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Del capitalismo nacen las crisis económicas, los conflictos, las guerras y las atrocidades que lastran el mundo.
Jerónimo de Sousa
Este año celebramos el centenario del Partido Comunista de España (PCE), fundado el 14 de noviembre de 1921. A lo largo de un siglo de guerras se han cometido muchos errores, con enfrentamientos y divisiones, pero lo que nadie puede negar es su lucha abnegada por la justicia social, la paz y la libertad. En junio de 1956, en una declaración de su política de “Reconciliación Nacional”, se pidió “la mejor justicia para todos los que han caído y sufrido por la libertad [porque] lo que España necesita es la paz civil, la reconciliación de sus hijos [y] la libertad”. La derecha y la ultraderecha de España, con su ignorancia supina y su revisionismo histórico craso, insisten con su propaganda repetitiva en que los valores del comunismo no tienen sentido en nuestros tiempos porque están caducos. Sin embargo, si reflexionamos sobre la situación actual de la economía de mercado, la injusticia social, la vivienda, el desempleo, la precariedad, la explotación de los trabajadores, las desigualdades de la globalización, la crisis constante del capitalismo salvaje, el empobrecimiento de la gran mayoría y el enriquecimiento continuo de una pequeña minoría, entonces, después de reflexionar llegamos a la conclusión de que la construcción de un socialismo anticapitalista se puede lograr con el Partido Comunista porque es la fuerza más preparada para combatir la amenaza del callejón sin salida al que nos está llevando el neoliberalismo bárbaro de nuestro sistema económico, basado en la explotación del ser humano, en las guerras interminables y en la resistencia a toda alternativa que intente distribuir la riqueza, vivir en paz y conseguir un futuro digno en una sociedad más justa y más igualitaria.
Cuando en las pasadas elecciones de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso decidió cambiar su lema por “Comunismo o libertad”, no sabía lo que estaba diciendo porque desconoce la historia. Recordemos, pues, algunos hechos. El PCE tuvo un papel fundamental en la Transición. Su lucha por las libertades durante el franquismo nunca la abandonó ni en la clandestinidad ni cuando era ilegal. El 9 de abril de 1977 fue legalizado y forma parte de Izquierda Unida (IU) desde 1986, con un objetivo claro: “participar democráticamente en la transformación revolucionaria de la sociedad y sus estructuras políticas [para] la superación del sistema capitalista y la construcción del socialismo en el Estado español […] con la perspectiva de la plena realización del ideal emancipador del comunismo”. El PCE se define como un partido de izquierda, leninista, revolucionario, internacionalista, solidario, republicano, feminista y laico. Como ha señalado el secretario general, Enrique Santiago, “el principal constructor de la democracia y de las libertades siempre ha sido el Partido Comunista de España, por eso hemos sido ilegalizados tres veces en cien años”.
En el X Congreso del PCE en julio de 1981, Julio Anguita propuso la integración de las “diversas tendencias internas”. En 1997 Anguita defendió la República española y la España federal, así como la aceptación de la Monarquía, “solo de forma temporal”. Y en el XV Congreso en 1998 pidió a los militantes comunistas que reivindicaran “los principios del anticapitalismo” y la lucha por “una sociedad más justa y más igualitaria”. Pero aglutinar a las distintas tendencias no significaba una “disolución” del PCE dentro de IU. En la actualidad, también se habla de un Frente amplio para formar una unión de las izquierdas, como el PCE hizo en la guerra civil española para agrupar a todas las fuerzas de izquierda, manteniendo el PCE su soberanía y su centralismo democrático.
