Ya hace muchos meses que Pablo Iglesias hizo una confesión de su adhesión a la socialdemocracia, por ejemplo en el programa Salvados de La Sexta.
Y hace nada que García Page ha dicho lo mismo de Podemos.
Es normal, porque en las reivindicaciones de Podemos (y en las anteriores de los indignados) no hay cosas que choquen con un programa socialdemócrata.
El invento del frente popular, el marxismo-leninismo y los soviets es una malintencionada añagaza dirigida a ciudadanos de extrema derecha o a otros ignorantes asustadizos con cuyo apoyo se cuenta. Quienes repiten esos “avisos” tampoco deben saber mucho de historia. Algo les habrán contado sobre el frente popular, y desde luego lo que ignoran es el contenido del marxismo-leninismo, que también mezclan a veces con populismo. Desfile de modelos de cabeza-turmix.
Pregunta y sorpresa. La pregunta es qué dificultad debería existir para que puedan converger Podemos y PSOE a través de acuerdos fáciles.
La sorpresa viene cuando se supone precipitadamente que la socialdemocracia es el campo por donde el PSOE circula espontáneamente, donde juega en casa. ¿No era siempre así? ¿A qué vienen estos de Podemos? ¿No es el “Estado de Bienestar” el modelo básico de la socialdemocracia y del PSOE?
Claro que sí, pero no sin algún problema. Porque ¿cómo se casa con la promoción de ese Estado de Bienestar el…
* …ponerse casi automáticamente a las órdenes de la dictadura financiera internacional-globalizante, mediante una modificación constitucional acordada con nocturnidad?
* …apuntarse al escudo antimisiles tras una llamada de Obama, a la que se responde “sí, gwana”?
* …exportar armas a países que no garantizan los derechos humanos?
* …mirar para otro lado cuando los exlíderes se van a ocupar sillones de consejeros “independientes” de las empresas más poderosas para hacerles gestiones imprecisas (“pero a ti quién no se te pone al teléfono”) sin considerar qué víctimas producen tales empresas en España o fuera? (no enumero)
Y aún parece que se plantea el votar positivamente el proyecto de acuerdo de libre comercio de Europa con los Estados Unidos, lo cual generará conflictos que zanjarán empresas interesadas, puestas por encima de instancias judiciales europeas. Crearía además excepciones en legislación europea (p. ej. Laboral), Y debería aceptar que productos estadounidenses se den por equivalentes a los similares europeos, sometidos a las más exigentes normas de protección de la seguridad y de los consumidores. Parece que el Grupo Socialista del Parlamento Europeo se prepara para aprobar este fatal tratado. El PSOE guardará la línea, se supone.
Son unos ejemplos de cómo nuestro querido PSOE tiene algunas chinas en sus zapatos socialdemócratas, solo con mirar varias importantes decisiones que ha ido adoptando.
Pero son muchos años los que arrastra la institución de este partido. Debemos ser comprensivos con la rigidez de su aparato, con la cultura funcionarial de sus empleados, que buscan satisfacer a sus jefes internos, a quienes apenas se recuerda el latir cotidiano de la calle. Son muchos años pasando pruebas, pensando que cuatro años dependen de un día. Largas búsquedas de notas altas en marketing electoral, más fáciles de dominar que la pelea diaria allá donde la gente está.
Creo en serio que debemos ser comprensivos y entender que a primera vista un partido emergente y crítico le pareciera al PSOE sospechoso de populismo. No es fácil entender que un extraño venga a enseñarte tu propia lengua.
Por suerte ahora los que llamamos socialistas van captando que hay algo de justo en el largo declive de su viejo partido. Tampoco deben olvidar que el tener ahora más acceso a algunos poderes se debe a la catástrofe del PP más que a sus méritos. Porque entretanto el mismo PSOE ha continuado cayendo desde su mismo bajo suelo anterior. Un efecto al que desde dentro tendrán que buscar la causa sin desviar la mirada para proclamar éxitos que no lo son.
