Ante el abismo de una Europa fascista, votemos por la democracia
A pocos meses de unas nuevas elecciones americanas teñidas por la posible vuelta del tsunami trumpista a un mundo global en plena convulsión por conflictos geopolíticos de toda índole y por el retorno de la guerra (al primer plano político general y particularmente a nuestro continente) como elemento que pone en jaque el multilateralismo y la paz, el proyecto europeo se asoma al abismo.
Es esta una afirmación que, a nuestro juicio, está justificada ante unas elecciones que, en el contexto geopolítico más complejo y en el momento civilizatorio probablemente más definitivo para la humanidad como la conocemos, definirán si las fuerzas ultraconservadoras y reaccionarias que quieren secuestrar, vaciar y desmontar el proyecto europeo se convierten en pieza clave y se encaraman, gracias a la fagocitación de la derecha europea y a la colaboración del PPE, al gobierno del proyecto europeo.
El mundo está en un proceso de realineamiento de placas tectónicas. Y en Europa votaremos inmediatamente después de dos procesos electorales que, trascendentales para Mesoamérica y Asia y celebrados en auténticos países-continente como son India y México, parece que se saldarán (el resultado en India es preliminar) de forma antagónica, con la victoria arrasadora del progresismo de Morena en México y la victoria más ajustada del ultranacionalista Modi en India, el país ya más poblado del planeta y, conviene recordarlo, potencia económica, productiva y militar con capacidad nuclear.
En este incierto contexto, por primera vez la Unión Europea puede dejar de estar pilotada y anclada en una coalición que de facto excluya a la extrema derecha. He aquí el gran riesgo político y democrático que nos acecha: dar entrada a las derechas extremas (y particularmente antieuropeístas, nacionalistas y ultraconservadoras) y ponerlas a los mandos del futuro de Europa.
Esto es lo que nos jugamos el 9 de junio y de ahí en adelante.
O se está al lado del proyecto de construcción europea, del lado de los demócratas y de la democracia, o se está del lado de fuerzas que desde dentro tienen un proyecto claro, el de acabar desde la tiranía y el fascismo con el proyecto
Contrariamente a su enorme relevancia, las elecciones europeas siempre parecen jugar un papel secundario en España. Una sociedad que convive con la paradoja de ser un país consuetudinariamente europeísta, pero en el que, al contrario que en el resto de grandes países europeos (en términos demográficos o de PIB) como Alemania, Francia o Italia, los debates europeos aparecen habitualmente como secundarios.
De un proyecto europeo, que debería afirmarse como lugar para consolidar el Estado social y de Derecho a escala europea y que sale del contexto post-Brexit y post-COVID atravesado de lleno por la guerra de agresión contra Ucrania, podemos iniciar un nuevo camino que, de forma explícita, puede aunar al Partido Popular Europeo (PPE) y a la extrema derecha europea.
Una extrema derecha que no únicamente se siente fuerte sino que además se siente legitimada por las palabras inequívocas como las recientes de la presidenta Von der Leyen y del propio líder del Partido Popular, que asume el relato de la post-verdad en el que se diferencia entre una extrema derecha buena y otra reprobable.
La ecuación es tan asimétrica como fundamental y definitoria para el futuro europeo. O se está al lado del proyecto de construcción europea, del lado de los demócratas y de la democracia, o se está del lado de fuerzas que desde dentro tienen un proyecto claro, el de acabar desde la tiranía y del fascismo con el proyecto de paz más fascinante del siglo XX.
Y este combate se produce en un momento paradójico: tras la respuesta expansiva y contracíclica a dos crisis sin precedentes que ya hemos nombrado. Se debe exigir una Europa más social, más justa, con mayor cohesión social y más verde, pero no se debe ignorar la respuesta con el Green Deal o los Fondos Next Generation EU.
Hay, seguro, importantes aspectos mejorables, pero hoy hay más Europa que en 2019. Y eso es el gran objeto de la ultraderecha, que eso se frene. Por eso, y más allá de matices es preciso activar todas las posiciones por la democracia y contra el fascismo.
Cuatro son los puntos cardinales que deberían guiar la agenda coyuntural y de horizonte del proyecto europeo. El desafío civilizatorio del cambio climático. El combate contra la desigualdad como elemento cohesionador de la Unión Europea. La ampliación del Estado del bienestar como garantía de futuro y seña del proyecto europeo ante el mundo. Y la defensa de la democracia vinculada al Estado de derecho como vacuna ante el totalitarismo.
Un proyecto que nació sobre las cenizas y contra el fascismo podría tener en el centro de su matriz de decisiones a los herederos políticos e ideológicos del fascismo
Los cuatro puntos cardinales señalados son asediados y atacados por el proyecto de las extremas derechas al que Von Der Leyen, como Spitzenkandidat, como candidata a la presidencia de la Comisión y el PPE aspiran a dar entrada en la gobernabilidad del proyecto europeo.
Escribimos estas líneas dos personas de tradiciones políticas diferentes, con matices y diferencias tácticas y estratégicas. Pero ambos nos preguntamos, ante los retos del actual mundo multipolar: ¿Sería capaz de resistir el proyecto europeo a las líneas maestras que dibujan las derechas extremas para el mismo? ¿Qué papel geopolítico jugaría una UE bajo el manto de la derecha extrema? ¿Seguir aislándonos del mundo, ensimismados mientras el eje del mundo gira hacia Asia y tanto el sur global como nuevos y relevantes actores y potencias regionales se alejan de cualquier posición de síntesis común con Europa? ¿Qué respuestas se darían a la desigualdad? ¿Desmontar cualquier vestigio de Estado del Bienestar? ¿Cómo se combatiría el clivaje demográfico? ¿Con xenofobia y más Europa fortaleza?
Y finalmente, ante un reto que amenaza la propia existencia humana en el planeta tierra, ¿negaría una Comisión con la extrema derecha en su corazón las evidencias acuciantes del cambio climático y el necesario proyecto de sostenibilidad, decrecimiento calculado y transición?
Un proyecto que nació sobre las cenizas y contra el fascismo podría tener en el centro de su matriz de decisiones a los herederos políticos e ideológicos del fascismo. Esa es la paradoja en la que se encuentra la Unión Europea: toparse de frente con que son los enemigos del proyecto europeo los mejor situados para dirigirlo (muy probablemente hacia su colapso y desmontaje).
Ese, y no otro, es el horizonte de la batalla que se dirimirá a partir del 9 de junio. La llamada a detener la evidente amenaza para la democracia es, por lo tanto, un imperativo político que nos exige movilizar todas las energías que confluyen y son mayoritarias en nuestra sociedad.
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Antón Gómez Reino, ex diputado de Galicia en Común-Podemos, fue miembro del Consejo de Europa y la Asamblea parlamentaria de la OSCE y portavoz de la Comisión de la UE en el Congreso desde 2019 a 2023.
Pere Joan Pons Sampietro fue portavoz socialista de la Comisión Mixta de la UE del Congreso desde 2019 a 2023 y actualmente vicepresidente de la Asamblea parlamentaria de la OSCE y es Senador por Mallorca.