Plaza Pública
El parlamento y sus enemigos
En defensa del parlamento (Frente a la equidistancia y la antipolítica)
"El ciudadano descubre el acto de compra como una papeleta de voto directa que puede utilizar políticamente en todo momento y lugar. En el boicot se une y alía de este modo la activa sociedad de consumo con la democracia directa, y ello a nivel mundial".Ulrich Beck
Es un escándalo, dicen. El parlamento se ha amordazado a sí mismo, permitiendo al Gobierno delegar la gestión en las comunidades autónomas y dilatar la prórroga del estado de alarma durante los próximos seis meses, remachan que sin ningún control. Una marginación iliberal del parlamento. Antes de eso, los grupos parlamentarios que sustentan al gobierno de coalición de izquierdas ya habían presentado una proposición que entre otras medidas van a reducir la mayoría necesaria para elegir a los vocales juristas del consejo General del Poder Judicial. Un ataque a la independencia del poder judicial y a la división de poderes.
Se trata de dar continuidad como sea al escándalo habitual de los miércoles en la sesión de control al Gobierno. Antes eran los viernes de dolores y ahora es el día de la bronca. Unas preguntas que no son sino pedradas dialécticas y unas respuestas que tampoco son tales. A ver quién exagera más la nota y aparece por unos escasos segundos en los medios de comunicación y en las redes sociales, dispuestos ambos a escandalizarse, por si el diputado ejerce de tertuliano o influencer. Además si antes la confrontación de la oposición de derechas era hasta hace poco de todos frente al Gobierno, ahora también entre ellas, todos contra todos. Un día más entre la bronca, el morbo y el hastío.
Y, si no hay carnaza en la Carrera de San Jerónimo, siempre habrá meteduras de pata y errores garrafales de los políticos entre el mensaje de responsabilidad y unos hechos irresponsables como la gestión de la Comunidad de Madrid o la fiesta de El Español. Un error de unos políticos concretos, junto con personajes de la ciudad económica, aunque se aproveche para hacer otra vez equidistancia y antipolítica.
Poco importa que en relación al estado de alarma tengamos una funesta experiencia de los agónicos plazos quincenales y su precipitado final. Tampoco que los grupos parlamentarios hayan alcanzado un acuerdo para que el presidente del Gobierno comparezca cada dos meses y el ministro de Sanidad mensualmente para dar cuenta y someterse al control del parlamento. Ni resulta relevante que a los cuatro meses se evalúe su marcha, con los presidentes de las comunidades, previo acuerdo del Consejo Interterritorial de Sistema Nacional de Salud. Por eso hubiera sido, más que conveniente necesario, que el presidente del Gobierno hubiera liderado en el Congreso está nueva etapa.
Pero sobre todo, es una minucia que el nuevo estado de alarma, tome en cuenta tanto las limitaciones iniciales del mando único como las del periodo de gestión de las comunidades en solitario, dando cobertura jurídica al cuadro de mandos en forma de semáforo pactado en el el consejo interterritorialal, así como a la delegación de su gestión en los presidentes autonómicos y al papel coordinador del gobierno central en la ley de cohesión, cuestionado por el TSJM.
Una fórmula inédita de cogobernanza federalista que podría consolidarse mediante la conferencia de presidentes y en el futuro en la comisión de las comunidades del Senado. La única diferencia con Alemania estribaría entonces en la voluntad de compromiso y la lealtad de las partes, pero sobre todo en la efectividad frente a la pandemia de la mencionada cogobernanza.
No resulta relevante que los grupos del Gobierno hayan paralizado la tramitación de la reforma del Consejo General del Poder Judicial, con la intención de retomar la negociación con el PP y consensuar los nombres y el procedimiento a seguir. Una reforma que, aparte de la polémica reducción de los tres quintos de mayoría exigibles para la elección, también preveía la supresión del los nombramientos una vez finalizado el periodo de cinco años de mandato del consejo, que habían venido siendo aprovechados por la derecha para copar los principales órganos judiciales. A pesar de todo ello, la mayoría de los vocales, hoy en funciones, que son una minoría en el parlamento, se reúnen para lamentar la politización de la justicia mientras continúan con los nombramientos de sus afines, como si nada hubiera ocurrido.
Y sobre todo resulta un detalle sin importancia para los agitadores del antiparlamentarismo el que, una semana antes, el Congreso de los diputados haya resuelto con seriedad y contundencia la quinta moción de censura de la democracia, presentada por la extremaderecha, con el objetivo de criminalizar al Gobierno, disputar el liderazgo al PP y agitar el malestar con todo tipo de consignas antidemocráticas, descalificaciones e insultos. Finalmente una moción rechazada y unos argumentos echados por tierra por la inmensa mayoría. Todo ello a pesar del caldo de cultivo precedente de crispación y bronca protagonizadas por algunos de los portavoces y convenientemente amplificadas por los medios de información de la antipolítica y de la equidistancia.
Poco importa asimismo que haya aprobado las recomendaciones del Pacto de Toledo en defensa de la sostenibilidad del sistema público de pensiones por amplia mayoría, de la que de nuevo se ha autoexcluido la extrema derecha. Unas recomendaciones que significan al tiempo la buena noticia de la revitalización de instituciones de diálogo y concertación transversales como el Pacto de Toledo, así como la expresión de la voluntad muy mayoritaria de consolidación del sistema público contributivo frente a los recortes unilaterales de gobiernos anteriores y haciendo caso omiso a la presión de los lobies de los fondos privados de pensiones.
Además, después de tanto ruido en relación a las distintas formas de aislar la retropía de la extrema derecha. De si a la manera del cordón sanitario francoalemán, con su derrota política a la italiana o ilegalizados a la griega... por fin nos hemos dado cuenta que la mejor forma es a la española: dando credibilidad en primer lugar a las instituciones representativas como el Parlamento, poniendo en evidencia la falta de proyecto de la extrema derecha y asimismo aprobando medidas que afronten las causas últimas del malestar social, que no son otras que los recortes sociales y la corrupción política.
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Al parecer, tampoco importa que por fin la Cámara haya recibido el proyecto de ley de Presupuestos para 2021, después varios años de prórrogas y en consecuencia de modificaciones presupuestarias, en este caso en manos del gobierno de turno y al margen del parlamento. Una buena noticia para los ciudadanos y una mala noticia para quienes pretenden que el fondo de reconstrucción europeo se gestione al margen de la política y la mayoría parlamentaria por órganos técnicos, supuestamente neutrales.
De escándalo en escándalo y tiro porque me toca. Sin embargo, detrás de la bronca, del ruido y la teatralización de la política está la iniciativa social y política, la negociación y el acuerdo. Es verdad que no es suficiente, que la regeneración democrática exige más transparencia y participación, junto a una ciudadanía crítica. Pero son, nada más y nada menos, que unos primeros pasos.
Gaspar Llamazareses fundador de Actúa.