La formación de un Frente amplio presenta dificultades y será preciso limar diferencias. El principal escollo lo encontramos con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Este partido se define como socialdemócrata, un sistema ya bien conocido. Ron Slee y Geoff Stokes escriben en el libro Liberal Democratic Theory and Its Critics (ed. Norman Wintrop), que aunque la socialdemocracia nació en el siglo XIX para trabajar dentro de las instituciones democráticas y derrotar al capitalismo, ahora si quiere “evitar quedarse en una organización liberal”, necesita “una acción política colectiva”. Si abandona esta tarea, esto significa “aceptar implícitamente las ideas de la ortodoxia capitalista”, un sistema “basado en imperativos inhumanos”. El socialismo está obligado a luchar contra “la anarquía y la alienación del capitalismo”. Slee y Stokes comentan que los socialdemócratas “en vez de derrotar el modo de producción del capitalismo, defienden sus principios de competición libre y la desigualdad”. Y las naciones socialdemócratas de Europa siguen el sistema neoliberal.
Con la elección de Margaret Thatcher en Inglaterra en 1979 y de Ronald Reagan en Estados Unidos, 1980 “marca el principio de la colonización sostenida de la sociedad por el neoliberalismo”. Así lo afirma Thomas Klikauer en su artículo “Capital, Profits y Wages in 2021” [Capital, ganancias y salarios en 2021]. Thatcher y Reagan aplicaron las políticas neoliberales propuestas por los economistas Milton Friedman y Friedrich von Hayek en la década de 1970, de mínima intervención del Estado y apoyo al libre mercado con privatizaciones y desregulaciones. Para Klikauer, el neoliberalismo produce más riqueza cada día, pero los trabajadores siguen explotados con salarios bajos. Por esta razón, el secretario general del Partido Comunista de Portugal (PCP), Jerónimo de Sousa, subrayó en 2018 que “es el capitalismo y su naturaleza explotadora, opresora, depredadora y agresiva quien está en el origen de los gravísimos problemas de la humanidad”.
En el libro Anti-capitalism. A Marxist Introduction, Alfredo Saad-Filho escribe que desde 1980 ha habido un intento concertado de implementar un solo sistema político en todo el mundo, “bajo el disfraz del neoliberalismo”. Según él, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y el Banco Central Europeo, “han hecho campaña para defender el neoliberalismo y han advertido con dureza a los países que deben acatar sus órdenes”. Claro, a estos organismos los apoyan los “principales medios”, especialmente los corporativos, los “prestigiosos” intelectuales, los banqueros, los industrialistas y “los especuladores y los oportunistas” que “compiten por las ganancias en cualquier lugar del mundo”. Saad-Filho opina que los neoliberales han estado en primera fila “en el asalto neoliberal globalizador”. Pero también indica que este “apartheid económico” puede “al menos cambiarse parcialmente por medio de más luchas [para] limitar el poder de los intereses económicos y financieros, abriendo la posibilidad de políticas alternativas para mejorar la calidad de vida de la mayoría”. Y sostiene que para que esto ocurra “el movimiento democrático tiene que ser anticapitalista”.
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Sabiendo que vivimos en un apartheid económico, en la mesa de diálogo que se ha constituido en España para derogar la reforma laboral fallida del PP de 2012, basada en las recomendaciones del FMI, que exigen “políticas con intereses usurarios”, austeridad y una “economía de saqueo”, de acuerdo con los dictados de la City de Londres y Wall Street, Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, está demostrando en el Gobierno de coalición su gran capacidad de liderazgo. Al margen de los resultados de las negociaciones de esta derogación necesaria, esta mujer inteligente que infunde confianza y respeto, con una mirada serena y trabajadora incansable, ya se puede considerar ganadora porque toda España sabe que en estas negociaciones y en su proyecto integrador para formar un Frente amplio que unifique las izquierdas, Yolanda Díaz nunca separa lo económico de lo humano y defiende los derechos de todos, especialmente los de la clase trabajadora y los pobres. Sus dotes hacen de ella la mejor candidata posible a la presidencia del Gobierno de España en las elecciones de 2023. En ese Frente amplio el Partido Comunista debe seguir jugando un papel fundamental, como siempre ha hecho a lo largo de sus cien años de existencia, para demostrar una vez más que sus valores no están caducos. Lo que sí se ha agotado es el modelo capitalista actual.
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Juan José Torres Núñez es escritor y socio de infoLibre.
Del capitalismo nacen las crisis económicas, los conflictos, las guerras y las atrocidades que lastran el mundo.
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