La política está en los huesos

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El jueves, 24 de octubre de 2019, se llevó a cabo en el Valle de los Caídos la exhumación de los restos de un dictador, nuestro dictador. La historia del siglo XX ha creado dictadores para dar y regalar. La hermandad entre la violencia y el poder mediático convirtieron a los partidarios de las armas en unos expertos en las relaciones públicas para manipular el lenguaje y oponerse a la verdad de la Democracia (que es la verdad del Estado social). Hitler, Mussolini, Stalin, Franco, Pinochet, Videla…, fueron una seña de identidad del siglo XX.

El siglo XXI ha encontrado técnicas más suaves en Europa, América Latina y Norteamérica para seguir ejerciendo la explotación gracias a las relaciones públicas y las redes sociales, formas renovadas de la mentira que confunden el valor de la libertad cívica con la libertad del dinero. Pero, como está ocurriendo en Chile, en cualquier momento el dinero puede sacar otra vez los militares a la calle. Sería ingenuo pensar que la respuesta democrática consiste en ejercer el mismo derecho a utilizar las redes sociales para pregonar nuestra denuncia. Ahí llevaremos siempre las de perder, porque las redes sociales pertenecen en su mayoría al dinero, es decir, a los que acumulan fortunas a costa de empobrecer a las mayorías y de liquidar los controles económicos del Estado, los procedimientos fiscales que buscan la igualdad y la fraternidad. La decencia y la ética solidaria están al fondo de cualquier pensamiento social democrático. Al fondo de cualquier dignidad laboral está el derecho a una pensión pública.

Es tarea del Estado buscar verdad, justicia y reparación por debajo de las mentiras. Por eso fue emocionante la seriedad con la que Dolores Delgado, ministra de Justicia, presenció la exhumación de los restos del dictador, certificando el cumplimiento de la ley de un Estado democrático. Durante muchos años, a través de muchas mentiras, muertes, obstáculos, retrasos, memorias dañadas e indignidades de todo tipo, fue noticia que uno de los dictadores más crueles del siglo XX permaneciese todavía honrado en la misma tumba monumental que su soberbia levantó. El que se creyó con derecho a romper la ley también quiso con su soberbia romper la humildad humana de la muerte.

Pero el 24 de octubre de 2019 la noticia fue por fin otra: con todos los trámites legales cumplidos, el dictador salía de su automonumento. La misma mujer que siendo fiscal ejerció el derecho internacional para culpar las crueldades del militar argentino Adolfo Scilingo, presidió, ahora como ministra de España, la exhumación de los restos de Franco.

Escribo esta columna para confesar que el jueves pasado tuve una sensación extraña. La emoción histórica que sentí no fue empañada por la actitud soberbia de la familia del dictador. Herederos millonarios de los atropellos de su abuelo, mostraban como era normal agradecimiento debido. Ni siquiera me afectó la presencia de Antonio Tejero. El recuerdo de su golpe, el recuerdo de la noche de 1981 en la que tuve que esconderme por si acaso volvía la barbarie a por nosotros, quedaba muy lejos, muy lejos, pertenecía a otra España, a otro tiempo, a otro tipo de conflicto.

Lo que me provocó tristeza y desasosiego fue el espectáculo de algunas declaraciones y de algunos debates en televisión protagonizados por una variopinta muestra de políticos actuales, gente muy de nuestro tiempo. Más que los huesos de Franco, el problema de hoy es que la política está en los huesos, asaltada por un debilitamiento grave. Así lo demostró la lamentable y burda manera de aprovechar la ocasión para descalificar, despreciar al adversario, opinar sin pudor de la historia que se desconoce, hacer demagogia barata y hundirse en las prisas de una perpetua campaña electoral que parece consistir en la degradación de la dignidad del pensamiento.

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La amenaza no está hoy en los restos del franquismo, sino en el descrédito de la política. Los que quieren tener las manos libres para seguir ejerciendo la avaricia están menos interesados en Franco que en el deterioro de una política cada vez más falta de alimento. Este desprestigio deja sin amparo a la gente, pretende restarle autoridad a las instituciones, abre las puertas a las nuevas formas de populismo neoliberal o de represión totalitaria. Chile en el corazón. Camila Moreno, la música chilena, acaba de gritar ante los militares de Piñera que sólo está pidiendo al gobierno y a la política sentido común para que la gente sea tratada con dignidad en su país.

Más que la familia de Franco y su escopeta nacional, me provocan tristeza los panoramas mediáticos de la política. España no es diferente. Así está Europa, así está el mundo.

La dignificación social de la política es el primer compromiso con la democracia.

El jueves, 24 de octubre de 2019, se llevó a cabo en el Valle de los Caídos la exhumación de los restos de un dictador, nuestro dictador. La historia del siglo XX ha creado dictadores para dar y regalar. La hermandad entre la violencia y el poder mediático convirtieron a los partidarios de las armas en unos expertos en las relaciones públicas para manipular el lenguaje y oponerse a la verdad de la Democracia (que es la verdad del Estado social). Hitler, Mussolini, Stalin, Franco, Pinochet, Videla…, fueron una seña de identidad del siglo XX.

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