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Ni info, ni Libre

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Llevo días esperando no tener que escribir este artículo, rezando –a la virgen laica– para que no hubiera necesidad de escribirlo, deseando que el hecho de que infoLibre no haya informado sobre el asunto se deba sólo a un error –falta de espacio para publicar la noticia, el olvido de un redactor, un fallo informático que la borró un segundo después de haber sido publicada– y no a la voluntad de ocultarlo. Días asomándome a las páginas de este diario, sobre cuya integridad profesional hasta ahora no había tenido dudas, esperando encontrar en ellas una razón que explique el ominoso silencio que mantiene y que me obliga a romper el mío.  Hoy mismo, antes de empezar a pergeñar este párrafo, he vuelto a sobrevolar con el ratón sus titulares, me he asomado con un clic a sus secciones buscando, si no la noticia, que hoy ya carecería de actualidad, al menos una excusa que explique el porqué de su ausencia y mitigue en parte la vergüenza de este incomprensible mutismo.

He llegado incluso, harto ya de dudar de infoLibre, a desconfiar de mí y, temiendo no haber estado suficientemente alerta, he acudido finalmente a su buscador en solicitud de ayuda. He escrito: “El Real Madrid gana la copa de Europa” y he pulsado intro.  ¿Qué creen que me ha respondido el buscador después de bucear en lo publicado por infoLibre sobre el tema? Esto: “El presidente del Real Madrid, prostitutas y dinero sucio”. Al principio pensé que se trataba de una de estas crónicas deportivas llenas de metáforas y alegorías en las que el periodista en vez de escribir “En el minuto 43, Fulano subió rápidamente la banda”, escribe “En el minuto 43, Fulano era un repartidor de pizzas con el semáforo en ámbar”, pero no. Si en infoLibre buscas “El Real Madrid gana la copa de Europa”, lo que te sale es “El Presidente del Real Madrid, prostitutas y dinero sucio”. Así de sesgado es su algoritmo. Lo pueden llamar buscador pero para mí es la Siri de Mundo Obrero.

El lector inocente puede atribuir ese silencio sobre cuestión tan importante al hecho de que infoLibre carezca de una sección de deportes, aunque nada impedía al periódico haber incluido su relato en el apartado de Cultura, habida cuenta de que en el segundo tiempo lo del Madrid fue pura música. No, no cabe el engaño. Si infoLibre hurtó a sus lectores esa información es por el feroz antimadridismo de quienes dirigen este medio. El que en él escriba Luis García Montero –merengón confeso– es simplemente la coartada perfecta bajo la cual Jesús Maraña y Manuel Rico dan rienda suelta a su soterrado odio al Real Madrid. El bueno de Luis, en su candidez de poeta, no se da cuenta de que si le permiten publicar el domingo es para tenerle ocupado la víspera y joderle así el partido del sábado.

Consideración aparte merece la carencia de una sección de Deportes. Sólo puede deberse a una especie de concepción paternalista del periodismo que, inspirada en el despotismo ilustrado, quiere ofrecer a sus lectores una versión expurgada de la actualidad. “Toda la información para el pueblo, pero sin el pueblo”. Pues bien, señores de infoLibre, el pueblo quiere que si el Real Madrid gana la Copa de Europa se le informe de que el Real Madrid ha ganado la copa de Europa o que si Bustamante se separa de Paula Echevarría, se le dé cumplido detalle del triste suceso –miedo me da acudir al buscador a ver cómo han tratado ustedes esa noticia–.

Lo que ocurre con estos medios progresistas y sesudos, sépalo el lector, es que derraman sobre el fútbol un rigorismo intelectual que está contraindicado con el espíritu de este deporte. Al fútbol no se puede uno acercar desde la razón. ¿Qué explicación racional puede darse a que cada vez que marca el Madrid un servidor sienta la inexorable necesidad de levantarse del sofá y celebrarlo con un bailecito ritual frente a la tele?

¿Es mucho pedir a infoLibre que por un instante se aleje de la circunspección de ese periodismo martirio de fiscales y corruptos que practica y se dedique a lo verdaderamente importante? ¿Qué le hubiera costado a Jesús Maraña –habitualmente desocupado– haberse trasladado a Cardiff para cubrir la cita? Maraña no tenía excusa salvo que, acostumbrado a la vida regalada de lo que yo llamo latin journalist –el periodista al que sus éxitos acaban convirtiendo en una especie de playboy de la información-, prefiriera pasar otra noche de sábado debatiendo en televisión con Marhuenda. Es una lástima porque una adecuada cobertura de la final hubiese permitido perspectivas periodísticas muy interesantes e incluso trascender lo meramente deportivo para encontrar enfoques coincidentes con el posicionamiento editorial de infoLibre.

