Queda poco más de un mes para las elecciones autonómicas y municipales del 28M. Los partidos ya han comenzado a presentar sus listas electorales, a repetir sus eslóganes de precampaña y a afilar los dardos que se lanzan entre ellos. Todo el relato político está bastante asentado y ya sabemos cuáles son los principales puntos de disputa entre los distintos proyectos. Incluso conocemos, por las encuestas, aquellos lugares en los que el resultado está más claro y aquellos en los que está más abierto. De todo eso saldrá un resultado electoral el 28 de mayo, pero lo importante no es sólo lo que ocurra el día de las elecciones, lo importante es lo que ocurra el día después del 28M. Con los resultados encima de la mesa, tocará sacar la calculadora y empezar a hacer números. ¿Quién suma con quién para lograr gobernar en cada uno de los territorios?
En otro contexto, los partidos tendrían mucha mayor libertad para sacar la calculadora y hacer las sumas que más les beneficiasen sin preocuparse por cuánto les vayan a desgastar esos pactos. Pero las elecciones generales están a la vuelta de la esquina y eso lo va a condicionar todo. Los pactos del día después del 28M van a ser un dolor de cabeza para Alberto Núñez Feijóo. Me explico.
El Partido Popular lleva meses repitiendo que las elecciones autonómicas y municipales serán la primera vuelta para prepararse para las elecciones generales. Pero recientemente han dejado de decirlo. Durante meses se vieron en una posición ganadora e imbatible, pero el paso del tiempo, sus propios errores y un desgaste lento pero constante les han alejado del triunfalismo irresponsable que daba por hecho un buen resultado en las elecciones del 28M. Se han convertido en prudentes, han reconocido que "Pedro Sánchez podría resistir" y han rebajado sus expectativas. Pero lo que no han hecho ha sido aclararnos qué hará el PP al día siguiente de las elecciones.
Lo importante es lo que ocurra el día después del 28M, y no pinta demasiado bien para el Partido Popular. Los españoles tomarán nota para las generales
Si, llegado el momento, el PP logra desbancar algunas de las mayorías de la izquierda en comunidades autónomas y municipios, será bajo la única condición de hacerlo de la mano de Vox. La izquierda tiene una ventaja: tiene capacidad amplia para llegar a acuerdos, darse la mano con diferentes y gobernar con adversarios. Lo ha sabido hacer desde con nacionalistas vascos a nacionalistas catalanes, pasando por todos los partidos a su izquierda. Sin embargo, el Partido Popular sólo tiene un único aliado posible sobre la mesa: Vox. Lo toma o lo deja. Si lo deja, es imposible que aparte del gobierno a la izquierda en ninguna autonomía o municipio. Si lo toma, estaría mandando un mensaje muy claro a todos los votantes: el PP es completamente dependiente de la ultraderecha española y no puede gobernar sin llegar a acuerdos con ningún otro partido que no sea Vox. Se repetiría un pacto como el que se dio en Castilla y León, por el cual Vox entró en el primer gobierno autonómico de España y, a partir de ese altavoz, propusieron las cosas más disparatadas: intentar impedir el aborto obligando a las mujeres a escuchar el latido fetal, negar la violencia machista, recortar el presupuesto para partidas sociales o generar una constante e ingente cantidad de ruido que incluso repugna al PP.
En este escenario de pesadilla, Núñez Feijóo, el aclamado "moderado", firmaría tras el 28M su certificado de hipócrita real que haría cambiar su discurso de autonomía respecto a Vox y lo situase a ojos de todo el mundo como el posibilitador de gobiernos con la ultraderecha en España. El PP no se puede permitir inundar todos esos territorios de Gallardos que contaminen su apacible camino hacia La Moncloa de polémicas absurdas que sitúen al PP en la extrema derecha, el ruido y la inestabilidad. Pero no le queda otra si quieren gobernar.
El día después del 28M, el discurso de que "el PP puede solo" caerá y Feijóo deberá comerse sus palabras mientras el también muy moderado Borja Sémper dé una rueda de prensa en la que anuncie que introduce en más gobiernos autonómicos a la extrema derecha. Lo importante es lo que ocurra el día después del 28M, y no pinta demasiado bien para el Partido Popular. Los españoles tomarán nota para las generales.
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Alán Barroso es politólogo y experto en comunicación política.
Queda poco más de un mes para las elecciones autonómicas y municipales del 28M. Los partidos ya han comenzado a presentar sus listas electorales, a repetir sus eslóganes de precampaña y a afilar los dardos que se lanzan entre ellos. Todo el relato político está bastante asentado y ya sabemos cuáles son los principales puntos de disputa entre los distintos proyectos. Incluso conocemos, por las encuestas, aquellos lugares en los que el resultado está más claro y aquellos en los que está más abierto. De todo eso saldrá un resultado electoral el 28 de mayo, pero lo importante no es sólo lo que ocurra el día de las elecciones, lo importante es lo que ocurra el día después del 28M. Con los resultados encima de la mesa, tocará sacar la calculadora y empezar a hacer números. ¿Quién suma con quién para lograr gobernar en cada uno de los territorios?