Nacido en los 50
Una sugerencia desde el respeto y la tolerancia
La noticia de que Pedro Sánchez podría negociar un pacto anticorrupción con el PP promueve los deseos de que la ciudadanía tenga espacio en la creación de ese marco introduciendo sugerencias, en lugar de encontrarse con un acuerdo cerrado e invitar más tarde a los demás partidos del arco parlamentario a sumarse a la iniciativa y votar la gobernabilidad. Tal vez deberían incorporar a Arturo Fernández, que está elaborando el código ético de la CEIM y, aunque dicho código les debe ocupar un par de líneas, podrían aprovechar lo que otros ya han avanzado.
También habría que tener en cuenta que si lo que se busca es un remedio para atajar la corrupción deberían hablar con Rajoy y comentárselo porque no parece muy partidario. Su reacción ante la cantidad de informaciones que se fueron sucediendo en torno al llamado caso Gürtel, que consistió en convocar a la plana mayor de su partido para hacerse una foto de unidad, de apretar las filas, momento en el que proclamó que todo era un infundio, una causa general para conculcar el resultado de las urnas, consiguió transmitir un mensaje que no tranquilizaba nada a la ciudadanía, ni al juez instructor, que acabaría siendo expulsado de la carrera judicial por prevaricador. El mensaje no era otro que: todos estamos del mismo lado. En aquel momento era sinónimo de todos somos Gürtel. No se comprendía el interés en atajar una limpieza que sólo perjudica a los corruptos y beneficia a los honrados.
Hay otras actuaciones en la misma dirección que esta, de encubrimiento y complicidad con los presuntos implicados, y que no mejoran su imagen. Su expresión de solidaridad y admiración a Camps y Matas en mítines multitudinarios donde se desgañitaba presentándoles como la solución a nuestros problemas y el paradigma de lo que debe ser un gobernante, no le ha llevado a pedir disculpas a los ciudadanos que le votaron por haberles estafado de una manera tan clamorosa.
Recientemente vuelve a dar la cara cuando se acusa a Acebes de ordenar pagar con dinero negro a medios de comunicación, afirmando que la imputación de su compañero le parece una injusticia. No se refiere en ningún momento a que crea en su inocencia y puede que tenga razón. Nadie como don Mariano debe conocer los entresijos de aquel marasmo económico en el que se desenvolvía el PP. Es de los pocos de su generación que quedan en la cúpula, es decir, se ha chupado todo, la travesía por el desierto, el ascenso y la llegada a la cima. Ha estado en el epicentro del terremoto y en la fiesta del reparto de sobres: en las declaraciones de Bárcenas él mismo aparece como uno de los receptores. Si entendemos que el manejo de dinero negro en sí ya es una práctica ilegal, que se ve agravada si se utiliza para comprar voluntades, sólo queda una explicación posible para las palabras de Rajoy, que esas prácticas estuvieran generalizadas, lo que convertiría la imputación de Acebes en un agravio comparativo con la carga de injusticia que conlleva.
Mientras escribo este artículo salta a los medios la noticia de la detención del exconsejero de la Comunidad de Madrid Francisco Granados, del presidente de la Diputación de León Marcos Martínez Barazón y otras cincuenta personas más, entre ellas constructores ligados a una trama de corrupción donde llovían las comisiones para sacar adelante contratos de adjudicación de obras por un valor de 250 millones de euros.
Este hombre de confianza de Esperanza Aguirre fue el que presidió la Comisión de lo que se llamó el Tamayazo, caso turbio donde los haya, que demostró lo inoperante que puede ser la Justicia cuando se lo propone y que permitió, como ustedes saben, que Esperanza Aguirre se hiciera con la Presidencia de la Comunidad de Madrid, gracias a que dos diputados del PSOE se abstuvieron de votar a su propio compañero, Rafael Simancas. Algunos podrán pensar que Granados no era el hombre adecuado para presidir aquella Comisión, pero ante la plantilla que tienen cualquiera se puede imaginar a la señora Aguirre gritando: “si no pongo a Granados, ¿a quién pongo?”. Visto lo visto lo tenía muy complicado para encontrar entre los suyos lo que en las rifas se llama una mano inocente.
Cada vez cobra más sentido eso que dijo la marquesa antisistema de que ella destapó la Gürtel, porque resulta difícil creer que tamaño desmán delictivo por parte de los que ella misma nombró ocurriera delante, detrás y a los lados de sus narices sin que se enterara de nada, a no ser de que su ineptitud fuera la causante de este asalto a los presupuestos, la inductora, porque todos pensaran que estaban en manos de una incompetente de tal calibre que podrían estar afanando en masa sin que se percatara.
Pobre Esperanza, todos incrementando su patrimonio a lo bestia y pillando cargos en las empresas que se beneficiaban de sus adjudicaciones y ella, según contaba, llegando justito a fin de mes, sin extrañarse del tren de vida y patrimonio de sus compañeros que tenían un sueldo inferior al suyo. Es lo que tiene ser ingenua y buena persona, que no sospechas de los demás y asciendes a quien no debes, pero ¡ojo!, que nadie piense que por su bondad es inofensiva, sabe dar la cara por sus amigos y así, cuando el concejal de Majadahonda José Luis Peñas denunció en Génova que en el partido había corrupción para alicatar tres cuartos de baño, recibió por su parte ese apelativo que tanto le gusta a ella y que hace referencia al oficio de la madre de uno.
Pobrecilla, insisto, a lo mejor se ha pasado la vida en Babia y está metida hasta el cuello en esta trama funesta sin querer, sin haberse percatado.
En fin, no es raro que fuera la primera en descubrir la trama porque la tenía encima de la mesa de su despacho y estaba siendo avisada por distintas vías e indicios, otra cosa es lo que hizo con esa información: nada. Cómo iba a imaginar que esos chavalotes tan sanos y que gestionaban la sanidad, la educación, Caja Madrid, etcétera, de una manera impecable, pudieran llevar una doble vida y estuvieran metiendo mano a la caja.
Hace bien Pedro Sánchez en tutelar a estos señores a la hora de elaborar un pacto contra la corrupción porque son muy confiados y cualquiera les engaña, no la ven ni cuando les meten un sobre en el bolsillo, ellos creen que es el amigo invisible que les da el regalo de Navidad en diferido y a plazos.
Definitivamente nos toman por tontos y hoy, siguiendo los designios de Rajoy, nos toca proclamar: Todos somos Esperanza.