Este miércoles, 5 de junio, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha crucial para reflexionar sobre el estado actual de nuestro planeta y tomar acciones urgentes para su preservación. Actualmente, no solo la ambición de las políticas existentes es insuficiente, sino que también la velocidad de implementación es francamente mejorable. Este año, en el que Naciones Unidas hace hincapié en la necesidad de restaurar los ecosistemas degradados y avanzar hacia un modelo de desarrollo sostenible, tenemos los peores datos de los indicadores de cumplimiento de los ODS referentes a cambio climático, conservación de los ecosistemas y consumo responsable.
En 2023, los indicadores del cambio climático alcanzaron niveles sin precedentes, según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Fue el año más cálido desde que hay registros, con una temperatura media mundial de 1,45ºC por encima de los niveles preindustriales. Además, se batieron récords en calor oceánico, aumento del nivel del mar, pérdida de hielo marino antártico y retroceso de los glaciares.
Los fenómenos climáticos extremos, como olas de calor, ciclones tropicales y sequías prolongadas, afectaron gravemente a todas las regiones, desde el sur de Europa hasta el Cuerno de África y América del Norte. Estos eventos causaron caos y pérdidas económicas significativas, afectando la vida de millones de personas y exacerbando problemas como la inseguridad alimentaria y los desplazamientos de población. El número de personas que padecieron inseguridad alimentaria aguda alcanzó los 333 millones, el doble que antes de la pandemia, poniendo de manifiesto la interconexión entre la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y la desigualdad.
En Europa, los fenómenos meteorológicos extremos afectaron a millones de personas, subrayando la necesidad urgente de medidas de mitigación y adaptación. Según el informe del Estado del Clima en Europa 2023 (ESOTC 2023), publicado por el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) y la OMM, 2023 fue uno de los años más cálidos registrados, con temperaturas récord en varios meses y un aumento significativo en los días de “estrés térmico extremo”. El informe destaca el impacto del cambio climático en la salud, señalando un aumento de la mortalidad relacionada con el incremento de las temperaturas.
Desarrollar la economía circular se convierte en una parte crucial para abordar la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación
No debemos olvidar que, en gran medida, los actuales impactos del cambio climático tienen su origen en una economía construida durante demasiado tiempo sobre la base de la extracción incesante de recursos. Esta extracción no solo destruye ecosistemas y provoca pérdida de biodiversidad, sino que también contamina las aguas, el suelo y el aire, y genera desigualdades. Pues tal como nos indica el Informe “Perspectivas de recursos globales 2024: Cambiar la tendencia: caminos hacia un planeta habitable a medida que aumenta el uso de recursos”, publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la extracción y el procesamiento de recursos materiales (combustibles fósiles, minerales, minerales no metálicos y biomasa) representa más del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el 90% de la pérdida de biodiversidad y el estrés hídrico relacionados con el uso la tierra, y el 40 % de los impactos relacionados con la salud.
Nos encontramos con un panorama poco alentador en el que todos los impactos ambientales están en aumento. El uso de materiales se ha multiplicado por más de tres en los últimos cincuenta años y continúa creciendo a una media anual de más del 2,3%, lo que implica un aumento a un ritmo mayor que el aumento del bienestar medido por el Índice de Desarrollo Humano ajustado por la desigualdad.
Según el Informe del PNUMA sobre recursos mundiales, la acción ambiental conjunta e integrada (eficiencia de recursos, clima y energía, alimentos y usos de la tierra) podría suponer, a nivel mundial, un aumento del 3% del PIB y del 7% del índice de desarrollo humano global para 2060. Además, podrían mitigar el crecimiento del uso de materiales en un 30%, y reducir las emisiones de GEI en más del 80% con respecto a los niveles actuales para 2060, junto con reducciones absolutas de otras presiones ambientales.
En este escenario, desarrollar la economía circular se convierte en una parte crucial para abordar la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. La transformación de nuestra economía hacia principios circulares puede contribuir a aliviar las presiones sobre el medio ambiente y mantener el estado de bienestar. En este sentido, aunque Europa sigue funcionando, en esencia, según un modelo predominantemente lineal, las acciones para aumentar la circularidad están bien definidas y proporcionan una buena hoja de ruta para avanzar.
