Mi primera ley: la agencia de Salud Pública que todas estábamos esperando

Hoy aprobamos en el Congreso de los Diputados una ley que he tenido el honor y, sobre todo, la enorme responsabilidad de negociar. Mi primera ley desde que llegué al Congreso hace pocos meses.

Han pasado cinco años desde el inicio de la pandemia, un tiempo que nos marcó para siempre y que nos demostró lo importante que es proteger nuestra salud. Por eso, esta ley es especialmente significativa: la Ley para la Creación de una Agencia de Salud Pública.

Analizando todo a posteriori, pareciera que no hemos aprendido tanto como deberíamos de aquella pandemia que lo cambió todo. Sin embargo, lo que sí ha quedado patente es la necesidad de mejorar la coordinación entre todos los actores implicados en la gestión de una crisis de tal magnitud. Debemos ser capaces de identificar riesgos de forma conjunta, hacer un seguimiento riguroso y, sobre todo, basarnos en la evidencia científica en todo lo que hagamos. Porque, si algo hemos comprobado en los últimos años, es que las decisiones en salud deben basarse en la evidencia y el conocimiento, no en la improvisación ni en intereses políticos que van en contra de la ciudadanía.

La agencia será un pilar en la investigación sanitaria, ayudando a desarrollar estrategias que nos protejan con eficacia y asegurando que el conocimiento sobre salud pública esté siempre al servicio de la ciudadanía.

Unos pocos no han visto, o no han querido ver, que lo que afecta a la salud de cualquier persona (...) influye, de alguna forma, en la salud de todos y de todas

Sin embargo, unos pocos no han visto, o no han querido ver, que lo que afecta a la salud de cualquier persona —ya sea mi vecina del quinto, alguien de otra comunidad autónoma, cercana o lejana, o incluso alguien que se encuentre en otro país, a miles de kilómetros— influye, de alguna forma, en la salud de todos y de todas.

Proteger a la población ante futuras pandemias y epidemias, que en el futuro surgirán; hacer frente a emergencias sanitarias; así como mejorar la calidad de nuestra salud requiere modernizar los “radares” que nos alertan, adaptarnos a las nuevas amenazas y asumir el concepto de una “Sola Salud”, que integra la salud humana, la salud animal, la salud vegetal, la seguridad alimentaria y la protección ambiental.

Estos temas han sido debatidos entre todos los partidos políticos, salvo la extrema derecha, que siempre se queda atrás.

Uno de los pilares de la Agencia Estatal de Salud Pública (AESAP), que hoy se aorueba, es que afianza la idea de la importancia de los determinantes sociales de la salud en la vigilancia y protección del bienestar de la población en su conjunto. Factores como el acceso a servicios sanitarios, el entorno físico, la educación y la situación socioeconómica influyen directamente en la salud de las personas. Por ello, uno de sus fines generales es la identificación y evaluación de estos determinantes, con especial atención a las desigualdades sociales en la salud.

A través de la coordinación con las comunidades autónomas y otros actores, la Agencia buscará intervenir en estos factores para reducir riesgos y mejorar la equidad en salud. Sin este reconocimiento, no se puede garantizar un enfoque integral de la salud. Esta ley da un paso firme hacia adelante, y nosotras con ella.

Y es que, si hay una ley que ha sabido poner en el centro lo verdaderamente importante —la salud—, es, sin duda, esta. Por ello, y reconociendo que la salud es un derecho que nos concierne a todos y todas, sin importar quiénes somos o cuánto dinero tengamos, aplaudo el ejercicio de responsabilidad que ha hecho la mayoría de los partidos para sacar adelante esta ley y que hoy esté en el Congreso. Porque, sin lugar a dudas, nos va la vida en ello.

Con la negociación de esta ley tan importante sobre los hombros, era crucial no dejar caer las negociaciones. Era el momento de ponernos manos a la obra. Si existía la posibilidad de lograr una mayoría en las negociaciones para convertir este proyecto en una ley que nos cuidara, había que aferrarse a ella con todas las fuerzas.

No era la primera vez que me sentaba en una mesa a negociar, pero esta vez lo hacía como diputada en el Congreso de los Diputados.

Poniéndome a pensar en lo que ocurre cada miércoles durante la sesión de preguntas de control al Gobierno, una podría creer que es imposible llegar a un consenso. A pesar de las reyertas, que a veces parecen de recreo, los partidos de tenis del “y tú más” y las formas que, en ocasiones, avergüenzan a mucha gente —tanto dentro como fuera del Parlamento—, podríamos pensar que la política siempre es así. Y más aún para una novata como yo.

Pero no.

Reuniones en salas de otro siglo, salidas y entradas a varios despachos, paradas para beber agua, con más de un café en el cuerpo... Todo ello se ha sucedido durante semanas con los diferentes portavoces en un ambiente constructivo y con un objetivo común: sacar adelante esta ley.

Esto es lo que ha ocurrido en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados ante las negociaciones de esta ley que, si bien venía heredada del Gobierno anterior, el Ministerio de Sanidad actual, con Mónica García al frente, ha sabido hacer suya en términos, negociaciones y pasión por el bien de la salud global.

Estas negociaciones, con sus inevitables tensiones políticas, me han brindado la oportunidad de conocer mejor a mis compañeros y compañeras diputadas responsables de Sanidad. También me han permitido comprender más a fondo las diferentes sensibilidades y preocupaciones de los distintos partidos, poniéndome en su lugar y viajando, de algún modo, por las realidades diversas de nuestro Estado.

Y así se pudo. Y así se hizo.

Finalmente, hoy no puedo dejar de dar las gracias a casi todos los partidos políticos por conseguir llegar a un acuerdo. Esta es la primera de muchas leyes que llegarán desde un Ministerio de Sanidad que pone en el centro la salud. Un ministerio comprometido con su protección, un ministerio que busca la negociación, el consenso y la armonía.

Aquí siempre me encontrarán. Aquí siempre negociaré. Y lo haré con el orgullo de pertenecer a Más Madrid, con sus formas, sus ideas y su sentido: mejorar la vida de la gente.

[Este jueves, el pleno del Congreso ha rechazado, con los votos en contra del PP, Vox y Junts y tras un bronco debate, la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública que hace una semana recibió el respaldo unánime de todos los grupos en la Comisión de Sanidad, a excepción del de Santiago Abascal. Finalmente, y contra todo pronóstico, ha recibido solo 167 síes frente a 176 noes].

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Alda Recas Martín es portavoz de Sanidad de Sumar en el Congreso y Presidenta de la Comisión de Derechos Sociales.

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