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Menudo bochorno y además hace calor

El calor ya está aquí aquí y está desatado, ha llegado a un punto de no retorno que impide que podamos hacer vida con normalidad y hace peligrar nuestras vidas y nuestra salud. Mira, como el fascismo.

Llevamos unas semanas sufriendo un bochorno insoportable, y lo que es peor, además hace mucho calor.

Llevamos décadas debatiendo sobre los límites del humor pero, por lo que sea, nunca se abre el melón, con lo bien que vendría ahora con las altas temperaturas, de los límites del horror.

Debates interminables y aburridos sobre los límites de la comedia y asociaciones ultrarreligiosas, de cuyo nombre no quiero ni acordarme, provocando que cómicos como Wyoming, Dani Mateo o Héctor de Miguel hayan tenido que declarar ante jueces por sus chistes o periodistas como Pedro Vallín hayan sido amenazados y perdido su trabajo por un tuit, pero nada, ni una palabra sobre los límites de la miseria.

Por poner unos cuantos ejemplos, sólo de estos últimos días, de la miseria ilimitada que soportamos estoicamente y por encima de nuestras posibilidades:

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Cerdán, Koldo y Ábalos, el trío calavera, que parecen unos mafiosos machistas y chulos sacados de los descartes del casting de los Soprano, han dado un golpe no sabemos aún si mortal al PSOE y al Gobierno.

Conversaciones de palillo en boca y cubata cargado que huelen a Varon Dandy sobre prostitutas y comisiones millonarias sin ningún tipo de pudor que son una demostración más de que Vota Juan o La que se avecina definen mucho mejor a muchos miembros de la vieja escuela de nuestra clase política que Borgen o El ala oeste de la Casa Blanca.

Enfrente, un partido condenado por corrupción, con una lista de juicios pendientes por “amaño de adjudicaciones públicas, cobro de sobornos, planes urbanísticos ilegales, tráfico de influencias, financiación irregular, omisión de socorro, homicidios imprudentes o el uso de fondos reservados para operaciones parapoliciales” durante sus mandatos que va a obligar a muchos de sus ex líderes prácticamente a empadronarse en los juzgados, se permite el lujo de llamar “mafia” al gobierno.

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Necesitamos urgentemente que ser fascista, ser mala persona, vuelva a dar vergüenza. Más empatía y menos psicopatía

Aprovechando el revuelo, unos cuantos fascistas envueltos en banderas españolas preconstitucionales montan el pollo, nunca mejor dicho, pidiendo nada menos que “libertad y democracia” con el brazo en alto frente a Ferraz.

Seremos fascistas pero queremos gobernar, parafraseando al alcalde de Madrid.

El presidente de Aragón, Azcón –con rima consonante con Mazón en todos los sentidos– tarda tres días en visitar los pueblos afectados por inundaciones de su región porque ese mismo día se había ido en coche oficial a una boda de un alto cargo de la Xunta de Galicia y alega en su defensa que estaba a mil kilómetros de distancia y “no tiene un Falcon”.

Josep Antoni Duran i Lleida, ex líder de CiU y el nuevo capo de la principal patronal de los supermercados en España a pesar de su nula experiencia en el sector, rechaza la reducción de jornada laboral y celebra las enmiendas de PP, Vox y Junts. Blanco y en botella.

Un paso natural para alguien que criticaba a los jornaleros andaluces que cobraban menos de 500 euros al mes del PER mientras se alojaba en una suite de lujo del hotel Palace que costaba eso por día mientras era diputado en Madrid.

Un hospital de Madrid envía a una víctima de violencia sexual una factura de 185 euros por los gastos de “asistencia sanitaria” en Urgencias adonde fue derivada por el Centro de Crisis 24 horas mientras la presidenta de esa misma Comunidad hace publicidad sin ningún pudor de una famosa cadena de hamburguesas

Muy consecuente, política basura promocionando comida basura.

Algunos representantes políticos y gentuza en redes, valga la redundancia, defendiendo que un policía fuera de servicio estrangule durante 10 minutos a una persona, Adderrahim, hasta matarlo por asfixia porque había robado un móvil y era delincuente habitual.

En EEUU la Estatua de la Libertad se quedaría aún más de piedra si pudiera ver cómo en la tierra de la libertad que ella representa unos policías de inmigración de paisano, enmascarados y con armas de gran calibre hacen redadas indiscriminadas de extranjeros en plena calle, centros de trabajo o graduaciones de estudiantes latinos e incluso detienen al candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York cuando pedía que le enseñaran la orden de arresto para detener a un inmigrante en la Corte de Inmigración.

Y en Gaza, el horror y el genocidio que ya se ha vuelto tristemente cotidiano, la ONU vuelve a denunciar una nueva matanza  de Israel a 59 personas que esperaban ayuda humanitaria.

Incluso hablan ya de un “patrón escalofriante”: atacar a civiles en busca de comida.

La brújula moral no es que no marque el norte es que está rota hace ya tiempo.

Necesitamos urgentemente que ser fascista, ser mala persona, vuelva a dar vergüenza. Más empatía y menos psicopatía.

Necesitamos más humor –como dice el gran Ignatius: “La risa es el camino más corto entre dos personas”–, menos límites para la comedia y empezar a poner límites a toda esta miseria. 

Nos va la vida, en muchos casos literalmente, en ello.

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