La Asociación de la Prensa de Madrid emite un comunicado para dar la cara por periodistas acosados y sometidos a presiones que les impiden llevar adelante su trabajo con el margen de libertad imprescindible para que la información que, recordemos, es un derecho, no un servicio, llegue a los ciudadanos sin correcciones, sin censura, sin las amenazas que les impiden ser y realizarse en su profesión y sin sentir la humillación de verse obligados a mentir a sabiendas a cambio de un salario.
Hasta aquí todo bien, pero en la redacción se aprecia una tendenciosidad que produce sonrojo o hilaridad, según la hora del día.
Esas presiones y amenazas “tienen como fin el de persuadirles de que les conviene escribir al dictado de Podemos, además de tratar de conducirlos hacia la autocensura”, dice el comunicado leyendo el pensamiento de los represores.
Sin duda, Podemos, si hacemos caso al comunicado del que no tenemos por qué dudar, pretendería tener medios de comunicación propios sin gastarse un duro, sólo amenazando y acojonando a periodistas que acabarían ejerciendo la función de propaganda de ese partido, sin que tal cosa fuera advertida por la dirección de los diferentes diarios intoxicados por estos quintacolumnistas, que estarían cobrando un salario del grupo correspondiente mientras trabajan en la clandestinidad a las órdenes del ejército podemita.
Así podríamos ver en Abc una portada con una foto de Pablo Iglesias y el titular: Este es el hombre que conviene a España. Tampoco los lectores y suscriptores de dicho diario, que conocen a la perfección mi patrimonio porque lo dan como noticia, se percatarían de nada, y acabarían votando a Podemos en contra de sus intenciones, de su ideología. La maniobra es sin duda inteligente.
“Sólo una prensa independiente y sin miedo puede cumplir su misión fundamental de control del poder. Solo unos medios firmes en la defensa de la libertad de expresión pueden frenar la tentación de los poderosos de eludir la rendición de cuentas a la que están obligados en una democracia como la nuestra” (la negrita es mía no de infoLibre).
Al parecer la APM quiere hacer la competencia a Mongolia y a El Jueves porque debe haber deducido que se encontraban muy solos en ese mercado y quedaba sitio para nuevas ofertas de risa.
No conozco en detalle, porque no se especifica en el comunicado, en qué consisten los actos de acoso por parte de Podemos que han llevado a los periodistas denunciantes a ese “estado de miedo” en el que afirman ejercer su profesión, pero han perdido una gran ocasión de emitir un comunicado con atisbos de credibilidad, porque los redactores del texto se han venido arriba y cargan las tintas como si estuvieran trabajando al frente de un diario sensacionalista y no en representación de los periodistas de Madrid. Cómo se habrán sentido los cientos de periodistas que se han visto en la calle en los últimos años, en muchos casos por defender su independencia, al leer ese comunicado dedicado, por fin, a un partido político que ataca la independencia de los profesionales de la información. Cuánto se han echado de menos acciones contundentes por parte de esa asociación, citando nombres y apellidos, en defensa de periodistas que llevan años con un zapato pisándoles el pescuezo.
Es difícil deducir que cuando el comunicado de la asociación hace referencia al “control del poder” y a “la rendición de cuentas de los poderosos” se refiere también a la formación política Podemos. No sé en qué medios trabajan los periodistas denunciantes, pero los representantes de la asociación que han redactado el comunicado no deben leer otra prensa que la de Azerbaiyán y están un poco desconectados de la realidad social de aquí, si sus vivencias cotidianas les llevan a pensar que Podemos también representa al poder real, las esferas del poder, o a los poderosos. Habrá que advertirles que el apocalipsis zombi caníbal todavía no ha llegado a estas latitudes y que, de momento, sus compañeros siguen disfrutando, como hasta ahora, de esos infinitos espacios de independencia y libertad que las diferentes empresas que poseen los medios de comunicación crean para el normal ejercicio de la profesión, así como del paraíso de tranquilidad en el que trabajan los periodistas de las diferentes televisiones y radios públicas.
