En la reciente Junta de Accionistas de Iberdrola, celebrada en Bilbao, volvió el señor Sánchez Galán, presidente de la empresa, sobre sus pasos de hace unas semanas en Londres, para seguir presionando al Gobierno. Qué bien pesca en el río revuelto de la política energética del Gobierno y su galimatías de la factura eléctrica formalizada también en fecha reciente. Acierta Sánchez Galán al pedir una armonización comunitaria de la regulación del sistema eléctrico que facilite inversiones a medio y largo plazo. Va en el buen camino, aunque me temo que pretende llevarnos en dirección contraria.
Sí a una comunitarización de la regulación del sistema eléctrico, y mas, sí a una Política Energética Común y Sostenible (PEC), con normas comunes y recursos comunitarios, e incluso con impuestos energéticos comunitarios que promuevan inversiones a medio y largo plazo en eficiencia energética, en redes malladas, inteligentes e interconectadas para la generación eléctrica distribuida y con renovables a tope, como Alemania o Dinamarca. ¿Es esta la comunitarización del sistema eléctrico que quiere para su Iberdrola el señor Sánchez Galán? Me temo que no. Aunque otra Iberdrola es posible, una Iberdrola que además de quedarse en España contribuya a construir un futuro energético sostenible y todo apunta a que tendría que ser sin Sánchez Galán.
Al presentar el pasado 19 de febrero los resultados de Iberdrola correspondientes al ejercicio 2013, su presidente, Ignacio Sánchez Galán, escenificó ya un supuesto divorcio con el Gobierno español criticando su política energética, culpándole de forzar a la compañía a renunciar a las inversiones en nuestro país para concluir con un melodramático: “Hoy somos más británicos, estadounidenses o mexicanos que españoles”. El embajador de la marca España, el patrocinador de La Roja renegaba de su país en Londres –¿cómo no?– para dar credibilidad al supuesto maltrato que le inflige el Ejecutivo del señor Rajoy. Parecía más bien un ejercicio de cinismo en el que denunciaba la inseguridad jurídica que él ha venido reclamando para las instalaciones renovables de los demás. El otrora líder mundial de las renovables, como gustaba presentarse desde el año 2007, quería asumir –como lo viene haciendo UNESA– el papel de víctima del desatino en el que se ha convertido la política –por llamarlo de alguna manera– energética de este Gobierno.
Sin embargo, la castigada Iberdrola estaba anunciando unos resultados de 2.572 millones de euros después de cuatro ejercicios por encima de los 2.800 millones de euros. Resultados que, sí, es cierto, representaban un 7% menos que los de 2012, pero ese retroceso para cualquier observador imparcial puede parecer insignificante después de cinco años de reducción de la demanda en el país en el que tiene instalado más del 50% de su parque de generación. ¿Qué pretendía el señor Galán? ¿Quería seguir aumentando los beneficios en un país en recesión que consume hoy la misma electricidad que en 2005?
Al elogiar los “marcos regulatorios y predecibles” de otros países el “bien pagado” (más de siete millones de euros en 2013) presidente de Iberdrola olvidaba que durante los últimos cinco años no ha hecho otra cosa que exigir tanto al anterior Gobierno como a éste la modificación retroactiva de la retribución de las renovables, especialmente de las que él no había conseguido ser líder, como el caso de la fotovoltaica y especialmente de la termosolar. Se olvidaba el señor Sánchez Galán de que cuando inauguraba en 2009 la planta termosolar de Puertollano (que nunca ha llegado a funcionar en condiciones) se presentaba como “pionero en una apuesta por la innovación”. Su entusiasmo entonces por la tecnología termosolar le llevó a presentar nueve instalaciones en el Registro de Preasignación creado en 2010, pero al ser rechazadas sus propuestas pasó a demonizar la tecnología denominándola despectivamente “híbrida gas-sol” y afirmando que era “diez veces más cara” que las convencionales.
Durante cinco años ha estado exigiendo al Gobierno un frenazo a las renovables del que ni siquiera salvaba a la energía eólica, en la que sigue siendo líder en nuestro país, puesto que venía observando que ya no era el principal adjudicatario por parte de las comunidades autónomas y, si su trozo de tarta no crecía, lo que tenía que desaparecer era la tarta. Lo que no esperaba, sin duda, es la salvaje reducción de la retribución que suponen los incomprensibles parámetros del nuevo sistema ideado por el Ministerio.
En primer lugar, siendo cierto que por primera vez a las eléctricas se les han recortado algunos de sus ingresos, muy mal no le ha ido a su empresa cuando la cotización de la acción ha subido más de un 20% desde que se anunció el paquete de la mal llamada reforma energética, pasando de los 3,7€ de julio a 4,9€ en febrero de 2014. Sí señor, ahí siguen los pagos por capacidad de los que se benefician sus 5.800 MW de ciclos combinados, pagos que han crecido un 58% entre 2008 y 2012; ahí siguen aumentando, en ese mismo periodo, los costes de distribución un 15% mientras la demanda caía un 5,8%; y, ahí está el aumento del 54% en los servicios de ajuste en los que su compañía y sus colegas de UNESA obtienen una sobre-retribución que supera lo que pierden por otro lado.
