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No saquemos lecciones erróneas si Europa se recupera

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Mark Blyth

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Según la Comisión Europa, la eurozona está mejorando y esto es así a causa de las políticas de austeridad. Esperemos que la primera parte de la frase sea cierta. La segunda no lo es y debe ser examinada con detalle. Si la eurozona se recupera y la lección que extraemos es que la austeridad ha funcionado, estaremos condenados, como en la conocida fórmula de Marx, a agravar la tragedia, repitiéndola como farsa cuando llegue una nueva crisis económica. Con 26 millones de parados en la eurozona y sus países periféricos arrastrando más deudas de las que pueden aspirar a devolver como consecuencia justamente de las políticas realizadas, la idea de que la austeridad ha sido eficaz, o incluso que ha actuado sobre los verdaderos problemas económicos de esta crisis, es completamente equivocada.

En primer lugar, los promedios resultan engañosos. Elimínese a Alemania y a Francia de los datos y se verá que la eurozona no se está recuperando. El inesperado crecimiento de Portugal, al igual que el de Francia, se explica por el hecho de no haber cumplido los objetivos de la troika, permitiendo que los estabilizadores automáticos funcionen. Es decir, crecen porque no están aplicando la austeridad. El rebote de Alemania se debe, como de costumbre, a las exportaciones, que dependen del crecimiento fuera de la eurozona.

En segundo lugar, una golondrina no hace verano. Si retrocedemos 18 meses, hasta la última vez en que se supone que la eurozona se recuperaba, veremos que las predicciones de entonces se alejaron bastante de la realidad. Esperemos que los “meteorólogos” económicos hayan mejorado ahora.

En tercer lugar, si esto es una verdadera recuperación, parece bastante raquítica y no conseguirá restaurar el empleo y el crecimiento dada la profundidad del hoyo en el que nos ha metido la austeridad. Serán necesarios muchísimos años para que con tasas de crecimiento de entre el 1 y el 2%, podamos volver a los niveles anteriores a la crisis.

Para entender por qué no es la austeridad la que ha provocado la recuperación, hay que tener en cuenta que es todo el mundo occidental el que se ha embarcado en esta política durante los últimos años. La economía que ha crecido más y que en mayor medida ha reducido los déficits es la norteamericana, que no ha realizado recortes hasta muy recientemente. El Reino Unido ha estado renqueando durante los pasados cuatro años porque voluntariamente ha decidido apretarse el cinturón; su reciente recuperación tiene mucho que ver con las ayudas a la compra de pisos, habiéndose dedicado 1300 millones de libras al mercado de la vivienda en los últimos seis meses. La Europa periférica es la que más recortes ha introducido y ahora se encuentra con una deuda mayor, desempleo masivo y un PIB considerablemente menor. Ante este panorama, la tesis de que al final la austeridad ha funcionado, no tiene base alguna. Es más bien al contrario: la austeridad fue una política errónea desde el principio. El problema de fondo en Europa no ha sido en ningún momento la carga de la deuda de los Estados. No cabe negar que ha habido una crisis en los mercados de deuda soberana, pero la carga de la deuda de todos los Estados europeos ha aumentado en los últimos cuatro años, en algunos casos de forma espectacular, si bien los tipos de interés de la deuda soberana se han reducido.

El problema al que de verdad se enfrenta Europa es el de un sector bancario que es tres veces mayor y tiene el doble de apalancamiento que el de Estados Unidos, rebosante de activos tóxicos que el Banco Central Europea, a diferencia de la Reserva Federal norteamericana, no puede hacer líquidos, ni eliminarlos de su balance general, ni mutualizarlos con otros activos. Al descubrir la falta de credibilidad de los seguros que puede ofrecer el banco central por los activos en euros, los mercados comenzaron a comienzos de 2010 a valorar el riesgo de ruptura, provocando una subida de los tipos de interés de la deuda. Los activos en dólares o libras esterlinas no se vieron afectados. Los mercados no pedían austeridad, lo que querían era seguridad, que sólo obtuvieron cuando los programas LTRO y ELA comenzaron a funcionar y Draghi anunció su promesa de hacer todo cuanto fuese necesario para salvaguardar el euro. Si el objetivo final de la austeridad era reducir el interés que se paga por la deuda pública reduciendo el nivel de esta, esta política ha resultado, en el mejor de los casos, inútil y, a la vista de su impacto en el bienestar económico de los países afectados, cabría concluir que ha sido letal.

En lugar de aprender la lección equivocada sobre el empacho de austeridad que ha sufrido Europa, sería mejor admitir de una vez que es imposible curar un sistema bancario lisiado mediante reformas fiscales. En este sentido, el objetivo debería ser la paralizada Unión Bancaria, no más recortes. Y aunque no hay duda de que las economías periféricas necesitan reformas estructurales profundas, llevarlas a cabo en medio de una depresión causada por políticas económicas inadecuadas no restablecerá el crecimiento que es necesario en última instancia para reducir la deuda. La austeridad no ha traído la incipiente recuperación. El crecimiento vuelve a pesar de los recortes, no gracias a ellos. Recordémoslo si la recuperación actual continúa.

Mark Blyth es Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Brown. Es autor del libro Austerity. The History of a Dangerous Idea (Oxford University Press, 2013), que será publicado en español en la editorial Crítica en 2014.

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