Los comunicados de los diversos comités de empresa de estas televisiones quejándose de la manipulación sistemática de las noticias, de la tergiversación de los contenidos por parte de la dirección, de las cribas e intento de traslado de profesionales que consideran poco afines a la causa, así como nombramientos de responsables de los diferentes informativos de profesionales que actúan en la práctica como comisarios políticos supervisando los contenidos a favor del político o partido que les nombra, son continuos. En su día se publicó una conversación del responsable de los informativos de Telemadrid reportando una noticia para recibir la aprobación de los círculos próximos a Esperanza Aguirre antes de su emisión. Presidenta que, como saben, puso al frente de su televisión a Manuel Soriano, que había sido su jefe de prensa, un hombre neutral, y digo “su televisión”, porque ni siquiera trabajaban para el partido, sino para ella en exclusiva.
Daban caña, no sólo a la oposición, sino también a los rivales políticos de su propia formación. Cuando comenzó su carrera hacia la secretaría general de su partido, Sánchez Dragó se postulaba en el informativo de la noche del lado de la lideresa y ponía a parir a Rajoy.
Salvemos Telemadrid fue una asociación de trabajadores de la cadena que se creó para protestar por las condiciones humillantes en las que tenían que hacer su trabajo, sí, bajo amenazas y presiones que, por cierto, se ejecutaron: todos fueron despedidos.
Yo también tuve el honor de encabezar un comunicado de la Asociación de Prensa de Madrid en el que deploraban la emisión de un vídeo en el que humillaba a una becaria en broma. La cuestión es que los que estrenaron el famoso vídeo fueron los de Intereconomía de una forma ilegal. Se había grabado en nuestro plató, por lo que era un contenido que nos pertenecía. Se lo hicieron llegar por correo electrónico para demostrar cómo trabajaban allí, con la orden de que si pedían la confirmación se les informara de que no era real. Lo emitieron como cosa cierta sin comprobar si era un sketch o un acoso laboral verdadero. Se lo enviaron desde nuestra redacción en respuesta a un comentario que hacía el entonces director de Intereconomía, que acusaba a mi compañera Beatriz Montañez de ejercer la prostitución.
Esa emisión que llevó a cabo Intereconomía sirvió para que la Asociación de la Prensa de Madrid emitiera un contundente comunicado contra nuestro programa en el que se decía, entre otras cosas, que tal acción suponía un desprestigio de la profesión periodística. Es evidente que aquel vídeo no tenía nada que ver con el periodismo, y que, como digo, fueron otros los que lo emitieron. Les dio lo mismo. “Revela una ignorancia de las reglas de este oficio”, decían a continuación. Continuaba el comunicado del entonces presidente González Urbaneja que “en las redacciones no hay mecanismos de alerta, porque alguien puede imaginar algún desatino, pero debe haber siempre quien lo pare”. Así es, así debe ser: no lo pararon. En cuanto lo recibieron suspendieron la programación e hicieron un programa especial con el vídeo. Ese era, precisamente, acertáramos o no, el sentido de la broma: denunciar que hay redacciones donde cualquier cosa es posible, y que esa cualquier cosa puede salir al aire sin control ni filtro. Lo chungo del tema es que el palo nos lo dieron a nosotros y también a mí, que no soy periodista. Daba la impresión de que tal escrito se había hecho para defender a unos colegas, pero no de profesión, sino de barra, porque no tenía el menor sentido.
Ese mismo año, la Asociación de la Prensa de Valencia nos dio un premio como el mejor programa de televisión. En la cena posterior, miembros de la dirección me manifestaron su vergüenza, como profesionales de la prensa, por el silencio de sus compañeros en torno a lo que en su día se llamó La teoría de la conspiración que, como recordarán, pretendía atribuir el atentado del 11M a ETA, para lo cual desde el diario El Mundo estuvieron dando portadas diarias durante años mintiendo a sabiendas, y fabricando noticias, con el objetivo de deslegitimar la victoria de Zapatero en las urnas, y que quedará, como ha quedado para la posteridad en las redes, su versión por encima de la oficial, por reiteración. La Asociación de Madrid, que yo sepa, no se manifestó al respecto ante esta acción tan lesiva para la profesión del periodismo. En un CIS de aquella época aparecía la profesión de periodista, mítica en otros tiempos, como la peor valorada, por debajo de los banqueros, que les precedían.