Por ejemplo, un medio que define su periodismo como comprometido no puede permanecer ajeno a la tremenda injusticia que vivimos los aficionados del Real Madrid. Quiere el tópico que sea reconocida como afición tradicionalmente sufridora la del Atleti pero puedo asegurarles que se sufre mucho más siendo madridista. Ser del Madrid duele. ¿O no es doloroso que, mientras en la mayoría de equipos se tema la derrota, en el Madrid, desde que Sergio Ramos es capitán, la victoria también asuste?

El Madrid no regala nada. Fiel a la lucrativa filosofía de su presidente, a todo pone precio. Del mismo modo que para disfrutar de la elegancia seductora de Zidane hemos tenido antes que sufrir la vergüenza lloricona de Mourinho, los cabezazos salvadores de Ramos cotizan a un precio abusivo: tener que escuchar después al protagonista. Sostengo la teoría de que hay una relación inversamente proporcional entre el número de tatuajes que luce un futbolista y la agudeza de su discurso. Así, mientras en otras hinchadas, cuando tu equipo va ganando, el pitido final da paso a una festiva relajación, si eres del Madrid, a medida que se aproxima ese momento la alegría se va tornando en una cierta desazón porque sabes que algún periodista acabará pidiendo al central andaluz, como primer capitán del equipo, su impresión sobre el partido.

Tal vez la culpa no sea suya. Hace un año, en Estados Unidos se prohibía a los menores de 10 años rematar con la cabeza tras la petición de un grupo de padres preocupados porque el impacto del balón sobre sus delicadas meninges pudiera ocasionarles algún tipo de daño. No está comprobado que el temor tenga base científica. Ni tampoco que surgiera en los padres tras escuchar una entrevista a Sergio Ramos.

Pero, sin duda, la perspectiva que más se ajusta al periodismo que gusta a quienes dirigen infoLibre y que haría merecer al fútbol sección estelar entre sus contenidos es la que permite observar cualquier partido bajo el prisma de la corrupción. No de esa corrupción a gran escala que muchos suponen detrás del negocio millonario en que se ha convertido este deporte y que salpica a presidentes, intermediarios y jugadores sino a la corrupción a pie de césped: el teatro fullero que algunos futbolistas despliegan sin que su descaro tenga consecuencias pese a que sus tramposas maniobras quedan recogidas cada semana por numerosas cámaras.

Ciudadana Del Rosario

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Unas artimañas cuya evidencia innoble queda acentuada por contraste con el vigoroso festejo de algunos goles: violentos choques de pecho, eufóricas melés, repentinos saltos a traición de un compañero sobre la espalda de otro... Lances, en fin, que al resto de los mortales podrían ocasionarnos un mes de baja laboral y que ellos soportan como si nada y sin perder la sonrisa, mientras que un instante después los mismos protagonistas de esas viriles celebraciones caen fulminados por un dolor insoportable cuando un contrario apenas les roza pese a que, como digo, todas sus acciones quedan recogidas por la televisión. Sueño con una rueda de prensa deportiva en la que algún valiente periodista se atreva a preguntar a uno de estos futbolistas piscineros:  “¿Qué parte no entiendes de la cámara lenta?”. Aunque es posible que lo que entiendan mejor que nosotros es el mecanismo del engaño –corrupción al fin- que sólo nos indigna cuando nos ocasiona un perjuicio mientras que su escozor queda atenuado cuando nos beneficia o lo practica alguno de los nuestros.

Pues bien, todo esto que acabo de contarles, incomprensiblemente, no interesa a infoLibre, un medio capaz de dedicar cuantas páginas hagan falta a chismes como lo del fiscal Moix quien, por cierto, dado el desinterés futbolístico de Rico y Maraña, tenía muy fácil haberse zafado de su justiciera vigilancia: bastaba con que, además de Fiscal Anticorrupción, hubiera sido Balón de Oro.

 

Llevo días esperando no tener que escribir este artículo, rezando –a la virgen laica– para que no hubiera necesidad de escribirlo, deseando que el hecho de que infoLibre no haya informado sobre el asunto se deba sólo a un error –falta de espacio para publicar la noticia, el olvido de un redactor, un fallo informático que la borró un segundo después de haber sido publicada– y no a la voluntad de ocultarlo. Días asomándome a las páginas de este diario, sobre cuya integridad profesional hasta ahora no había tenido dudas, esperando encontrar en ellas una razón que explique el ominoso silencio que mantiene y que me obliga a romper el mío.  Hoy mismo, antes de empezar a pergeñar este párrafo, he vuelto a sobrevolar con el ratón sus titulares, me he asomado con un clic a sus secciones buscando, si no la noticia, que hoy ya carecería de actualidad, al menos una excusa que explique el porqué de su ausencia y mitigue en parte la vergüenza de este incomprensible mutismo.

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