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Proteger a los hogares hipotecados

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Carlos Martín Urriza

El Congreso de los Diputados acaba de instar al Gobierno y con un gran respaldo —solo se opuso Vox—, para que obligue a los bancos a publicar las condiciones que deben cumplir los clientes para acceder a cada una de sus ofertas hipotecarias. La compra de una vivienda es la operación financiera más importante a la que se enfrenta un hogar a lo largo de su vida. Su culminación no es un proceso fácil, tras el importante pago del adelanto a cuenta que se da al vendedor se sufre la angustia de la espera hasta que el departamento de riesgos del banco aprueba —o deniega— la solicitud de crédito. La intranquilidad tiene su origen en la falta de transparencia, pues las conversaciones con el empleado de turno del banco siempre están condicionadas por ese departamento escondido en los intestinos de la entidad donde se ponderan los arcanos de la incertidumbre. No hay negociación posible ya que ningún hogar cuenta con un departamento de riesgos equivalente junto al cuarto de baño que pueda dar réplica y la familia acaba aceptando lo que le pone el banco por delante.

La elevada concentración bancaria y la falta de competencia que de ella se deriva no solo se ha traducido en una menor remuneración del ahorro de los hogares españoles en comparación a los europeos, sino también en que las familias hipotecadas quedaran atrapadas en un corralito del que no han podido escapar y en el que se les ha sangrado a conciencia

Con el fin de ir terminando con este simulacro de mercado, se ha instado al Ministerio de Economía para que los bancos tengan que revelar las condiciones económicas mínimas que debe cumplir, al menos, un hogar ya hipotecado, para saltar a otra oferta hipotecaria dentro o fuera del banco. Esta posibilidad ya existe y el Gobierno la facilitó ante la subida de tipos de interés del BCE rebajando e incluso eliminando en algún caso las comisiones que lleva aparejadas. Sin embargo, los bancos en la práctica retiraron esta opción para la mayoría de hipotecados. Lo sabemos porque el volumen de novaciones (cambiar de hipoteca dentro del mismo banco) y subrogaciones (cambiar a otro banco) de esta etapa de subida de tipos ha sido muy inferior a la que se produjo en el pasado cuando los tipos estuvieron igual de altos. La elevada concentración bancaria y la falta de competencia que de ella se deriva no solo se ha traducido en una menor remuneración del ahorro de los hogares españoles en comparación a los europeos, sino también en que las familias hipotecadas quedaran atrapadas en un corralito del que no han podido escapar y en el que se les ha sangrado a conciencia.

Transparentar las condiciones del acceso al crédito evitará que este abuso se vuelva a repetir en el futuro. Pero también abre la posibilidad de reducir ahora las cuotas hipotecarias más rápidamente que la derivada de la rebaja de tipos de interés que ya ha comenzado el BCE y que el Euribor anticipa. En efecto, las familias podrán acelerar la bajada cambiando a ofertas a tipo fijo o para nuevos clientes que suelen ser más ventajosas. Los bancos se verán obligados a competir si quieren mantener sus beneficios atrayendo a nuevos clientes, pues tener el dinero quieto en la facilidad del depósito del Banco de España será cada vez menos rentable por la relajación de la política monetaria. El Congreso ha hecho su trabajo marcando el camino a seguir en la protección de los hogares hipotecados, ahora la pelota está en el tejado del Ministerio de Economía.

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Carlos Martín Urriza es portavoz de economía y hacienda del GP Sumar y presidente de la comisión de presupuesto del Congreso de los Diputados.

El Congreso de los Diputados acaba de instar al Gobierno y con un gran respaldo —solo se opuso Vox—, para que obligue a los bancos a publicar las condiciones que deben cumplir los clientes para acceder a cada una de sus ofertas hipotecarias. La compra de una vivienda es la operación financiera más importante a la que se enfrenta un hogar a lo largo de su vida. Su culminación no es un proceso fácil, tras el importante pago del adelanto a cuenta que se da al vendedor se sufre la angustia de la espera hasta que el departamento de riesgos del banco aprueba —o deniega— la solicitud de crédito. La intranquilidad tiene su origen en la falta de transparencia, pues las conversaciones con el empleado de turno del banco siempre están condicionadas por ese departamento escondido en los intestinos de la entidad donde se ponderan los arcanos de la incertidumbre. No hay negociación posible ya que ningún hogar cuenta con un departamento de riesgos equivalente junto al cuarto de baño que pueda dar réplica y la familia acaba aceptando lo que le pone el banco por delante.

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