Por eso hay que celebrar esta campaña en contra de las presiones a los periodistas aunque sea comenzando con Podemos y aceptándoles como representantes de los poderosos.
Si quieren seguir en esa línea de defensa de la independencia de los periodistas tienen tajo de sobra. Sin ir más lejos, esa airada aproximación de Girauta a una periodista de laSexta tras una rueda de prensa, porque ésta le había hecho una pregunta en torno a una contestación del portavoz de la formación a una crítica de Víctor J. Sanz, que les había llamado populistas, recomendándole con un gráfico que se metiera la crítica por el culo. Claro que esto podría interpretarse, no como una salida de tono, sino como un método de reciclaje. O los desprecios sistemáticos de representantes del partido del Gobierno a los que los profesionales de la información parecen estar acostumbrados. Recordemos el gesto de Aznar metiéndole un bolígrafo a Marta Nebot por el escote. En un segundo encuentro la acarició como si fuera una perrilla. Claro que a él hay que consentirle todo porque es un cachondo. O la humillante imagen de los cámaras de las diferentes televisiones hincando el lomo para sacar un trocito de plasma y cubrir las declaraciones del presidente Rajoy que estaba en la sala de al lado. Nostalgia de Guillermo Tell.
En fin, con la era Trump parece que todo se va a quedar chico, pero bienvenida sea esta medida profiláctica de la Asociación de Prensa de Madrid para evitar que Iglesias y su contubernio, ya que el comunicado hace referencia al “equipo directivo de Pablo Iglesias y a personas próximas a ese círculo”, conviertan este país de libertades en una infernal Venezuela que la prensa se empeña en promover como paradigma de la tiranía, mientras en países cercanos al bolivariano se asesinan periodistas, abogados, líderes sindicales, representantes de movimientos ecologistas y LGTB, sin que a nadie le importe su suerte.
Empecemos con los bolivarianos, pero no cejemos en el empeño y continuemos con el control a nuestros fachas, los nacionales, los de toda la vida, los pata negra, que se pasan siete pueblos con las reglas del juego elementales en toda democracia que se precie, no vaya a ser que alguno pueda pensar que la asociación de periodistas en cuestión es condescendiente con otros poderosos diferentes de los de Podemos, que son propietarios de las empresas donde trabajan sus compañeros periodistas y que, en muchas ocasiones, se ven en la calle por negarse a firmar que lo negro es blanco y lo sucio limpio.
Habría bastado con denunciar y condenar los hechos en el comunicado sin dejar translucir de forma expresa la ideología de los que redactan el texto al comentar, de paso, las intenciones que persiguen los del círculo próximo a Iglesias con estas acciones. De eso ya se encargarán los diferentes artículos editoriales, no les adelanten el trabajo.
Una idea para el próximo: condenar la publicación de los diferentes dosieres falsos que se han elaborado con el dinero de todos y encargados a la Policía Patriótica de Fernández Díaz, tanto aquí como en Venezuela, y en los que colaboran periodistas que los dan una y otra vez, a sabiendas de que son pura basura. Una pista para los periodistas de investigación: se engloban en el llamado informe PISA. Si de defender el prestigio de dicha profesión hablamos.
La Asociación de la Prensa de Madrid emite un comunicado para dar la cara por periodistas acosados y sometidos a presiones que les impiden llevar adelante su trabajo con el margen de libertad imprescindible para que la información que, recordemos, es un derecho, no un servicio, llegue a los ciudadanos sin correcciones, sin censura, sin las amenazas que les impiden ser y realizarse en su profesión y sin sentir la humillación de verse obligados a mentir a sabiendas a cambio de un salario.