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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Ante la pandemia ultra, más democracia

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Odon Elorza

La corrupción no es una etapa superada. Es cierto que con la aprobación de la moción de censura contra Mariano Rajoy, motivada por su responsabilidad política en los casos de corrupción del PP, se eliminó un tapón que impedía iniciar un tiempo creíble de regeneración. Pero las medidas legislativas pendientes y las noticias sobre los casos del comisario Villarejo y el espionaje desde las cloacas del Estado por parte de la anterior cúpula policial –al servicio partidista del PP– nos recuerdan que el camino de la regeneración del sistema democrático y los procesos judiciales será largo.

Para el PSOE, como partido que defiende los principios democráticos, regenerar la vida política y las instituciones es un objetivo que va más allá del imprescindible combate contra la corrupción y los abusos de poder. Supone poner en marcha procesos de innovación de la democracia de cara a lograr un modelo de Gobierno y Parlamento abiertos.

Una de las claves de esa apertura reside en empoderar a la ciudadanía, a las entidades y organizaciones, como interlocutores representativos de la sociedad civil en los procesos de deliberación previos a la toma de decisiones públicas. Una concepción de la democracia que los socialistas entendemos como una gobernanza participativa y transparente, un nuevo paradigma para el ejercicio ético del poder.

Vivimos tiempos de fragilidad del sistema democrático, una pandemia de autoritarismo y de políticas ultraconservadoras que recorre el mundo y que se está instalando en los Gobiernos. Está motivada por la escasez de líderes políticos de talla que defiendan una democracia avanzada, por una corrupción generalizada, la intoxicación de las redes sociales, la extensión del fenómeno del populismo y la extrema derecha, así como las presiones y amenazas que realizan los grandes poderes económicos para condicionar las decisiones de los gobiernos.

El deterioro progresivo de la democracia también va unido a una pérdida de vitalidad de aquellos principios que ayudan a las buenas prácticas de gobierno para una gestión honrada y eficiente. Un declive en el que también ha influido una gestión de la crisis económico-financiera, por parte de gobiernos e instancias económicas, en perjuicio siempre de las clases populares. Todo ello produce la desafección de la ciudadanía hacia los políticos, los partidos y las instituciones.

Quienes tenemos una conciencia de izquierda, creemos que la democracia en España debe servir para fortalecer el Estado de Social y de Derecho y eliminar las desigualdades, la precariedad laboral y la exclusión social. Del mismo modo que la democracia nos permite encontrar soluciones dialogadas a la crisis territorial, conjugando legalidad con legitimidad, cohesión, convivencia y autogobierno en un marco federal.

La respuesta al proyecto de involución de Casado, Rivera y Abascal es más democracia. Esta es nuestra respuesta de cara a la cita electoral del 28 de abril, la de un Gobierno de progreso y fuerte liderado por Pedro Sánchez. Y conlleva practicar el diálogo político y social en la búsqueda de grandes acuerdos y pactos en los temas de Estado. Me refiero a la lucha contra el cambio climático y en favor de una transición energética sostenible, a las respuestas a la globalización, la revolución tecnológica y la economía digital, a la reforma de la Constitución o a las leyes básicas sobre migraciones, pensiones, reforma laboral y educación.

La reforma del Parlamento

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Un gobierno del PSOE, con amplio apoyo de los electores, podrá desarrollar un Plan integral en favor de la regeneración, que incluya un Pacto de Estado contra la corrupción con medidas legislativas y normas preventivas de integridad y autorregulación. Un Plan que desarrolle acciones en cuatro ejes: lucha contra la corrupción, gobierno abierto, democracia reforzada con la participación y la transparencia y reforma del funcionamiento del Congreso.

Hay prioridades, como legislar sobre los grupos de presión o lobbys y la protección de los denunciantes de casos de corrupción; dotar al Gobierno de un código ético y de normas de integridad para los funcionarios de la AGE; reformar la actual Ley de Transparencia y dotar al Consejo de autoridad independiente; eliminar el sistema de voto rogado para facilitar el ejercicio de voto de los españoles residentes en el extranjero; cambiar el reglamento del Congreso para corregir sus rigideces y desfases, dotando de mayor agilidad y abriendo a la participación deliberativa de la sociedad los procesos legislativos; regular mejor los conflictos de intereses y las puertas giratorias; hacer realidad la independencia de los organismos constitucionales y reguladores, y garantizar la separación de poderes.

El PSOE tiene el firme compromiso de reforzar la democracia, recuperando el prestigio de la política y devolviendo la confianza a la ciudadanía en las instituciones. Enfrente, como hicieran los falsos salvadores de la unidad de la patria, las derechas socias de Vox abusan de un discurso catastrofista plagado de mentiras y nos amenazan con una involución política y un retroceso social que nos devuelve a los tiempos del posfranquismo. __________________Odón Elorza es candidato del PSE/PSOE por Gipuzkoa

La corrupción no es una etapa superada. Es cierto que con la aprobación de la moción de censura contra Mariano Rajoy, motivada por su responsabilidad política en los casos de corrupción del PP, se eliminó un tapón que impedía iniciar un tiempo creíble de regeneración. Pero las medidas legislativas pendientes y las noticias sobre los casos del comisario Villarejo y el espionaje desde las cloacas del Estado por parte de la anterior cúpula policial –al servicio partidista del PP– nos recuerdan que el camino de la regeneración del sistema democrático y los procesos judiciales será largo.

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