Segunda jornada de campaña electoral. El PP distribuyó argumentarios para sacar provecho propio de la victoria de su correligionario David Cameron, en la línea marcada el viernes por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría desde la rueda de prensa posterior al consejo de ministros, donde ella decide lo que es asunto de gobierno y lo que es asunto de partido, según convenga. Se les había puesto a todos y todas una sonrisa británica, que ha quedado (provisionalmente) interrumpida por el luto improvisado tras el trágico accidente de un Airbus militar en Sevilla.
Pretende Mariano Rajoy hacer una simple traslación: las encuestas se equivocan, hay una "mayoría silenciosa” que nos apoya, el “voto oculto” es el de la gente que cree que la economía va bien y que hemos hecho “lo que había que hacer”. Igualito que en Gran Bretaña.
Va a costar interrumpir el éxtasis en el que han entrado el presidente del Gobierno y la dirección del PP, pero conviene no olvidar algunas diferencias entre lo ocurrido en Gran Bretaña y lo que pasa en España:
1.- El Reino Unido pertenece a la UE pero no a la zona euro, como todo el mundo sabe. Para no extendernos, tiene un Banco Central que le ha dado a la manivela de fabricar billetes cuando lo ha necesitado, del mismo modo que lo ha hecho la Reserva Federal de EEUU. Y de la misma forma que lo hizo finalmente el BCE para, entre otras cosas, evitar que España se despeñara con una prima de riesgo en más de 600 puntos.
2.- Londres ha criticado (como lo ha hecho Obama) muchas de las medidas tomadas en la zona euro, a la que han reclamado políticas expansivas y no exclusivamente centradas en el recorte del gasto público y en la reducción del déficit. Rajoy ha sido el alumno predilecto y más obediente en la aplicación del 'austericidio', sólo corregido desde el BCE en el último año.
3.- Los recortes sociales han sido durísimos en el Reino Unido y en España, y de hecho en algún momento puntual las calles de Londres registraron protestas masivas y hasta violentas. Pero la tasa de paro en Gran Bretaña está en el 5,6%, mientras aquí supera el 23%.
4.- La deuda pública del Reino Unido está en el 90% de su PIB, mientras en España ha subido del 68,5% en 2011 al 98% en 2014, pese a que Rajoy proclamaba antes de llegar a la Moncloa que este país “no se puede permitir” tal peso de la deuda.
5.- Comparar las políticas seguidas por Cameron respecto a Escocia y las de Rajoy respecto a Cataluña es simplemente ofender a la inteligencia. Baste recordar que en Escocia se permitió un referéndum legal, en el que sólo votaron los escoceses y en el que los independentistas perdieron. La campaña del miedo al independentismo encabezada por Cameron ha beneficiado, eso sí, a los nacionalistas escoceses, y ha servido de paso para destrozar el apoyo al laborismo.
6.- Cameron no ha tenido un Bárcenas (y mucho menos cuatro); ni preside un partido que lleva 25 años funcionando con dinero negro y sobresueldos mientras predica que hay que perseguir el fraude fiscal y moderar los salarios. De hecho es inimaginable que Cameron no hubiera dimitido a las tres horas de conocerse que enviaba SMS (“Ánimo”, “Luis, sé fuerte”) a su tesorero después de saber que éste ocultaba millones de euros en Suiza. Un ejemplo sencillo: hace sólo un año dimitió la ministra de cultura de Cameron, María Miller, tras devolver 7.000 euros que había facturado de más en gastos parlamentarios.
Es posible que las encuestas se equivoquen aquí tanto como lo han hecho en Gran Bretaña. Pero pensar que todos los indecisos son ciegos a las diferencias entre un país y otro, o entre unas costumbres democráticas o de exigencia ética y otras, es un poquito osado. Algo habremos aprendido de lo ocurrido en los últimos años.
Segunda jornada de campaña electoral. El PP distribuyó argumentarios para sacar provecho propio de la victoria de su correligionario David Cameron, en la línea marcada el viernes por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría desde la rueda de prensa posterior al consejo de ministros, donde ella decide lo que es asunto de gobierno y lo que es asunto de partido, según convenga. Se les había puesto a todos y todas una sonrisa británica, que ha quedado (provisionalmente) interrumpida por el luto improvisado tras el trágico accidente de un Airbus militar en Sevilla.