De generales, frutas y asociaciones paramilitares

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Miguel López

En días pasados hemos sabido que Isabel Díaz Ayuso, la aguerrida presidenta de la Comunidad de Madrid, recibió una condecoración privada de la asociación monárquica Reales Tercios de España. Esta asociación, que “carece de ánimo de lucro y de vinculación a ningún partido político”, como dicen sus estatutos, está configurada como una organización privada fuertemente jerarquizada y de funcionamiento interno pseudo-militar (uniformes, conducto reglamentario, recompensas, régimen disciplinario, etc).  

Como mi intención no es en absoluto hacer publicidad de esta organización, sólo quiero señalar su discutible legalidad, por muy antigua que sea (fundada en pleno franquismo), a tenor de lo dispuesto por la Constitución, que, en su art. 22.5, dice que “Se prohíben las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar”. Leyendo sus estatutos no cabe duda de que sea trata de una organización de esas características, pues estamos ante una asociación civil “dotada de estructura o disciplina de tipo militar”, según señala el diccionario panhispánico del español jurídico. Amén (nunca mejor dicho) de su vinculación oficiosa con el clero y los actos religiosos que le dan un tufillo de incienso de sacristía propio del nacional-catolicismo.

La utilización de un uniforme es una muestra más del carácter paramilitar de la asociación, uniforme en el que se combinan distintivos y divisas oficiales de las fuerzas armadas (aprobados reglamentariamente y publicados en el correspondiente boletín oficial) con los propios de esta organización privada, lo que podría infringir el art. 402.bis del Código Penal, que estipula que “El que sin estar autorizado usare pública e indebidamente uniforme, traje o insignia que le atribuyan carácter oficial será castigado con la pena de multa de uno a tres meses." ¿Quién les autorizó a portar ese uniforme en un acto oficial? ¿Ellos mismos, por voz y mando de su general-presidente? 

Pretendo señalar aquí la desfachatez, mala educación y desvergüenza de un militar retirado aprovechando un acto “oficial” en la sede del gobierno de la Comunidad de Madrid, para cometer varios actos, si no ilícitos cuando menos reprochables

Pero vayamos al meollo del asunto. Con estas líneas pretendo señalar públicamente la desfachatez, mala educación y desvergüenza de un militar retirado –se sienten impunes– aprovechando un acto “oficial” en la sede del gobierno de la Comunidad de Madrid, para cometer varios actos, si no ilícitos, cuando menos reprochables en una sociedad democrática. El general de división Agustín Álvarez, amparándose en su condición de retirado (y por tanto no sujeto al régimen disciplinario militar), aprovechó su discurso laudatorio para insultar a más de media España (“indeseables malnacidos”, dijo) por criticar o no reconocer los méritos de Ayuso por su gestión de la crisis Covid (recordemos: 7.291 ancianos murieron en las residencias madrileñas) o por cualquier otra política llevada a cabo por su gobierno.

No es la primera vez que algún “valiente” general carga contra media población por no entrar en los parámetros de lo que muchos creen que debe ser “su” España. Hace tres años, el general Francisco Beca, también retirado, comentó en un chat de whatsapp de compañeros de promoción que “habría que fusilar a 26 millones de hijos de puta”. En ese caso se trataba de un chat privado y la fiscalía no encontró indicios de delito en esas amenazas. Pero el caso que nos ocupa es sustancialmente distinto, pues esos insultos, además del proferido indirecta y sibilinamente contra el presidente del Gobierno (“nos gusta la fruta...”) se han pronunciado en un acto celebrado en una sede oficial y con toda la parafernalia al uso. Por mucho menos cesaron y arrestaron al general Mena.

Con sus palabras, el responsable de esta asociación ha caído en la bajeza moral de insultar a los españoles que no comulgamos con las ideas políticas del partido al que pertenece Ayuso y que ahora mismo son mayoría (aunque no lo fueran) por mucho que le pese a su supuesto jefe Feijóo. Los ciudadanos de la España actual están representados en el Congreso de los Diputados, cámara de representación popular (han apoyado la investidura del presidente Sánchez 12,6 millones de votantes frente a 11,3 millones del bloque opositor). Agustín Álvarez ha utilizado además un estilo chabacano, impropio de un oficial que ha ostentado importantes cargos de confianza gubernamental, sumándose a la “gracieta” de la fruta con la que Ayuso quiso defenderse cuando quedó registrado en cámara que llamó hijo de puta a Sánchez en pleno hemiciclo. Un lenguaje más propio de la ultraderecha que de quien se supone que es un ciudadano de ideas conservadoras.

Quiero terminar con un apunte más personal. Agustín Álvarez, general (nótese que retiro el habitual “mi”), siempre le tuve en mucha estima desde que trabajamos juntos en Bruselas, hace ahora 40 años, siendo su subordinado durante tres años. Fue usted para mí siempre un referente como profesional y como jefe. Siempre supe de sus ideas conservadoras y su afinidad con el Opus, que no comparto pero respeto. Ahora me he quedado de piedra –y no me he resistido a escribir– al verle aparecer públicamente insultando a millones de españoles con los que no comparte ideas ni tampoco respeta. Y para mayor ignominia, portando un uniforme paramilitar que por suerte no le llega ni a las entretelas al glorioso uniforme azul-aviación de quienes hemos trabajado toda la vida activa al servicio del Ejército del Aire y del Espacio y, sobre todo, al servicio de Todos los Ciudadanos.

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Miguel López es teniente (retirado) del Ejército del Aire

En días pasados hemos sabido que Isabel Díaz Ayuso, la aguerrida presidenta de la Comunidad de Madrid, recibió una condecoración privada de la asociación monárquica Reales Tercios de España. Esta asociación, que “carece de ánimo de lucro y de vinculación a ningún partido político”, como dicen sus estatutos, está configurada como una organización privada fuertemente jerarquizada y de funcionamiento interno pseudo-militar (uniformes, conducto reglamentario, recompensas, régimen disciplinario, etc).  

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