Un planeta sepultado en plástico

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América Valenzuela

Casi cada día lleno una bolsa con envases. Va directa al contenedor amarillo, pero aun así es una barbaridad. Cómo puedo generar tanta basura. Hoy en día casi todo viene envasado. Hemos llegado al absurdo de pelar fruta para venderla metida en un recipiente. Estamos enterrándonos en plásticos.

Cada año los humanos fabricamos más de 300 millones de toneladas de plástico. La cantidad total producida desde la Segunda Guerra Mundial es de unos 5.000 millones de toneladas y es muy probable que alcance los 30.000 millones para finales de siglo. El 10% termina en el mar. Estamos ahogando los océanos.

El 20% de este plástico que acaba en el mar proviene de barcos y plataformas, y el resto de la tierra. Botellas, contenedores, bidones, espumas, juguetes, redes de pesca y cabos. Conos de tráfico, mecheros, neumáticos, cepillos de dientes, bolsas de supermercado, gafas, discos, filtros de cigarrillos, nailon. Todo esto y muchísimo más acaba en el mar y no se degrada.

Se acumulan en las llamadas islas basura. La más grande conocida está en medio del Océano Pacífico. Es cuatro veces el tamaño de Japón. Más de 100 millones de toneladas de plástico procedente de Asia, Canadá y Estados Unidos se acumulan en un gran remolino por efecto de las corrientes. Se extiende frente a la costa californiana, rodea Hawái y llega hasta Japón. El noroeste del Océano Atlántico también se ha convertido en el vertedero de la humanidad. Los cálculos apuntan que hay unas 200.000 piezas por cada kilómetro cuadrado de agua.

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Este espanto medioambiental lo descubrió en 1997 el oceanógrafo estadounidense Charles Moore durante un crucero. Su ojo experto le mostró que el agua tenía pequeños trozos de plástico casi imperceptibles. El constante vaivén de las olas y el sol deshacen los objetos. Cada fragmento pesa una décima parte que un clip. Formar una sopa tóxica, como acertó Moore a describir el fenómeno. El plástico se mezcla con el plancton, que es la base de la cadena alimentaria. Envenena a los peces, las medusas y crustáceos que se lo comen (se han encontrados peces raros, con malformaciones) y a estos peces se los comen las aves y las tortugas. A través de la cadena alimentaria podría alcanzar a los humanos. Seguramente ya lo ha hecho. Al final la basura vuelve a nosotros.

Las islas basura empezaron a formarse en la década de los 50, con el boom de la industria del plástico. No solo flota sobre los océanos, también se han hundido en la parte más profunda del suelo marino. La dimensión del problema es tal que un puñado de arena o un vaso de agua salada de cualquier parte del mundo contiene estos microplásticos.

La solución pasa por usar plástico reciclable y reducir drásticamente su uso porque faltan infraestructuras para poder reciclar la ingente cantidad. La industria, además, debe crear maneras de recolectar todo este plástico inservible. Y nosotros tenemos que protestar. Yo no quiero ir al super del barrio y regresar a casa con lo que pronto se convertirá en bolsas y bolsas de residuos. Gran parte se reciclarán y lo demás acabará envenenando el planeta, envenenándome, envenenándoos.

Casi cada día lleno una bolsa con envases. Va directa al contenedor amarillo, pero aun así es una barbaridad. Cómo puedo generar tanta basura. Hoy en día casi todo viene envasado. Hemos llegado al absurdo de pelar fruta para venderla metida en un recipiente. Estamos enterrándonos en plásticos.

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