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Un Madrid para la gente

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Manuel de la Rocha Rubí

El presidente del Partido Popular ha presentado recientemente a los candidatos a la Comunidad y al Ayuntamiento de Madrid, como dos "pata negra" y “sin complejos” para defender las "esencias" del Partido Popular. Y ha reivindicado que vienen de la escuela de Esperanza Aguirre y de sus alcaldes de Madrid, incluida Ana Botella.

Resulta chocante esa referencia a tales maestras, a las que parece los nuevos candidatos están dispuestos a emular. La escuela de Esperanza Aguirre es la de los más importantes corruptos de nuestra Comunidad, todos ellos imputados y con largas prisiones preventivas a sus espaldas; y la escuela de la segunda es la de la venta de las viviendas públicas del Ayuntamiento a fondos buitre, a precios muy inferiores a los de mercado y con desprecio absoluto de las personas de rentas más bajas para los que Madrid tenía, y necesita, un amplio parque de viviendas públicas.

No es sólo esa la herencia que nos ha dejado la derecha madrileña. Los gobiernos del PP desarrollaron en Madrid una política urbanística al servicio casi exclusivamente de la especulación inmobiliaria. El Plan General de Ordenación Urbana de 1997 es un ejemplo evidente de ello, con la calificación desmedida de suelo para más de 300.000 viviendas, el “todo urbanizable” del pensamiento neoliberal en la época del boom inmobiliario, dedicado a facilitar negocios.

Esa política aumentó los desequilibrios entre distritos y barrios, y con ello la segregación espacial y la desigualdad social. Madrid sigue teniendo un norte y un sur que urbanística y socialmente continúan muy distanciados, en renta, en paro, educación, sanidad, incluso en esperanza de vida (una persona nacida en Vallecas tiene una esperanza de vida 4 años menor que la nacida en el barrio de Salamanca). Hay en Madrid un 23% de personas en riesgo de pobreza. Madrid sigue siendo rehén de su crecimiento y está abandonada a unas inercias insostenibles. Tras tantos años de gobierno del Partido Popular, Madrid perdió el sentido vanguardista que le caracterizó.

Estos tres años y medio últimos sólo parcialmente han servido para paliarlo. En muchos aspectos ha sido una oportunidad perdida. Madrid hace años que carece de un modelo de ciudad: las políticas de estos últimos años han sido en este aspecto fundamentalmente continuistas, y en lugar de reorientar los desarrollos urbanísticos heredados del PP en función de un modelo global de ciudad, se ha optado por resolverlos mediante acuerdos con los propietarios al margen de una visión de ciudad.

Hay que repensar Madrid, reconsiderar su modelo urbano, redefiniendo centralidades –una ciudad pluricéntrica–, mejorando las condiciones de vida de los barrios, dotando los espacios urbanos consolidados para lograr un mayor equilibrio en los servicios y localización de empleo, que contribuyan a disminuir la desigualdad, y hay que hacerlo de forma participativa e innovadora. Es necesario un cambio de cultura urbanística que piense en la ciudad real en la que viven y habitan los madrileños y madrileñas, hacer un urbanismo para la gente con especial atención a sus necesidades, y no para garantizar o consolidar un negocio inmobiliario ajeno al interés general. Una ciudad, también, que responda a los grandes retos globales, sociales y medioambientales, del siglo XXI.

Hay que promover a Madrid como una ciudad global, comprometida con la lucha contra el cambio climático y baja en emisiones, que se signifique por su capacidad de innovación, por su calidad de vida, por su cultura, por su cohesión social, por su capacidad de atraer y generar empleos de calidad, potenciando el transporte público y reforzando el Consorcio regional, hoy instrumento del PP desde la Comunidad para desinvertir en el metro y boicotear al propio Ayuntamiento de la capital.

Madrid necesita una política pública ambiciosa de vivienda, de promoción de un potente parque público de vivienda en alquiler, frente a la derecha que malvendió la que había, y frente a Ahora Madrid que ha sido incapaz de terminar la construcción de ninguna, sencillamente por ineficaz gestión presupuestaria. Y también mediante una política de rehabilitación de edificios, que es como hablar de rehabilitación de la ciudad.

Hay asimismo que resituar la ciudad de Madrid en el conjunto metropolitano, recuperando la concertación dentro del conjunto regional. Lo iniciamos los socialistas cuando gobernamos la Comunidad, pero la larga onda de la derecha lo abandonó. Sólo el PSOE puede reconducir la necesaria cohesión territorial de Madrid.

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Y ante la aparición de fuerzas de extrema derecha y la amenaza del PP de aplicar en Madrid un tripartito como en Andalucía, debemos seguir levantando la bandera del respeto, de la tolerancia, del pluralismo, de la diversidad, de la acogida de  quien viene de fuera, de la lucha contra la desigualdad social y el desequilibrio territorial, en definitiva de los valores de la modernidad ilustrada.

Hace ya unos años en Fuenlabrada, entonces una ciudad dormitorio al servicio de la gran ciudad, paraíso de la especulación inmobiliaria, en la que se habían otorgado licencias para 64.000 viviendas sobre suelo no urbanizable, un gobierno municipal de izquierdas bajo la dirección del PSOE, que yo encabecé, hizo frente a esa situación cambiando radicalmente el modelo de ciudad al servicio de la gente. Entre todos esa experiencia es también posible en Madrid, basta tener confianza y determinación para llevarla a cabo. _______________

Manuel de la Rocha Rubí es precandidato a las primarias del PSOE para la Alcaldía de Madrid.

El presidente del Partido Popular ha presentado recientemente a los candidatos a la Comunidad y al Ayuntamiento de Madrid, como dos "pata negra" y “sin complejos” para defender las "esencias" del Partido Popular. Y ha reivindicado que vienen de la escuela de Esperanza Aguirre y de sus alcaldes de Madrid, incluida Ana Botella.

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