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La reforma del Parlamento

La espera resulta ya demasiado larga y es excesiva la pérdida de confianza ciudadana en su Parlamento. Como una de las claves en el objetivo de lograr la regeneración democrática del sistema institucional, necesitamos un Congreso conectado con las preocupaciones de la calle y que responda a los desafíos globales de la humanidad.

Un Congreso volcado en la producción legislativa y por tanto más productivo y eficaz, ágil en el tratamiento de la actualidad, más útil para el ejercicio de rendición de cuentas del Gobierno y de otros organismos supervisores del Estado ante la oposición, abierto a la participación y deliberación con la ciudadanía y los agentes sociales, transparente en sus actuaciones y tecnológico. En definitiva, lo que se entiende como un Parlamento abierto.

Pues bien, este martes 21 de mayo, en la sesión constitutiva de la XIII Legislatura, elegiremos la Presidencia y una Mesa de la Cámara que, esta vez sí, se comprometerán a afrontar la reforma del Reglamento del Congreso. Es una condición indispensable que el Congreso ejerza sus plenas funciones en materia legislativa y su papel como institución de representación para el diálogo, la generación de consensos y discursos ilustrados. También para innovar un modelo parlamentario rígido que promueva, por diferentes vías, la participación cívica y la relación e interacción del Congreso y sus señorías con la sociedad. Supondría, además, un paso decisivo para mejorar la calidad de la democracia en España.

Vivimos en una democracia débil como consecuencia de los vicios adquiridos, la desafección provocada en la ciudadanía por la crisis económico-financiera y por un Parlamento que no quiso repartir los sacrificios, los casos de corrupción y los abusos de poder. Y, más recientemente, por los vetos de Rajoy a numerosas leyes y el bloqueo en la tramitación de leyes desde la Mesa por parte del PP y Cs.

Ahora, tras la victoria del PSOE el 28A, toca abrir un plazo medido de trabajo para una ponencia que proponga las bases de la reforma del Reglamento del Congreso. Un reto urgente después de tres años en los que la Comisión del Reglamento no celebró reuniones para intentar reforzar el papel central que corresponde jugar a una Cámara que representa la soberanía popular. Los Grupos Parlamentarios tendrán que abordar sin dilaciones la búsqueda de un gran acuerdo para hacer posible un nuevo modelo de parlamentarismo.

Esta reforma persigue un funcionamiento ético del Congreso, incorporando como anexo un código ético de conducta y de buenas prácticas parlamentarias (como la promoción de iniciativas de carácter incluyente) con participación de los propios congresistas; asegurando la plena dedicación e incompatibilidades de los Diputados; la creación de un registro público para regular los grupos de interés o lobbys; la publicación en la web del Congreso de las agendas públicas de los Diputados; así como un control efectivo sobre sus declaraciones de ingresos, patrimonio, intereses económicos y actividades para prevenir la corrupción y detectar casos de conflictos de intereses. Convendría disponer de un estudio comparativo sobre los recursos de apoyo al trabajo de la Cámara y de los Diputados existente en otros Parlamentos europeos así como facilitar la autonomía y funciones de cada congresista.

Desde el punto de vista de la mejora de la operatividad del Congreso, ha de ampliar su calendario de sesiones de trabajo a enero y julio; afrontar con mecanismos más ágiles el tratamiento de las cuestiones de la actualidad política y las preocupaciones de la sociedad; facilitar el desarrollo de la función legislativa, impidiendo el uso abusivo del veto por el Gobierno de turno a la admisión a trámite de iniciativas, así como la obstrucción a la tramitación de proyectos y proposiciones de ley mediante prórrogas sin límite del plazo de presentación de enmiendas; abrir las Comisiones y Ponencias a la comparecencia motivada de agentes sociales, expertos, entidades afectadas por el contenido de una iniciativa legislativa; y perfeccionar los actuales mecanismos de control sobre la acción de gobierno, incluidas las preguntas de la oposición en la sesión de control, las peticiones de comparecencia urgente de integrantes del Gobierno y la evaluación sobre el grado de cumplimiento de las resoluciones de Comisiones y mociones aprobadas.

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Fortalecer el sistema democrático requiere un modelo de Parlamento transparente que garantice la información de la actividad de la institución y de los parlamentarios, que aproveche las potencialidades de internet para informar mejor y facilitar la accesibilidad pública desde su página web a las iniciativas presentadas, lo mismo que a la huella legislativa o recorrido que va dejando cada ley, a documentación, vídeos, informes, votaciones, actas y acuerdos en formatos abiertos, todo ello tratado de manera que resulten comprensibles.

En conclusión, el reto consiste en innovar procesos para crear un Parlamento del siglo XXI entendido como un espacio democrático para escuchar, deliberar, consensuar e integrar inquietudes de una sociedad que hoy permanece crispada y convulsa. Esta utopía posible requiere, también, reformar la Ley Orgánica de Iniciativa Legislativa Popular para favorecer el ejercicio ciudadano de esta vía. No veo problema alguno en perfeccionar y profundizar la democracia representativa clásica para avanzar hacia una democracia de participación. _____________________________________Odón Elorza es diputado socialista por Gipuzkoa

Odón Elorza

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