(En el 80 aniversario de su muerte, el 24 de agosto de 1943)
¿Quién es Simone Weil? Una anécdota de otra Simone coetánea suya, S. de Beauvoir, puede servirnos de aproximación y, a decir verdad, muy certera. Cuenta S. de Beauvoir, en su libro Memorias de una joven informal, que, siendo ambas estudiantes, solía ver a S. Weil deambulando por el patio de La Sorbona con un ejemplar de L'Humanité en uno de los bolsillos del chaquetón. Siempre le intrigó tanto la extraña forma de vestir de Weil como la reputación que tenía de persona muy inteligente. Por esas fechas una terrible hambruna había devastado China. Al enterarse de la noticia, Weil había llorado. Un día S. de Beauvoir se hizo la encontradiza con ella en La Sorbona y entablaron conversación. Weil le dijo de forma tajante a Beauvoir que la única cosa que le importaba era una revolución que lograra dar de comer a todo el mundo. Beauvoir le contestó con no menos radicalidad y vehemencia que el problema no era el logro de la felicidad, sino el dar sentido a la existencia humana. ¡Cómo se nota que nunca has pasado hambre!, le dijo Weil. No volvieron a relacionarse más. Tras contar la anécdota, Beauvoir comenta: "Me di cuenta de que me había catalogado como una 'pequeña burguesa espiritualista', lo que me irritaba... Me creía liberada de mi clase".
Ambas han ejercido una gran influencia, aunque desde perspectivas diferentes. Simone de Beauvoir ha influido preferentemente desde la perspectiva feminista, aportando elementos teóricos importantes a la emancipación de la mujer. La influencia de Simone Weil (1909-1943) ha ido creciendo a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, sobre todo en el mundo intelectual, en el terreno religioso y en el pensamiento político y social. Dicha influencia sigue notándose con más intensidad todavía en el siglo XXI, en la medida en que se van descubriendo aspectos nuevos de su vida y de su obra.
En nuestro país, sin embargo, su figura ha pasado casi desapercibida y su pensamiento ha sido prácticamente desconocido durante varias décadas, hasta principios de los años 90, salvo honrosas excepciones. Las pocas referencias que teníamos de ella en castellano nos venían de dos fuentes. Una, la obra de Charles Moeller, Literatura del siglo XX y cristianismo (Editorial Gredos), que le dedica un capítulo bajo el título "Simone Weil, la incredulidad de los creyentes", donde presenta una visión sesgada de la pensadora francesa. Otra, algunas traducciones aisladas de sus obras.
La laguna bio-bibliográfica de Simone Weil en castellano comenzó a cubrirse en la década de los 90 con la publicación de sus obras, así como de biografías y estudios sobre su vida y pensamiento, en las editoriales Herder, Encuentro, Trotta, Paidós, que siguen publicando nuevas obras de la filósofa francesa. Una de las biografías más completas y rigurosas, que he vuelto a leer con motivo del 80 aniversario de su fallecimiento el 24 de agosto de 1943, es la de Simone Pétrement, compañera de estudios en la Escuela Normal Superior, íntima amiga de la biografiada y profunda conocedora de su obra: Vida de Simone Weil (Trotta, Madrid 1997). En ella sigue paso a paso y pormenorizadamente el itinerario vital –humano e intelectual– de S. Weil, fijándose sobre todo en las experiencias más significativas de la pensadora: infancia en el seno de una familia agnóstica de origen judío; formación intelectual en la Escuela Normal Superior; arraigada conciencia social desde la infancia; actividad docente; experiencia como trabajadora en una granja de animales y en cadenas de montajes de coches; militancia sindical; interés apasionado por la filosofía desde los 17 años; apuesta por las causas perdidas; experiencia mística, autentificada por su vida; compromiso político; crítica social; participación en la guerra civil española en un grupo de brigadistas internacionales, etc. Y todo ello debidamente ubicado en el contexto político y cultural e incardinado en el conjunto de la obra de la biografiada.
