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No os levantéis de las tertulias, son vuestras

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La revelación de los audios de José Manuel Villarejo con Antonio García Ferreras y Mauricio Casals está teniendo un efecto boomerang sobre un buen puñado de medios independientes. Sus lectores, nuestros lectores, son especialmente críticos, inteligentes y defensores del mejor periodismo. Es lógico que la indignación pase por exigir coherencia integral (no hay otra forma de coherencia). Y es legítimo el debate sobre en qué tertulias sentarse y de cuáles irse. Pero entonces respondamos con honestidad a otra pregunta. Si los periodistas críticos, los perfiles progresistas, abandonan las tertulias ¿Quién hablará por ellos? ¿Quién defenderá sus opiniones? ¿Quién ocupará su sitio? Es fácil. Cuando la izquierda se levanta de la mesa, se sienta la derecha. El discurso que ahora se denuncia no tendrá contrapeso. Las malas praxis, las mentiras y los bulos no tendrán respuesta en la distancia corta.  

Costó mucho que entraran otras voces en los programas de máxima audiencia. Lo recordaba el periodista Pedro Vallín en Twitter: “Podemos nació con una premisa rompedora y eficacísima: como los medios son enemigos del cambio, infiltrémonos como troyanos”. En la última gran crisis, la televisión fue abriéndose a un espectro político y social antes desaparecido. Había demanda de un discurso más elaborado y diverso, se colaron en el prime time, la audiencia respondió y las tertulias cambiaron. Si esas voces ahora se “desinfiltran”, seguirán haciendo el mejor periodismo desde sus cabeceras, pero abandonando un espacio donde hay millones de personas al otro lado que no están suscritas a sus medios. No nos engañemos, no hay un Eduardo Inda, hay decenas. Y seamos realistas, las tertulias son similares. ¿Se quedarán esas mesas “limpias como la patena”, como ha dicho Macarena Olona?.

Cuando la izquierda se levanta de la mesa, se sienta la derecha. El discurso que ahora se denuncia no tendrá contrapeso. Las malas praxis, las mentiras y los bulos no tendrán respuesta en la distancia corta

Las mesas donde se sentaba Podemos hasta hace un año son las mismas desde 2014. Las reglas no han cambiado. Pablo Iglesias sufrió los ataques de Eduardo Inda en directo durante años y decidió seguir plantando cara. Inda no era distinto antes de ahora. ¿Qué derecho hay a pedir a cualquier profesional que se levante? ¿Por qué no puede un compañero tomar su decisión sin sufrir ataques furibundos? Los periodistas a los que señala Podemos para que se levanten nunca cuestionaron a Pablo Iglesias por ir a la ultraderechista Intereconomía, a la iraní Hispan TV, o a su bestia negra, “Ana Rosa”, ni a tantos otros.

El contexto es durísimo, es cierto. Los audios de Villarejo han abierto el debate sobre la persecución a un partido y la connivencia de los medios con toda su crudeza. Es normal que parte de la opinión pública se indigne. Más cuando se han difundido bulos. Cualquier periodista en la cadena de información, del director al redactor, es responsable máximo de ofrecer información veraz. Si fallamos en eso, en lo fundamental, estamos obligados a reflexionar. Y cuando fallaron las diligencias tan a menudo, como las infinitas acusaciones contra Podemos y tantas otras causas sociales de izquierdas, merecen una reflexión mayor. 

Claro que es necesario que los periodistas busquemos el espacio y el tiempo para abrir una conversación sobre el ejercicio de nuestra profesión y la rendición de cuentas del poder. Sobre nuestra capacidad para destapar la corrupción. En esos años de crisis hubo presión y acoso contra Podemos. Pero también lo hubo en las redacciones. Hubo silencio, censuras, arrinconamiento de profesionales, se desmantelaron secciones enteras de investigación, hay quien abandonó la redacción y otros se quedaron ingeniándoselas en busca de una grieta por donde contar noticias. Para los periodistas defensores de la información veraz, hubo más castigos que premios. Es imprescindible esa reflexión de cara al futuro. ¿Qué haremos para que no vuelva a pasar? ¿Cómo evitaremos la próxima cloaca? ¿Cómo haremos cuando vengan mal dadas para garantizar el derecho a la información al que nos debemos? 

Mientras el Congreso acogía el debate del estado de la nación, el elefante no ha salido de nuestra habitación. Cuando pasen unos días, bajará la polémica y volverá el escenario de regresión, de posible crisis económica, de cambios geopolíticos desconocidos hasta ahora. Para entonces, hay periodistas que necesitamos en las tertulias y estarán fuera.

No puede seguir habiendo efectos colaterales sobre quienes no se lo merecen. Serán los medios independientes como infoLibre, eldiario.es, La Marea, El Salto… y otros muchos quienes estén ahí el día de mañana. Seguiremos ahí. Sin lectores somos más frágiles y vulnerables para garantizar el derecho a la información. Y si han leído hasta aquí, quédense en el futuro. Sois nuestro mejor escudo. Acompáñennos en la reflexión e indígnense también contra el periodismo cuando sea necesario. Eso es defender la democracia. Y a los periodistas decentes, no os levantéis de la mesa, esos sitios son vuestros. 

La revelación de los audios de José Manuel Villarejo con Antonio García Ferreras y Mauricio Casals está teniendo un efecto boomerang sobre un buen puñado de medios independientes. Sus lectores, nuestros lectores, son especialmente críticos, inteligentes y defensores del mejor periodismo. Es lógico que la indignación pase por exigir coherencia integral (no hay otra forma de coherencia). Y es legítimo el debate sobre en qué tertulias sentarse y de cuáles irse. Pero entonces respondamos con honestidad a otra pregunta. Si los periodistas críticos, los perfiles progresistas, abandonan las tertulias ¿Quién hablará por ellos? ¿Quién defenderá sus opiniones? ¿Quién ocupará su sitio? Es fácil. Cuando la izquierda se levanta de la mesa, se sienta la derecha. El discurso que ahora se denuncia no tendrá contrapeso. Las malas praxis, las mentiras y los bulos no tendrán respuesta en la distancia corta.  

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