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El pasado mes de abril presentaba en este diario un balance de la larga marcha de la economía china desde el año 1950 hasta la actualidad, con motivo de este año cumplirse un siglo de historia del Partido Comunista Chino. Partido que gobierna ininterrumpidamente desde entonces aquel inmenso país.
El lector interesado puede consultar allí mi balance con sus luces y sus sombras. Para lo que aquí interesa analizar baste recordar que será desde el año 1990 que China acelere como nunca antes su ritmo de crecimiento económico sobre la base de una creciente apertura al exterior y a la economía de mercado. Eran los tiempos del “enriquecerse es glorioso” de Deng Xiaoping.
Pues bien, en su voluminoso ensayo “Capital e ideología”, Thomas Piketty presenta en su página 738 un diagnóstico sobre la desigualdad social en las áreas económicas más importantes del mundo (EE.UU., China, UE). En el gráfico que reproducimos se recoge en la parte superior el porcentaje de renta nacional que acapara el 10% más rico de cada una de ellas y en la inferior el correspondiente al 50 % menos rico.
Si algo hubiese que concluir es que en los veinticinco años que van desde el año 1990 al 2015, China (en color naranja) se ha venido alejando del nivel de desigualdad de Europa y acercándose al –mucho más elevado– de Estados Unidos. Obsérvese que en el año 1980 el 10% más rico acaparaba en China la misma cuota de ingresos (el 25%) que el 50% más pobre. Pero, en la actualidad, los primeros ya se quedan con el 40% y los segundos solo con el 15%. Una desigualdad galopante que dice bien poco de su transformación del crecimiento económico en desarrollo social.
De manera que China y Estados Unidos comparten hoy un problema de desigualdad social creciente y un crecimiento económico con escasos esfuerzos en el consumo público y en la redistribución fiscal.
A la vista del balance de Piketty a la altura de este año 2021 me llaman la atención dos cosas: que en Estados Unidos hayan saltado –por fin– todas las alarmas sobre esta nada virtuosa desigualdad y que en China se ignore tan grave problema social.
En efecto, tal como analizamos recientemente, la administración Biden ha planteado un Plan de Emergencia Nacional para combatir la pobreza. Singularmente la que padece la población infantil en los hogares con mayor riesgo de pobreza. Un plan que se acompaña de medidas fiscales sobre las rentas más altas y los rendimientos empresariales.
Sin embargo, para las autoridades chinas en el quinquenio 2021-2025 (en su XIV Plan Quinquenal) de entre los 20 indicadores con los que definen su desarrollo económico y social, llama poderosamente la atención que no encontremos ninguno relativo a la desigualdad (ver sus páginas 10 y 11), ni social ni territorial. Siendo así que la palabra “inequality” no se use ni una sola vez en un documento de casi 150 páginas en su versión en inglés. Mientras que, por ejemplo, “socialism” figura 20 veces y “market” lo hace nada menos que 100 veces. Sin comentarios.
Y que en su discurso de conmemoración del centenario del PCCh el presidente Xi Jinping siga al pie de la letra ese libro de estilo. Pues no hizo ni una sola referencia al problema de la desigualdad, mientras lo hace varias decenas de veces al binomio socialista-socialismo. Todo un enigma. También evita usar el concepto de mercado.
Todo un enigma: no existe en su discurso del centenario el problema de desigualdad que radiografía Piketty para China, y tampoco la rampante sociedad de mercado que anima el Plan Quinquenal. Ni la causa, ni las consecuencias.
Queden aquí un par de citas textuales del tono del citado discurso:
“… procurar encontrar el máximo común divisor y trazar un círculo concéntrico lo más grande posible, creando así una situación dinámica en que todos los hijos de la nación china de dentro y fuera del país aunemos nuestras voluntades y energías para aglutinar una fuerza arrolladora capaz de materializar la revitalización de nuestra nación”.
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“mantener en todo momento los vínculos de uña y carne con las masas populares y pensar siempre en lo que piensan ellas y trabajar junto a ellas, afrontando la tempestad en un mismo barco y compartiendo penas y alegrías, en continua e incansable prócura de dar concreción a la aspiración del pueblo a una vida mejor”.
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Albino Prada es miembro de ECOBAS y del Consejo Científico de Attac España. Acaba de publicar el ensayo “El regreso de China. ¿Chimérica o Telón Digital?” (Mundiediciones)
El pasado mes de abril presentaba en este diario un balance de la larga marcha de la economía china desde el año 1950 hasta la actualidad, con motivo de este año cumplirse un siglo de historia del Partido Comunista Chino. Partido que gobierna ininterrumpidamente desde entonces aquel inmenso país.
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