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Fuerzas Armadas: La prioridad son las personas

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Jorge Bravo

El pasado día 31 de mayo, con la caída del Gobierno y tras quedar la ministra sin responsabilidades en el cargo, se ha cerrado una de las etapas más negativas del Ministerio de Defensa en el ámbito de Personal. Etapa en la que las políticas de Personal han brillado por su ausencia, a pesar de las insistentes quejas de los militares que, bien por acción de las asociaciones profesionales de militares o por vía de iniciativas, quejas y recursos planteados de forma individual, han colmado las vías administrativas sin obtener resultado alguno.

La recién nombrada ministra de Defensa comenzó su andadura mostrando su disposición a trabajar por el Personal que, como dejó constancia en su primera intervención en la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, se trata del elemento principal de las Fuerzas Armadas. Entre los escasos asuntos en el ámbito de Personal, ha dejado pendiente la creación de una ley de movilidad geográfica, un “estudio” sobre las retribuciones de los militares, que serviría de base para la revisión de las mismas.

La presión sobre la situación de los militares temporales llevó al empeño de crear el Plan Integral de Orientación Laboral (PIOL) que, como se ha visto recientemente, no es otra cosa que un copia-pega del Sistema de Aprovechamiento de Capacidades Profesionales del Personal Militar (Sapromil) puesto en una orden ministerial, pero que ni tan siquiera da salida a la grave problemática de los militares temporales. Se trata más bien de una regulación de las “puertas giratorias” en las Fuerzas Armadas.

La falta de una política de Personal en el Ministerio ha sido patente ante la escasa producción normativa y por las inexistentes soluciones a los graves problemas. Las asociaciones profesionales han venido reivindicando una actitud ministerial seria y proactiva, no encontrando más que desaires y una desviación del esfuerzo en un interés muy alejado de las personas: el de la industria armamentística. La publicación in extremis de la orden ministerial sobre el PIOL (firmada el mismo día de la moción de censura) y obviando el próximo dictamen de la subcomisión del Congreso de los Diputados sobre el estudio del régimen profesional de los militares de tropa y marinería, es el epitafio de lo que ha sido esta legislatura en Defensa: poco, tarde y mal.

Finalmente, los propios militares han buscado un empoderamiento realizando quejas ante el Defensor del Pueblo, promoviendo PNL con los grupos parlamentarios, realizando congresos de militares y concentraciones de protesta, incluyendo un desplante a la ministra no acudiendo a una reunión formal en el seno del Ministerio.

La etapa que concluye en el Ministerio de Defensa no ha dejado más que un engrosamiento de la problemática de personal y una intensificación de la desmoralización de los militares al ver que toda la política de personal queda en manos del propio mando militar que, como bien se sabe, utiliza los desarrollos normativos para una política interna de personal muy alejada de los cánones legales existentes en el resto de la Administración.

Toca poner la atención en las personas de las Fuerzas Armadas, en los trabajadores de la Defensa. Si algo tienen los gobiernos del PSOE ha sido su marcado carácter social y es por eso que, desde las Fuerzas Armadas –su personal–, se tiene la mira puesta fijamente en el cambio producido. El nuevo presidente del Gobierno –Pedro Sánchez– no puede dejar de lado al elemento humano de las Fuerzas Armadas, pues comienza a ser crítica su situación. Los militares esperan esa atención, pero el conjunto de los Ejércitos y la seguridad y defensa del Estado necesitan de una normalización y reconfiguración de unos elementos fundamentales como son las estructuras organizativas del personal.

Las áreas de la Dirección General de Personal y de Dirección General de Reclutamiento y Enseñanza Militar requieren de un revisión profunda en su actividad y en el personal que las componen. El anquilosamiento de estas dos direcciones queda patente en la actual situación profesional de miles de militares, que se encuentran sin claras expectativas de futuro y muchos con situaciones dramáticas en su futuro inmediato por tener que abandonar las Fuerzas Armadas.

La 'piolización' de la política de personal de las Fuerzas Armadas

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Estas direcciones generales han estado al dictamen de decisiones meramente militares impuestas desde los cuarteles generales. Es hora de que una decidida política de personal que se dedique a las personas, y no a tratar a los militares como meros números, aterrice en el Ministerio de Defensa mediante equipos conformados por personal con experiencia y conocedores de las necesidades, los problemas y sus soluciones. Son muchas las propuestas de solución que se han realizado desde distintos ámbitos como son las asociaciones profesionales, el Parlamento o el mismo Observatorio de la Vida Militar, los nuevos equipos no tendrán difícil encauzar la solución a los problemas.

Los miembros de las Fuerzas Armadas necesitan con urgencia una atención específica en las estructuras de Personal, atender las demandas de los trabajadores de la Defensa es, en definitiva, aplicar políticas sociales en el seno de las Fuerzas Armadas. El presidente del Gobierno –Pedro Sánchez– no puede dejar pasar esta oportunidad de hacer justicia social con estos trabajadores.

Bienvenida, señora ministra. Tiene mucha materia pendiente en los asuntos de Personal. Y los ciudadanos militares la reciben con esperanza y altas expectativas.

El pasado día 31 de mayo, con la caída del Gobierno y tras quedar la ministra sin responsabilidades en el cargo, se ha cerrado una de las etapas más negativas del Ministerio de Defensa en el ámbito de Personal. Etapa en la que las políticas de Personal han brillado por su ausencia, a pesar de las insistentes quejas de los militares que, bien por acción de las asociaciones profesionales de militares o por vía de iniciativas, quejas y recursos planteados de forma individual, han colmado las vías administrativas sin obtener resultado alguno.

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