Y si bien es cierto que la gestión de residuos es el aspecto más maduro de la economía circular en Europa, se puede observar una modesta disociación entre el consumo de recursos y el crecimiento económico. Pero al igual que ocurre con la acción climática, los responsables políticos de la UE tendrán que considerar nuevas intervenciones más ambiciosas para acelerar la transición, dado que los últimos informes de evaluación incluso ponen en duda se logren los objetivos de reducción de generación de residuos planteados para 2030.
Principalmente, es necesaria una implementación más audaz y una mayor presión política para acelerar la adopción de acciones circulares dentro de las empresas. Además, se requieren cambios fundamentales en el comportamiento de consumo, incluyendo favorecer productos con menor impacto ambiental y pasar a modelos de reutilización, intercambio y producto como servicio.
No solo los objetivos de economía circular o cambio climático corren riesgo de no cumplirse. El Informe de seguimiento sobre los avances del 8º PAMA (Programa de Acción en materia de Medio Ambiente de la UE, edición 2023) indica que, aunque existe una creciente ambición en la política ambiental y climática impulsada por el Pacto Verde Europeo, las perspectivas de las “presiones ambientales y climáticas relacionadas con la producción y el consumo en la UE” son preocupantes. Existe la necesidad de una transformación profunda de los sistemas de energía, movilidad, alimentación y uso de recursos materiales. La velocidad actual no es suficiente y tendrá que aumentar sustancialmente en los próximos años en los aspectos clave mencionados.
Los votantes europeos tienen una responsabilidad significativa en estas elecciones, ya que sus decisiones influirán directamente en el rumbo que tomará la UE
Los datos expuestos nos indican que el camino hacia la sostenibilidad es cada vez más complicado, porque se ha perdido mucho tiempo y muchos compromisos políticos no se han cumplido. No es momento de parar o ralentizar la ambición; todo lo contrario, debemos reflejar de una vez por todas los verdaderos costes de los recursos en la estructura de la economía y reorientar las finanzas hacia el uso sostenible de los recursos, mediante el establecimiento correcto de incentivos, haciendo que el comercio y los acuerdos comerciales sean motores del uso sostenible de los recursos, incorporando opciones de consumo sostenible y creando soluciones y modelos de negocio circulares, eficientes en el uso de los recursos y de bajo impacto.
Ante este escenario, las elecciones europeas del nueve de junio serán cruciales para el futuro no solo del Pacto Verde Europeo, sino del desarrollo sostenible y del bienestar de los ciudadanos europeos. El resultado de estas elecciones determinará si la UE mantiene, acelera o revisa sus compromisos ambientales.
Hoy más que nunca resulta esencial la elección de los votantes, porque, en función de la composición del Parlamento Europeo, podríamos dar entrada a posturas claramente negacionistas como las que defienden la ultraderecha. Tanto el grupo Identidad y Democracia (ID), escéptico respecto al Pacto Verde argumentando que las políticas climáticas perjudican a la economía y los empleos, como el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), que pretende reducir las regulaciones ambientales y basar la transición únicamente en el mercado, representan amenazas significativas.
Estas elecciones representan una oportunidad histórica. La participación ciudadana es esencial para el éxito del Pacto Verde y de las políticas ambientales en general. Los votantes europeos tienen una responsabilidad significativa en estas elecciones, ya que sus decisiones influirán directamente en el rumbo que tomará la UE en los próximos años.
Y aunque una encuesta exhaustiva realizada a más de 600 expertos europeos en sostenibilidad revela que el 61% de ellos confían en la resistencia del Pacto Verde ante los posibles cambios políticos que puedan producirse en las próximas elecciones de la UE, debemos ser conscientes de que la elección no es solo sobre qué partido gobernará. El resultado de las elecciones determinará si Europa se mantiene en la senda hacia la sostenibilidad y la neutralidad climática, manteniendo una posición de liderazgo en el abordaje de los retos medioambientales mundiales.
José Luis de la Cruz es director de Sostenibilidad de la Fundación Alternativas.
Este miércoles, 5 de junio, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha crucial para reflexionar sobre el estado actual de nuestro planeta y tomar acciones urgentes para su preservación. Actualmente, no solo la ambición de las políticas existentes es insuficiente, sino que también la velocidad de implementación es francamente mejorable. Este año, en el que Naciones Unidas hace hincapié en la necesidad de restaurar los ecosistemas degradados y avanzar hacia un modelo de desarrollo sostenible, tenemos los peores datos de los indicadores de cumplimiento de los ODS referentes a cambio climático, conservación de los ecosistemas y consumo responsable.