Los pellets han desaparecido de la actualidad. El problema medioambiental causado por las más de 20 toneladas de microplásticos extraviadas a principios de diciembre no es un asunto de campaña. La Xunta, evidentemente, no quiere hablar de ello y el volumen recogido y número de voluntarios han ido decayendo. La gravedad no se asemeja a la del Prestige (que marcó a la sociedad gallega hasta retirar la mayoría al PP) pero el modus operandi de la Xunta, sí.
Como ha afeado el ministro de Transportes, Óscar Puente, y ha publicado Praza, la Xunta pasó de pedir lo que Teresa Ribera llamó “la Armada Invencible” (por la cantidad de recursos) al Gobierno de España a mentir sobre la utilización de los que tenía a su disposición. Todo ello pese a decir, contra toda evidencia científica, que donde más necesaria era la ayuda no era en la recogida sobre la arena sino en el mar para una tarea casi imposible.
He aquí un ejemplo de impostura que no ha sido el único en la campaña electoral. La Xunta supo desde el 13 de diciembre, cuando se empezaron a recoger las primeras bolitas, que había un problema. No hizo nada durante semanas, luego culpó al Gobierno, le pidió ayuda y lo criticó por no darle la que pedía mientras los barcos de titularidad autonómica sólo salían a buscar pellets en las notas de prensa. Utilizó un 40% de los helicópteros y embarcaciones que aseguraba que estaban manos a la obra. Ante datos así, las declaraciones grandilocuentes y el recurso al victimismo caen por sí solos.
Cabe preguntarse qué habría pasado de estar ante una catástrofe medioambiental si, más que actuar con lo que tiene a su disposición, el Gobierno de Galicia se enfrasca en acusaciones cruzadas y en trucar notas de prensa para hacer que hace.
Los pellets no son un asunto de campaña, pero las mentiras sobre su gestión han salido a la luz
Las responsabilidades judiciales por el vertido amenazan con ser otro campo de batalla entre Xunta y Gobierno si el PP conserva su mayoría absoluta, como cuenta aquí Daniel Lara.
Eclipsada por el gol en propia puerta que Feijóo le ha metido a Rueda por sus tratos con Puigdemont, la campaña del PP ha estado llena de imprevistos, que es justo lo que no quería. Desde la crisis de los pellets hasta el recurso a ETA (en este caso, contra el BNG), el PP está tirando de viejas estrategias para ganar las batallas de siempre, pero se ha visto incapaz de esconder las muchas grietas en el casco de un navío que sigue teniendo unas dimensiones notables, pero que se la juega a todo o nada. O llega pronto a puerto, aunque sea por la mínima, o se hundirá aunque sea a pocas millas de la costa.
La campaña se le está haciendo larguísima al PP, y aun así mantiene posibilidades de seguir en el poder, contra viento y marea. Todo ello si la izquierda no se moviliza lo suficiente.
Los pellets han desaparecido de la actualidad. El problema medioambiental causado por las más de 20 toneladas de microplásticos extraviadas a principios de diciembre no es un asunto de campaña. La Xunta, evidentemente, no quiere hablar de ello y el volumen recogido y número de voluntarios han ido decayendo. La gravedad no se asemeja a la del Prestige (que marcó a la sociedad gallega hasta retirar la mayoría al PP) pero el modus operandi de la Xunta, sí.