Es agosto y las noticias escasean. El curso político ha sido convulso y se ha alargado hasta el día siguiente de las elecciones, pero poco más. Con la espada de damocles de la investidura sobre nuestras cabezas, la sensación para los que hemos seguido trabajando estos días es de parón. O directamente de espantá.
Los políticos dejan de contestar al teléfono, en las apariciones televisivas proliferan fondos estivales y aparecen las conocidas como serpientes de verano, exprimidas hasta la última gota por políticos y periodistas en redacciones desangeladas, auténticos refugios climáticos contra la canícula. Y todavía no ha aparecido la palabra fetiche por excelencia de estas fechas: Gibraltar.
Hay quien se empeña en conocer ya el resultado de la votación de investidura. Antes de que se constituyan las Cortes o que el rey designe candidato. ¡Saquen sus pactómetros! ¿Cómo es posible que no sepamos ya el desenlace de la película?, se preguntan tertulianos con su mente concentrada a partes iguales entre dos cosas sagradas: la preocupación por el futuro de la patria y la cuenta atrás hacia sus propias vacaciones.
Para Miguel Tellado, vicesecretario del PP y fiel escudero de Alberto Núñez Feijóo, Sánchez no puede tomarse vacaciones. Ni aunque sea en vuelo comercial y en clase turista, pagada de su bolsillo. ¿Cómo se le ocurre? Lo dice tal cual, pese a que desde el 23J, la agenda oficial de Feijóo se ha mantenido en blanco salvo una reunión de partido al día siguiente de las elecciones y su presencia en las celebraciones litúrgicas de Santiago Apóstol. Pese a que es Feijóo quien primero se declaró candidato a la investidura y única opción posible salvo la del bloqueo y las elecciones.
La única reunión importante del líder popular fue un almuerzo con Santiago Abascal, pero no figuraba en la agenda. Fue revelada por Vox minutos después de que Cuca Gamarra diese una rueda de prensa en Génova negando que un contacto así se hubiese producido y asegurando que el PP siempre informa a la prensa con transparencia. Paradojas de la trazabilidad.
“Sánchez ha decidido poner kilómetros de por medio y alejarse de España. Irse nada más y nada menos que a Marruecos en un viaje personal que yo respeto pero que me parece una clara provocación que responde a la soberbia del personaje”, dijo este miércoles Tellado. ¡Pues menos mal que lo respeta! ¿Qué sería del PP, el partido de la moderación, si en la sala de máquinas hubiese dirigentes menos respetuosos? Qué poco se valora lo que se da por sentado.
Sirva esta procesión de hechos de indudable trascendencia (también podemos hablar de un pacto sobre la financiación autonómica para sellar la investidura con los partidos independentistas mientras 12 comunidades en vías de ser gobernadas por el PP, que son clave, están en contra) para reivindicar el descanso y la sonrisa.
Mejor que el combustible del odio y de la definición a través de la negación es la eterna promesa del verano como concepto en el que aspirar a vivir todo el año
El descanso es vital en cualquier dieta y mantiene fresco el espíritu. Permite pensar con mayor claridad. Sí, no pasa nada por desconectar un ratito de la política. Sobre todo, de esta política. En infoLibre ponemos nuestro granito de arena con veranoLibre, nuestra revista estival. Nos sobran los momentos memorables que se olvidan a golpe de acontecimiento histórico que queda sepultado por el enésimo hecho inédito. Todo ello seguirá ahí en unas semanas, cuando cada pocos días proclamemos el arranque del curso político para dar importancia a algún acto que seguramente no la tenga.
La sonrisa es, precisamente por la negatividad que a menudo nos consume durante el resto del año, la mejor de las terapias. Nos cuesta alegrarnos hasta con los datos de empleo, que ya damos por sentados que deben ser récord, que aun así parecen aburrir a periodistas y ciudadanos y a los que siempre se les puede buscar un pero.
Faltan en la política española grandes dosis de ese “optimismo atropológico” que acuñó Zapatero y que algunos confunden con ingenuidad, y sobra el supuesto atractivo intelectual del pesimismo, del “ya te lo dije”, de los agoreros que nunca construyen nada.
Falta ilusión por contribuir y, en la izquierda, faltó confianza durante la campaña electoral en la ciudadanía y en su capacidad para acertar el día que tocaba, pese a las cartas marcadas de las encuestas. Siempre estamos a tiempo. ¿Dónde están esos ciudadanos libres que confían en sus ideas y en sus vecinos (incluso cuando sus ideas no resultan mayoritarias)? ¿Acaso si aplicamos un poquito de perspectiva histórica, el último medio siglo no ha estado protagonizado más por los avances que por los retrocesos?
Les propongo no cejar en el empeño, un verano más, y que tratemos de conjurar el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad para reafirmarnos. Seguir a flote tiene sentido. La alegría tiene sentido. Todos tenemos como ciudadanos una responsabilidad pública. Mejor que el combustible del odio y de la definición a través de la negación es la eterna promesa del verano como concepto en el que aspirar a vivir, aunque sea tan solo unos minutos al día, el resto del año cuando arrecian las tormentas.
Es agosto y las noticias escasean. El curso político ha sido convulso y se ha alargado hasta el día siguiente de las elecciones, pero poco más. Con la espada de damocles de la investidura sobre nuestras cabezas, la sensación para los que hemos seguido trabajando estos días es de parón. O directamente de espantá.