, y utilizó ese argumento para imputar a numerosos cargos públicos, como también han hecho los que han heredado y compartido los sumarios, diferentes jueces por los que ha pasado la causa matriz y sus derivadas, han creado un nuevo espacio en el que cabrían un sinfín de autoridades que, cual gallinas cluecas, han amparado bajo sus alas innumerables casos de corrupción alegando que mientras sucedían los hechos, ellos se encontraban en plena clase de levitación intentando alcanzar el Nirvana.

Sorprende el criterio, no por injusto, sino por unánime. El recorrido que han seguido estas piezas, que hablan de la corrupción en el sistema de reparto de diferentes ayudas, ha sido laberíntico, con idas y venidas de Sevilla a Madrid, pasando por el Supremo cuando sus señorías mantenían el escaño, para volver de nuevo a su origen cuando renunciaban a él.

Tal vez los imputados esperaban que, en ese recorrido de allá para acá, alguien les liberara de su suplicio al entender que no hubo dolo en la medida que los magistrados parecen reconocer que las cabezas de cartel de este proceso no se lucraron con las ayudas en cuestión, pero no fue así. Los jueces se mantuvieron en sus trece y continúan con la imputación al entender que los jefes son responsables de lo que ha ocurrido en los pisos de abajo. Tanta unanimidad en el criterio parece que crea jurisprudencia, dictan que no pueden la Presidencia ni los altos cargos alegar que viven en un búnker aislado de los despachos donde suceden las cosas.

Con alborozo, en estas fechas en las que entramos en la campaña electoral, recogieron estas noticias los que en su día fueron sus principales rivales políticos, los primeros espadas del Partido Popular, que han encontrado en estas acciones judiciales un bote salvavidas con el que salir a remar un rato apartándose del naufragio en el que se encuentran sumidos que, si bien no amenaza con hundir la nave, porque están hechos de un material insumergible, les tiene, permanentemente, achicando agua cuando lo suyo es desembarcar en las inmaculadas playas de arena blanca y agua turquesa, para desde allí contar que hemos superado la crisis, y disfrutar de sus múltiples logros en materia de economía, sobre todo en lo que atañe a la propia.

Ya era hora de que se compensara un poco la balanza, pensarán los votantes del PP, que no aspiran a un propósito de enmienda colectivo de sus líderes políticos, aquellos a los que votan y esquilman nuestros ingresos, sino que la presencia de otros casos de corrupción legitime su necesidad de seguir votando a sus extravagant friends, que es como llamaba Aznar a Gadafi, del que su súbita caída y posterior ejecución evitaron que cobrara una millonaria comisión ya cuando había dejado la Presidencia y ejercía sus funciones de lobista, que es como llaman ahora a los que cobran dinero por intermediar en la adjudicación de contratos, a costa del bolsillo de los ciudadanos que son los que pagan todo.

Pues eso, que la balanza se ha nivelado un poco en el viejo esquema del bipartidismo, y dicho sea de paso, ha impuesto algo de silencio en los respectivos contrincantes, ya que ambos disponen de munición suficiente para achicharrar al otro, y no olvidemos que las manos están, de momento, tendidas en todas las direcciones de cara a posibles pactos, sin que se descarte nada, habida cuenta de que el líder del PSOE ha dicho que no habrá terceras elecciones y que de eso se encarga él. Le ha faltado decir: “Aunque sea lo último que haga”, cosa que es probable si, como dan todos los sondeos, es el único partido que pierde votos en los próximos comicios, en beneficio de la abstención. Abstención que, dicen, favorece a la derecha. Los de derechas no fallan, siempre salen, les gusta salir, también a votar, aunque no son mucho de eso.

En estas fechas nadie quiere vetar a nadie, para no quedar de intransigente y, en tanto tal, de responsable de la ausencia de Gobierno. Sólo Unidos Podemos lo deja claro: repiten una y otra vez que ellos quieren pactar con el PSOE, lo que provoca un furibundo ataque de cuernos en Ciudadanos, que son más partidarios de los tríos, la condición es que no estén los perroflautas, lo que deja clara su postura sin decirla. Ponen de excusa a Rajoy, como si fuera el malo.

Y uno se pregunta si esa euforia con el tema de los ERES no les preocupa en la medida que muchos de los que piden explicaciones estarían imputados si se les aplicara el mismo rasero. La propia Esperanza Aguirre admitió su responsabilidad política “in eligendo, o sea, por elegir a este señor, e in vigilando, porque yo debería haber vigilado mejor” cuando convocó una rueda de prensa para anunciar que dimitía, cosa que, una vez más, no hizo. Sigue de portavoz en el Ayuntamiento de Madrid y se quitó de su cargo de partido. Nadie le recordó que no fue allí donde trincaron los súbditos de confianza que ella nombró. Por mí, como si se borra del club de golf. Se marcha de donde nos da lo mismo. Allí estaba muy bien, entre iguales, y mantiene su cargo público.

Pues eso, que la lista de los que deberían sentarse en el banquillo por haber elegido mal o haber estado en babia mientras pasaban las cosas tiende al infinito, empezando por el líder de un partido y presidente de la nación que tiene a todos sus tesoreros imputados por recibir donaciones ilegales con las que se financia, partido que algunos miembros de la judicatura afirman que se comporta como una organización criminal para delinquir.

Pues eso, que el juez dice que en Chaves y Griñán “concurren elementos suficientes para sostener, siquiera indiciariamente, que conocían la ilicitud del sistema que estaban instaurando y, por tanto, no debe admitirse su aducida ignorancia”.

Luis sé fuerte

. La fuerza está de nuestro lado y, de momento, ni Hacienda somos todos, ni todos somos iguales ante la ley. Del mismo modo que los nuestros son casos de corrupción aislados, estos jueces, aunque coincidan en todo, también son casos aislados. Podemos seguir mirando hacia otro lado, de espaldas a los brotes de corrupción que se suceden por toda la geografía española, y sólo cuando ya nos señalen con el dedo los imputados declararemos que son sapos que nos dan asco.

Esto de procesar alegando que es imposible que se desconociera el escándalo ha abierto la caja de los truenos. No admiten según y qué jueces la ignorancia como coartada porque la hacen incompatible con el desarrollo del cargo. Súmenle a eso que en la campaña venden, antes de hacerse los tontos, buena gestión para pedir el voto.

Bueno, alguna todavía podrá declarar como eximente que es rubia y, por tanto, su ignorancia genuina. Seguro que cuela porque a veces, aunque son casos aislados, a algunos jueces les vale todo.

El procesamiento de Chaves y Griñán abre una nueva era en la relación de la Justicia con los políticos. A no ser que estos jueces sean “casos aislados”.

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