No puede usted quejarse mucho de este Gobierno que trasladó literalmente sus posiciones, sus exigencias sobre el autoconsumo a ese lamentable y vergonzante borrador del real decreto que el Ministerio no se ha atrevido todavía a llevar al BOE quizás porque vislumbra el problema que supone satisfacer su pretensión de ahogar un derecho ciudadano con el consiguiente escándalo internacional. Ningún país tiene una normativa tan restrictiva como la que contiene ese proyecto en el que ha plasmado su exigencia pública en numerosos foros durante 2012 y 2013 de incorporar un peaje a la energía producida y consumida por uno mismo por un importe superior a la de la energía del mercado. ¿No es esto no sólo inconstitucional sino también inmoral?
No puede usted hacer el paripé de dar un portazo a las inversiones en nuestro país porque ya lo venía anunciando desde hace varios años y ahí están las hemerotecas y porque en el sistema eléctrico español mientras no electrifiquemos el transporte y otros consumos va a sobrar generación por esos 27.000 MW de centrales térmicas de gas que ustedes pusieron en funcionamiento en la década pasada, error que ahora les estamos subvencionando los consumidores en el recibo de la luz mientras se reduce drásticamente la retribución de las renovables arruinando a miles de familias y empresas. Error, inmenso error, que siguen intentando enmendar, y ya se dice que el Gobierno, ante sus presiones para cerrar algunas de estas plantas está considerando incrementar los pagos por capacidad. ¿Será cierto lo que informaba hace unas semanas la agencia Bloomberg?
Ya debía habernos dejado en paz, hace ya unos años que debió hacerlo, cuando era presidente de Iberdrola Renovables, es decir, presidente de una empresa en cuyo producto no sólo no creía sino a cuya degradación contribuyó notablemente con sus críticas a la fotovoltaica y la solar de concentración aludiendo constantemente a su inmadurez y coste, olvidándose que la eólica también había necesitado una década de maduración. Señor Sánchez Galán, si las renovables cuestan caras analice el coste de las no renovables. Si hubiera dejado la presidencia de Iberdrola Renovables a tiempo no hubiéramos llegado al 8 de marzo de 2011 cuando frustró la vana ilusión de ahorradores –como fue mi caso– que habían apostado quizás ilusionados por la primera empresa que optaba por las renovables como su negocio central. Compraron a 5,3€ el título y, si se mantuvieron como fieles e ilusionados accionistas, terminaron tres años después con una cotización a 2,74€, con su incalificable decisión de fusionar esta filial alegando que el mercado no había apreciado su producto, ¿No es esto cinismo?
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Muchos accionistas fieles e ilusionados perdieron su dinero en esta operación en la cual tanto usted como los consejeros de Iberdrola Renovables obtuvieron pingües ingresos, primero con una salida a Bolsa claramente sobreestimada en diciembre de 2007, luego con buenas retribuciones anuales durante estos años, en los que los accionistas fieles e ilusionados perdieron más del 40% de la inversión, y finalmente volviendo a quedarse con Iberdrola Renovables a un precio un 44% inferior al de su salida en Bolsa. Perdieron su dinero como resultado en gran parte de lo que deberían llamarse maquinaciones, señor Sánchez Galán, (que por cierto muchos no entendemos cómo no fueron denunciadas en su día por la CNMV, aunque supongo que siguen estando a tiempo) y presumiblemente de su candidez, aunque no les quitara supongo, como a mí, el convencimiento de que el futuro son las renovables, el futuro es una “España solar” y no una España convertida toda en un solar como les gustaría a muchos especuladores entre los que, señor Sánchez Galan, me atrevería a incluirle.
Ya que se siente más “británico, estadounidense o mexicano que español”, déjenos en paz señor Sánchez Galán. Podremos no sólo sobrevivir sin usted, sino además recuperar el futuro y con ello, en estos tiempos de crisis, iluminar el presente a cuyo oscurecimiento energético ha contribuido tan decisivamente. Gracias anticipadas.
Domingo Jiménez Beltrán es vicepresidente de la Fundación Renovables.
En la reciente Junta de Accionistas de Iberdrola, celebrada en Bilbao, volvió el señor Sánchez Galán, presidente de la empresa, sobre sus pasos de hace unas semanas en Londres, para seguir presionando al Gobierno. Qué bien pesca en el río revuelto de la política energética del Gobierno y su galimatías de la factura eléctrica formalizada también en fecha reciente. Acierta Sánchez Galán al pedir una armonización comunitaria de la regulación del sistema eléctrico que facilite inversiones a medio y largo plazo. Va en el buen camino, aunque me temo que pretende llevarnos en dirección contraria.