La legislatura ya tiene todos sus motores encendidos. El acto más solemne, la sesión inaugurada por la presidenta de las Cortes y el rey, era el último acto simbólico del ‘esto ya está en marcha’. Hace días que lo está y la estrategia se va visualizando. La foto de la paz en Doñana de la vicepresidenta Teresa Ribera con el presidente andaluz Juanma Moreno, el lenguaje calmado de Sánchez dejando en el vacío el extremismo hiperbólico del PP, los cinco de Sumar en sintonía con Moncloa, el estilo de Yolanda Díaz evitando tensionar la coalición, se ajusta más a la estrategia del segundo mandato de Pedro Sánchez que a la matraca del ‘peligro para la democracia’ y el anunciado fin del Estado de derecho.
Será una legislatura convulsa, cierto; pero no hay pato cojo. La gobernabilidad de Sánchez a varias bandas se sostiene en partidos que han hecho una apuesta a medio plazo. El PNV en su alianza tácita con Junts, ERC apuntalando el próximo mandato catalán para evitar ser un ‘accidente político’ y consolidar su imagen de gobierno, Bildu en su proceso de normalización y alternativa real en el País Vasco. Todos han tomado decisiones a la interna para los próximos dos años (una eternidad hoy día). Y Junts, el elemento irracional de la ecuación, amaga más que otra cosa. Contar en Político (medio de referencia en Bruselas) que podría unirse al PP en una futura moción de censura hay que entenderlo en la lógica compartida con Feijóo, hacer en Bruselas lo que no pueden hacer aquí. Exportar la narrativa que va del antiguo ‘Help Cataluña’ al nuevo ‘Help Spain’ del PP. Ese Estado represor que vulnera la separación de poderes denunciado por Puigdemont y que Feijóo ahora intenta instalar en Europa.
Que la amnistía y el ruido del PP no nos impida ver una legislatura que ya ha echado a rodar. No va a hacer falta esperar a la aprobación de la ley para ver desplegada la acción política del ejecutivo con energía similar al anterior mandato. Porque, más allá de las Cortes, no todo son leyes. Está el Consejo de ministros y el BOE. Y los 22 ministerios se harán notar. Yolanda Díaz ha entendido que el controvertido perdón al procés no puede ser el pitido de fondo y ha acelerado el ritmo de su cartera de Trabajo. Hará lo propio desde la coalición y desde sus cinco carteras. La reforma del subsidio de paro para llegar a los menores de 45 años ha enfrentado a Trabajo con Economía, algo así como ‘esto vuelve a estar en su sitio’. Díaz tira, Calviño se opone, los dos modelos antagónicos chocan y acaban aflojando en una propuesta común. La historia de ambas carteras y de ambas vicepresidencias. Todo en orden. La próxima subida del SMI ya está en la agenda y los agentes sociales, patronal y sindicatos, a dos semanas de la investidura, están sentados en la mesa de negociación. Y los presupuestos generales del próximo año, hoja de ruta del ejecutivo, acelerarán su trámite a partir de enero.
Si el ejecutivo consigue implantar políticas que mejoren la vida de la gente, la anunciada ruptura de España no tambaleará a Sánchez ni reforzará a Feijóo. Ayuso será el entretenimiento informativo de las burradas que harán más daño en Génova que en Ferraz
El Gobierno va a navegar con un barco en medio de varias tormentas. La presión de los socios, la resistencia de la judicatura conservadora frente a la amnistía, la oposición por demolición de Feijóo, el PP compitiendo a la derecha con Vox agitarán las aguas. En medio, hay un ciclo electoral con citas importantes y Europa es clave. Las cifras macroeconómicas no serán tan expansionistas como en el pasado y los ciudadanos van a ser exigentes. La desigualdad, los bajos salarios, el difícil acceso a la vivienda, la precariedad juvenil, la pobreza infantil son retos que se cronifican peligrosamente. Políticas que un ejecutivo progresista debe abordar y, al cierre de mandato, hacer balance. La salud con la que se transite y cierre el ciclo dependerá de esta agenda y no de la amnistía.
Hará bien el Gobierno en no esperar hasta el final de la legislatura para explicar su gestión. La primera entrevista de Pedro Sánchez hoy en La Hora de La 1 debería ser una de muchas, no como ocurrió en el pasado. Cuando dieron por hecho que se veían las políticas y el 28M demostró que los mantras, los que se ajustan a la verdad y los que son pura infamia, terminan calando.
El PP se ha organizado para la guerra (sucia) y se va a encontrar con un despliegue político que puede dejar la amnistía en el arranque convulso de la legislatura. La oposición en pie de guerra, por su hipérbole y exageración permanente, por su falta de pactos y el ‘no me busque’ de Feijóo, puede acabar en un ruido de fondo que nadie tome en serio. En un PP aislado con Vox incapaz de articular su alternativa. Si el ejecutivo consigue implantar políticas que mejoren la vida de la gente (de eso va un gobierno), la anunciada ruptura de España no hará tambalear a Sánchez ni reforzará a Feijóo. Ayuso será el entretenimiento informativo de las burradas que hará más daño en Génova que en Ferraz. Y el PP nacional está cerca de correr la misma suerte.
La legislatura ya tiene todos sus motores encendidos. El acto más solemne, la sesión inaugurada por la presidenta de las Cortes y el rey, era el último acto simbólico del ‘esto ya está en marcha’. Hace días que lo está y la estrategia se va visualizando. La foto de la paz en Doñana de la vicepresidenta Teresa Ribera con el presidente andaluz Juanma Moreno, el lenguaje calmado de Sánchez dejando en el vacío el extremismo hiperbólico del PP, los cinco de Sumar en sintonía con Moncloa, el estilo de Yolanda Díaz evitando tensionar la coalición, se ajusta más a la estrategia del segundo mandato de Pedro Sánchez que a la matraca del ‘peligro para la democracia’ y el anunciado fin del Estado de derecho.