Por una estrategia de paz ¡ya!: no a la guerra

Uni-Digna

¿Cómo podemos educar para la paz en los colegios y en las universidades mandando tanques o más armamento a Ucrania para prolongar la guerra? ¿Cómo es posible que el gobierno más progresista de la historia de este país colabore con la guerra? Lo que debemos exigir desde la comunidad educativa y social de este país es que el Gobierno lidere de forma urgente e inaplazable propuestas de paz en la Unión Europea, en vez de poner más leña en el fuego.

El 30 de enero es el Día Escolar de la No-violencia y la Paz. Los centros educativos suelen realizar actividades relacionadas con la educación para la paz en torno a este día. Pero todos los centros saben que educar para la paz va más allá de un día simbólico y que es una tarea constante y diaria que atraviesa de forma insoslayable la vida y dinámica de los centros educativos, el ADN del currículum escolar en todas las materias y una visión profundamente humanista, de justicia y solidaridad, entre la especie humana y con el planeta, en la que se educa en los centros educativos y las universidades.

Lo que debemos exigir desde la comunidad educativa y social de este país es que el Gobierno lidere de forma urgente e inaplazable propuestas de paz en la Unión Europea, en vez de poner más leña en el fuego

Queremos impulsar desde la comunidad educativa y social un movimiento por la paz ante la irresponsable deriva de la guerra. Nos oponemos tajantemente a la escalada militar en Ucrania, y exigimos un alto al fuego y el diálogo para llegar a acuerdos de paz justos y duraderos. No podemos seguir en esta vorágine belicista en Ucrania que impulsan Estados Unidos y la OTAN y que responde Rusia en el terreno de juego de Europa, al servicio de los intereses económicos, militares y geopolíticos de las corporaciones de estas superpotencias. La guerra solo beneficia a la industria armamentística y a las grandes empresas capitalistas que ansían prolongar el conflicto armado y enriquecerse con la reconstrucción que sucede a toda guerra.

Europa está al borde del abismo, pues puede impulsar con esta escalada la amplificación de la guerra en Ucrania, en la que cada día es más clara la implicación de potencias nucleares. Los pueblos y la población europea estamos padeciendo sus consecuencias en forma de crisis energética y económica, inflación, carestía de alimentos, empobrecimiento, aumento de la desigualdad…, pero los pasos que van dando los gobiernos europeos, al dictado de los EEUU y la OTAN, supone adentrarse en una escalada de consecuencias imprevisibles. No es posible derrotar militarmente a una potencia atómica sin correr un serio riesgo de que se convierta en un conflicto nuclear.

¿Cómo podemos educar en derechos humanos y educar para el desarme y la comprensión internacional en este clima de progresión bélica? Como decía el dibujante Forges, “no hay guerras justas y guerras injustas: solo hay malditas guerras”. Es lo mismo que nos recordaba Julio Anguita, a raíz de la muerte de su hijo periodista en una de estas guerras: “Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”, frase que se “viralizó” a través de pintadas y grafitis en paredes de pueblos y ciudades de toda España.

Hoy necesitamos recuperar con fuerza el viejo anhelo de la educación para la paz no como actos aislados o días señalados, sino como una movilización social en toda Europa que conciencie a la sociedad de la necesidad de poner en marcha de forma inmediata conversaciones de paz en el marco de la ONU y de la OSCE, para alcanzar de forma urgente y unánime un acuerdo de paz que ponga fin a la confrontación bélica.

El hecho de que la población asista pasiva y acríticamente al escenario que se presenta muestra un fracaso educativo y de la educación para la paz que se ha intentado poner en práctica en los centros educativos. Desde nuestras escuelas no hemos sabido convertir a los seres humanos en protagonistas de la historia, tal y como planteara Freire. Y eso amenaza el corazón mismo de cualquier sociedad que se pretenda democrática.

La educación para la paz debe estar en la raíz de cualquier proceso de socialización, de educación cívica y democrática, que desarrolle la autonomía de las personas y de las futuras generaciones. Ha de ser una educación vivencial, que permita ponerse en la piel de quien sufre la injusticia y la violencia, reflexionar sobre ello y analizar sus causas y sus consecuencias, para encontrar caminos de paz justa. Todo un programa de construcción de una sociedad con justicia social y cultura de paz que hay que poner en marcha ya y que sea coherente con una educación integral, crítica y emancipadora por la paz. Manos a la obra.

Si nuestros políticos y políticas no son capaces de hacerlo, debemos tomar las calles, los centros educativos, las instituciones públicas para reclamarlo y no cejar en ello hasta el último de nuestros alientos. La vida de las personas y los pueblos depende de ello. No podemos seguir fallando a las futuras generaciones.

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Uni-Digna es un colectivo compuesto por profesorado de las universidades públicas españolas. Firman expresamente este texto los profesores Enrique Javier Diez Gutiérrez (Universidad de León), Luis Torrego Egido (Universidad de Valladolid), Gustavo González Calvo (Universidad de Valladolid), Pedro López López (Univ. Complutense), Eduardo Dopico (Universidad de Oviedo), Ana de Castro Calvo (Florida Universitària), Eduardo Fernández Rodríguez (Universidad de Valladolid), Henar Rodríguez Navarro (Universidad de Valladolid), Carlos Rodríguez Hoyos (Universidad de Cantabria), María Verdeja Muñiz (Universidad de Oviedo), José Ignacio Rivas Flores(Universidad de Málaga), Rocío Anguita Martinez (Universidad de Valladolid), Concepción Francos Maldonado (Universidad de Oviedo), Pamela Pereyra Zamora (Universidad de Alicante), Hector Monterde i Bort (Universitat de València), José Manuel Rodríguez Victoriano (Universitat de València), Mercedes Landera Luri (Universidad del País Vasco), José Félix Angulo Rasco (Universidad de Cádiz).

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