Bienestar. ¿Y qué es el cacareado Estado de Bienestar? Es aquello en lo que se coincidió sorprendentemente entre SPD y CDU de Alemania, poco después del fin de la Guerra Mundial. Los socialdemócratas concretaron laboriosamente su identidad política tras una década de preparación de su programa de Bad Godesberg (1959). Y esa sociedad no quedaba tan lejos de una “Economía social de Mercado”, sobre la que Helmut Kohl decía un día en el Consejo Económico de la CDU (1996):
“La economía social de mercado es el orden de la sociedad de la libertad y de la convivencia humana: ambas son inseparables. Su sólida vinculación fue el fundamento de la rápida reconstrucción de Alemania después de la guerra. […] No nos dejaremos engañar por falsos profetas que de cuando en cuando dicen y en publicaciones famosas predican la doctrina de que la palabra “social” ya no viene a cuento. Yo rechazo decididamente esas pretensiones”.
Fallo del punto social. Eso es lo que aquí ha sucedido, en plena expansión de las fuerzas del dinero ciegamente cazado y apropiado para la mayor desigualdad, tras la nacionalización de las pérdidas de los bancos y la privatización de la deuda pública, muchos que sufren las consecuencias han salido a la calle indignados. Cierto que cierta gente llevaba años despolitizada, sin saber mucho lo que es informarse y participar políticamente de verdad. Pero al cabo de tales experiencias públicas, algunos han reflexionado y desde la universidad han convocado a la acción política, a formar un partido. Pedían socialdemocracia sin contar con el PSOE, el supuesto profesional del asunto.
Puestos a comprender, no debe extrañar que, de entrada desde Podemos, los articuladores de la indignación hayan expresado pretensiones algo primarias y faltas de realismo y cálculo práctico. Aquello de o soy presidente o no sé qué haré si me toca estar mezclado con la casta. Y cosas así.
Nadie es el único. Cualquiera que busca de verdad la libertad, la justicia y la solidaridad humana tiene que aprender a entenderse y cooperar. Eso es difícil si uno lucha solo por imponerse a otro parecido. Pero existe la solidaridad. Y poder compartido es más poder.
Para terminar. Quiero solo añadir que las reivindicaciones supuestamente izquierdistas coinciden elementalmente con las de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Enumero una serie de elementos (y utilizo términos literales de la Declaración):
Toda persona tiene derecho a la seguridad social y a obtener la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales; toda persona tiene derecho al trabajo en condiciones equitativas y satisfactorias, a una remuneración que permita la existencia digna de la familia; un trabajo igual exige una retribución igual, trátese de un varón o una mujer; todos tienen derecho al descanso y a un tiempo libre, y a vacaciones pagadas, y a un nivel de vida adecuado que asegure salud y bienestar, alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica, cuidados a la maternidad y a la infancia; todos tienen derecho a la educación obligatoria al menos en grado elemental, y al acceso a estudios superiores igual para todos, en función de los méritos de cada uno; toda persona tiene derecho a participar libremente en la vida cultural de la comunidad; y toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social internacional en el que los derechos humanos se hagan plenamente efectivos
Si todo eso sucede y se reconoce ¿no estamos en "Estado de Bienestar"?
Y entonces ¿el mundo entero se habría hecho radicalmente de izquierdas?
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No. Será que la sociedad ha alcanzado la normalidad de la convivencia humana. Lo que pasa es que el imperio globalizador de las finanzas como valor único real, lo que llamamos dictadura neoliberal (que de liberal no tiene ya mucho) está desplazando la situación económica y política hasta tal derechismo inhumano, que lo que de por sí sería un centro políticamente equilibrado pasa por peligroso izquierdismo. Los más “pringados” en el “sistema” lo aborrecen y lo tachan de marxista-leninista, con todos esos engaños interesados que mencionaba al principio.
Pues sí, dejemos tranquilos a los soviets. Podemos es socialdemócrata. El PSOE ojalá más.
Podemos hacer país, si queremos. Que si no queremos, no podremos.
Ya hace muchos meses que Pablo Iglesias hizo una confesión de su adhesión a la socialdemocracia, por ejemplo en el programa Salvados de La Sexta.