Con motivo del ochenta aniversario de su muerte, invito a leer las obras de Simone Weil, que supo compaginar dimensiones difícilmente armonizables: filósofa, mística, militante política, activista sindical, analista internacional e intelectual compasiva
Pétrement distingue dos períodos en una corta vida de 34 años: el primero, de 1909 a 1934; el segundo, de 1934 a 1943. El acontecimiento que marca el tránsito –que no ruptura tajante– de uno a otro es el trabajo en la fábrica, donde entra en contacto con la infelicidad de los otros y tiene experiencia del infortunio ajeno. "Cuando entré en la fábrica –afirma en A la espera de Dios–, la desgracia de los demás penetró en mi carne y en mi alma". Esta experiencia deja una marca que va a durar toda su vida hasta mantener una identificación con la clase trabajadora oprimida. Se inicia así una evolución intelectual y/o espiritual lenta y gradual, pero profunda e irreversible, a través de la cual van modificándose sus pensamientos y sentimientos, sobre todo en lo referente a la religión.
Pétrement ha sabido captar ejemplarmente la perfecta sintonía entre biografía y pensamiento en la persona de S. Weil. Amén de mostrarlo fehacientemente en cada una de las páginas de esta voluminosa obra, lo explicita en la introducción en estos términos: "Hablar de su vida implica asimismo hablar de su obra. Porque la vinculación entre vida y pensamiento, en su caso, fue prácticamente total. Nadie ha acordado de manera más heroica sus actos con sus ideas" (p. 12).
Especial atención presta Pétrement en la experiencia interior de S. Weil, que no es signo de debilidad o responde a la búsqueda de consuelo en el más allá ante el dolor físico o a ciertas decepciones morales. Refiriéndose a la experiencia de la presencia de Cristo –"más personal, más cierta, más real que la de un ser humano"– que la pensadora francesa sintió en una ocasión durante la recitación de Love, Pétrement dice que se trata de algo asombroso, misterioso.
¿Cuál es el criterio de autentificación de la experiencia mística para la biógrafa? La santidad que se manifiesta en la vida. Y eso se da en su amiga Simone. "Si alguien me dice que ha encontrado a Dios, yo no le creo –asevera Pétrement–. Pero si quien me dice eso es un santo, debo prestar gran atención a lo que me dice. Pues el santo es alguien que sabe resistir a sí mismo y a su imaginación; la santidad de la vida es por tanto el criterio; porque si hay santidad, esa santidad se manifiesta en la vida. Así, la razón de creer en la experiencia mística de Simone Weil es su vida" (p. 496).
La obra recoge numerosos e importantes documentos inéditos debidamente ordenados, sobre todo cartas, artículos y escritos, que permiten conocer mejor la vida y el pensamiento de S. Weil. Ofrece, asimismo, informaciones y testimonios de personas que se relacionaron con ella: compañeros y compañeras, profesores, amigos y amigas, los padres, su hermano André y los de la propia Simone Pétrement, que convivió con ella desde los tiempos de estudiante y compartió numerosas experiencias. Pero la verdadera protagonista es siempre Simone Weil, a la que Pétrement da la palabra a cada paso para que exprese sus pensares y sentires. Ésta es una de las principales aportaciones de la obra.
Con motivo del ochenta aniversario de su muerte, invito a leer esta excelente biografía, así como las obras de Simone Weil, que supo compaginar plurales dimensiones difícilmente armonizables en una sola persona: filósofa, mística, militante política, activista sindical, analista internacional e intelectual compasiva. De ella dijo Albert Camus que era “el único gran espíritu de su tiempo”. Esta biografía, el conjunto de su obra y su compromiso con las personas empobrecidas, los colectivos más vulnerables y lo pueblos oprimidos así lo confirman.
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Juan José Tamayo es teólogo de la liberación y autor de Invitación a la utopía. Estudio histórico para tiempos de crisis (Trotta, 2016, 2ª ed.) y ¿Ha muerto la utopía? ¿Triunfan las distopías? (Biblioteca Nueva, 2020, 4ª ed.).
(En el 80 aniversario de su muerte, el 24 de agosto de 1943)