Cuando la oposición no está a la altura

Ha vuelto a ocurrir. El resbalón de Alberto Núñez Feijóo en su entrevista con Carlos Alsina responde a la incapacidad del PP para asumir la decisión y las consecuencias de gobernar con la ultraderecha allá donde suman. “No quería pactar con Vox”, decía en Más de Uno, en Extremadura, Valencia… en las cinco comunidades donde gobiernan juntos. Pero la estabilidad es mejor que la repetición electoral. Los reflejos de Alsina le hicieron ver que ese argumento bien puede ser el de Pedro Sánchez. Pactar con Junts y repetir el gobierno de coalición antes que volver a lanzar los dados en un país sumido en el estrés de un ciclo electoral interminable. Decía también Feijóo que prefiere no gobernar con Vox, pero si los números no dan, qué remedio. Reconociendo sin darse cuenta que lo legítimo para él debe serlo para otros. Que el PSOE, como acaba de hacer el PP en su investidura fallida, puede ahora buscar sus propios pactos. 

“De argumentos estamos sobrados”, decía. De escenarios imposibles, también. Feijóo, que ve mentiras por todas partes, va creando ficciones sobre lo que ha ocurrido desde el 23J en adelante. Ficción 1. Insistir a estas alturas en que ha podido ser presidente con los votos de Junts. La sorna gallega de Rajoy dio grandes momentos. Ni en las peores crisis perdía los papeles. Al contrario, Feijóo se está deslizando por un estilo de sorna faltona, algo soberbia e incomprensible con la anterior imagen de hombre de centro, tranquilo, ganador nato. “¿Por qué usted acredita que tengo menos capacidad para mentir que Sánchez. ¿Por qué tengo yo que contar la verdad a Vox? Abascal me vota –decía en la misma entrevista– y luego llevo a la Cámara una proposición de ley de amnistía”. “Bromas aparte”, remató… dejando un halo siniestro en el argumento.

Es política ficción que pudiera engañar a Abascal y Puigdemont igual que lo es arrogarse haber sacado a Vox de la ecuación de gobierno. Vox lo rechazó porque la investidura no iba a salir. De lo contrario, a estas alturas estarían repartidas las carteras y las vicepresidencias. Para Feijóo, “Vox es el salvavidas de Sánchez”. Pero sin Vox, el PP no se hubiera quedado a cuatro escaños de formar gobierno, sino a 45. Vox salva al PP en cinco comunidades, en las alcaldías de Valladolid, Burgos, Guadalajara, Toledo y Ciudad Real, en un largo etcétera de decenas de municipios.

Feijóo se está deslizando por un estilo de sorna faltona, algo soberbia e incomprensible con la anterior imagen de hombre de centro, tranquilo, ganador nato

La acusación de parcialidad del líder del PP al Tribunal Constitucional ha sentado mal internamente. Y, además, es un señalamiento construido sobre el mismo modelo de argumento-ficción. Asegura que la renovación del CGPJ favorecería al PSOE y no ayudaría a la independencia judicial. Al margen del mandato europeo y constitucional, hablamos de una ley que utilizó el PP para nombrar a los vocales conservadores que llevan cinco años con el puesto expirado. Otra vez, no los renueva porque no quiere. Porque el PP considera que le favorecen los vocales elegidos por ellos y no otros. 

Vienen semanas de tensión política con múltiples negociaciones a varias bandas. Días cruciales para una posible legislatura inédita en su configuración y apoyos. Una investidura que toca los nervios de asuntos nacionales no resueltos. El PSOE tiene por delante seis pactos abiertos en busca de apoyos y de un equilibrio entre la agenda social y territorial. Semanas de negociaciones que ponen a los partidos ante el espejo de qué quieren ser y para qué quieren servir a corto y medio plazo. Le pasa al PSOE con el revulsivo de la ley de amnistía. Al PNV en su competición con Bildu disputando su lugar en un País Vasco en plena transformación sociológica que se escapa al radar de Madrid. Le pasa a Junts con sus bases más hiperventiladas. A ERC, que preside Cataluña, frente a su lugar en la izquierda, en el independentismo y en la gobernabilidad propia y nacional. Le pasa a Sumar, con Podemos presionando a la cúpula por el número de carteras.

En el escenario de que salga adelante la investidura de Pedro Sánchez, cada pacto y debate es nuclear para los próximos años. Y son tan relevantes que no merecen una oposición dedicada al derribo, empeñada en deslegitimar a todos los actores, en la creación de ficciones. Mientras está por ver si cuajan los acuerdos del PSOE a seis bandas, el PP, que habla de pactos de país, no se va a colocar en el lugar de la oposición de Estado.

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