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Rajoy le robó la cartera a Pablo Iglesias

Rajoy le ganó anoche por la mano la baza del protagonismo político a Pablo Iglesias.

Se había trabajado bien la estrategia de comunicación Podemos al presentarse con una estética más de mitin batasuno que de comparecencia en sede parlamentaria y un mensaje más explícito de lo que aconsejaría la más elemental prudencia política: "Aquí tienes mi propuesta de gobierno, Sánchez. Y mis ministros".

Como en los grandes espectáculos teatrales, como en los dramas que perduran siglos, una puesta en escena original y un texto dramático contundente y arrebatador. Éxito seguro. Con ello tomaba la iniciativa y descolocaba a pretendientes y adversarios. Osado para los primeros, desvergonzado para los segundos. Sorprendidos todos.

Iglesias rompía las convenciones formales y hacía exhibición –una vez más– de desmedida vanidad, pero calculando bien el golpe, disparando con precisión, con el libreto perfectamente escrito y aprendido; quizá hasta ensayado. Tanto como para mantener una lealtad institucional a la Corona que casa poco con la imagen de díscola irreverencia que pretendía dar (informó primero al rey de su intención) y para medir perfectamente el momento preciso de lanzar la propuesta, cuando el monarca recibía a Pedro Sánchez…¡Y era el propio Rey quien le informaba! Magistral.

Estériles se me antojan las discusiones sobre si es primero el programa –un poco "raro" Sánchez "anguiteando" con lo de "programa, programa, programa"- o qué pintaban ahí los ministrables de Iglesias, o cuánta chulería en estos chicos que antes de saber qué quieren buscan sillones. La cuestión no es esa. Lo que buscaba y había conseguido Podemos era encabezar la desquiciada marcha hacia no se sabe dónde del presente ruedo político español. Y ciertamente dieron el golpe y empezaban a marcar agenda.

Pero llegó Rajoy y les fastidió el invento.

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Iglesias asegura que su objetivo es evitar que el PSOE entre en un “búnker” con PP y Ciudadanos

Una semana callado y habla para robarle la cartera a Podemos. Su decisión de no someterse a la inútil tomatina de la sesión de investidura, reubica el foco de atención que pierde Pablo Iglesias en beneficio de un Rajoy que se mostraba ayer tan sincero como con la broma de la radio catalana, al reconocer que la propuesta de Pablo Iglesias a Sánchez había influido en su decisión. Tampoco demasiado sorprendente, dicho sea de paso, porque se orienta hacia una nueva convocatoria electoral que es lo que dicen los analistas que pretende Rajoy.

¿Qué pasará ahora? ¿Hacia dónde se moverá el PSOE? ¿Qué baza jugará Ciudadanos? Quien esto escribe no tiene respuesta. Tal y como ya anticipó el rey a algunos de sus interlocutores –curioso, por cierto, observar cómo los más republicanos no ocultaban un punto de admirada sorpresa ante el discurso y el talante del jefe del Estado- habrá que ir a una segunda ronda de contactos con los partidos, y quizá al intento formal de Pedro Sanchez de conseguir la investidura. Doctores tiene la iglesia política que mejor pontificarán sobre el particular, aunque mi impresión sigue siendo que tanto Rajoy como Sánchez tienen ya poco recorrido y quizá estén dando sus últimos coletazos.

En todo caso, lo que de todos estos actores políticos del tiempo presente cabe esperar es que una vez se ha visto lo que cada uno puede hacer en la escena, se bajen de las tablas y los focos, empiecen a ser más políticos que actores y se pongan a la tarea de propuestas concretas, diálogos creativos, y, si es posible, intereses de país por encima de intereses de partido. Da igual que lo veamos o no, que haya streaming o narrador de fútbol; es lo mismo. Lo importante es que negocien y lo hagan mirando más allá de sus narices.

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