La estrategia es de hace tiempo, no es ciencia infusa “del pueblo” y la alienta el PP. La utilización de ETA para atacar primero a la coalición y después a Pedro Sánchez llegó a su máximo apogeo durante la campaña de las autonómicas. En el debate del Senado de la Ley de Vivienda, a los populares les pareció una buena idea orquestar una campaña para que cada intervención en tribuna llevara el Sánchez-ETA. Fue un día como hoy, a once días de la cita con las urnas, cuando el senador popular Pedro Rollán dijo aquello de “los cimientos de la ley de vivienda se levantan encima de los escombros del atentado del Hipercor”.
Cómo tiene que funcionar la cabeza del senador Rollán para vincular políticamente el coche bomba que dejó 21 muertos y 45 heridos con una ley que aborda uno de los principales problemas sociales del país. Y cómo se ha deteriorado tanto el nivel de conversación pública en el ‘A por todas’ del PP para que el partido no le abriera un expediente porque no hacía otra cosa que cumplir la consigna. Cada peldaño parecía el culmen de un ignorar deliberado a las víctimas y la memoria compartida de la lucha contra ETA. Una escalera por la que siempre se puede bajar un poco más. Cuca Gamarra faltó a la memoria del fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba acusándolo de “cómplice” de ETA. Isabel Diaz Ayuso ensalzó y dio luz verde al uso del ‘Que te vote Txapote’ en el Parlamento de Madrid.
Si algo se levanta sobre esas cenizas de Hipercor es la banalización del PP de la violencia. Las causas y sus consecuencias en las espirales de odio son difusas, difíciles de delimitar. Lo aprendimos también en los años de plomo y la kale borroka. Ahora, tenemos a periodistas de TVE huyendo de un energúmeno que les grita la misma frase seguido de un “Os voy a matar a ostias”. O al equipo de redactores del ente público sufriendo un acoso permanente en los San Fermines entre crónica y crónica.
La popular María San Gil, víctima también como amiga presencial del asesinato de Gregorio Ordóñez, ha confirmado por qué lo hacen. Por más que Consuelo Ordóñez les haya pedido condenar y no usar el deleznable cántico, la política del PP ha confesado entre risas que la campaña está por encima del dolor. El estribillo funciona y, por tanto, da votos. Lamentablemente, la Justicia no parece funcionar en estos casos. El concejal de Manuela Carmena, Guillermo Zapata, se sentó en el banquillo de la Audiencia por un tuit de humor negro en 2016 por un presunto delito de humillación a las víctimas. En contraste, el comunicado de varias asociaciones de víctimas ha estallado contra el uso espurio del cántico electoral y la Fiscalía de la Audiencia no ha abierto una sola instrucción de oficio, con la cantidad de veces que pidió cárcel en su día por frases similares.
el líder del PP hizo algo más, se negó a mencionar expresamente la violencia machista que niega su socio. Y se negó a hacer un llamamiento a que deje de usarse el cántico a Txapote. No lo negó, porque sirve en campaña
Causas judiciales aparte, el patrón es muy similar al del 28-M. Ignorar el daño que hacen a las víctimas de ETA, sembrar la duda sobre el proceso electoral, ponerse de perfil en la condena expresa de la violencia machista. Con todas las encuestas a favor, el PP podría hacer una campaña más limpia. Sin necesidad de alterar el clima social. De impregnar el ambiente de un halo de supuesto pucherazo. Han pasado de la “trama generalizada” de compra de votos -aquellos casos aislados el 28-M- a la llamada de Feijóo a la sublevación de los carteros contra sus jefes en el reparto de las papeletas por correo. Antes se encargó Esteban González Pons de cuestionar las instituciones, ahora es directamente el presidente del PP. Otro paso más.
Como apunta el doctor en Derecho Constitucional, Carlos Hernández, “para quienes se empeñan en desacreditar los procesos electorales en nuestro país, se acaba de publicar la última edición del 'Electoral Integrity Global Report': España es uno de esos países donde las elecciones son limpias, pacíficas y competitivas”.
En el cara a cara electoral, Feijóo incurrió en numerosas imprecisiones de manera deliberada. Era parte de los reflejos y preparación de Sánchez haberlos desmontado. Pero el líder del PP hizo algo más, se negó a mencionar expresamente la violencia machista que niega su socio. Y se negó a hacer un llamamiento a que deje de usarse el cántico a Txapote. No lo negó, porque sirve en campaña. Y esto dependía solo de él. Feijóo sabe que el PSOE y Sumar no tienen ningún interés en una baja participación. Y sabe que el sistema electoral es seguro. Pero también sabe que es fácil levantar sospechas sin asumir después responsabilidades. Y en un clima revuelto contra Sánchez, pescarán algo más. Merecemos un clima político más limpio, y unas campañas basadas en las propuestas y no el odio.
La estrategia es de hace tiempo, no es ciencia infusa “del pueblo” y la alienta el PP. La utilización de ETA para atacar primero a la coalición y después a Pedro Sánchez llegó a su máximo apogeo durante la campaña de las autonómicas. En el debate del Senado de la Ley de Vivienda, a los populares les pareció una buena idea orquestar una campaña para que cada intervención en tribuna llevara el Sánchez-ETA. Fue un día como hoy, a once días de la cita con las urnas, cuando el senador popular Pedro Rollán dijo aquello de “los cimientos de la ley de vivienda se levantan encima de los escombros del atentado del Hipercor”.