La reurbanización de Olavide: el texto y el contexto

Felipe Domingo Casas

Hace unos días, el Alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se ha paseado por la madrileña Plaza de Olavide en una ficción de inauguración por la reurbanización de la plaza y su entorno. Ha podido halagarse sus oídos con los comentarios de algunos vecinos que se le han acercado, manifestándole: "¡¡la plaza ha quedado muy bonita, a ver si dura!!". A una joven le he oído expresar su belleza con la expresión hispana más americana: "¡¡La plaza ha quedado muy linda!!", que a los castellanos nos parece cursi, aunque, como sugirió Menéndez Pidal ya en 1918, “puestos a escoger entre los dos nombres de lengua española y lengua castellana, hay que desechar este último por muy impropio”. Lo que me da pie a referirme al título. El castellano sería  el texto, el español, el contexto. Como dice Lázaro Carreter, “si Castilla fue el alma, los reinos de León, Aragón y Navarra colaboraron en el perfeccionamiento de la lengua literaria”. Mientras el castellano tiene un carácter exclusivista por su significado y nacimiento “lingüístico”, el español  se ha formado en un contexto histórico más amplio, más bien “geopolítico”. A la Docta Casa acompañan otras veintitrés Academias de la lengua española.

Al observar la reurbanización de la plaza, es necesario distinguir, pues, la lingüística del texto del geopoliticismo del contexto. El texto describe, expone, el contexto examina, indaga, argumenta, deduce. Una mirada superficial a la plaza de Olavide no puede ser más elogiosa: en la plaza de Olavide y calles adyacentes se han plantado muchos árboles, arbustos y plantas en amplias jardineras y alcorques. Se han instalado decenas de bancos para descanso de los vecinos y visitantes, y bancadas prefabricadas para el mismo uso. Se han instalado unas nuevas luminarias con bastones modernos dotadas con lámparas LED. Se ha sustituido la vieja infraestructura, y también  las canalizaciones. En total se han reurbanizado y pavimentado 26.339 metros cuadrados con materiales nuevos y más modernos, aunque grises, que en número redondo han supuesto una inversión de seis millones. Todos los elementos que componen el urbanismo ( no el paisajismo) de la plaza de Olavide concuerdan, de tal modo que, a primera vista surje un enamoramiento veraniego muy cálido al  distinguirla de otras plazas urbanas de Madrid, todo cemento y  nulo arbolado.

El ayuntamiento pretende encajar la reurbanización de la Plaza de Olavide, el corazón del barrio de Trafalgar en el distrito de Chamberí, en el movimiento mundial para hacerlas más habitables, más sostenibles, más amables y peatonales, más verdes. El ayuntamiento de Madrid no quiere quedarse atrás de otras ciudades, como París, Copenhague. Berlín, Singapur, Pontevedra o Vitoria, entre otras muchas.

Sin embargo, en Olavide se ha pasado de la eliminación del tráfico de coches a la proliferación de las terrazas y la ocupación de las mismas de un espacio público, que cuenta con diez terrazas y dos mil sillas. De la elogiosa peatonalización se ha pasado a la dificultad de movimientos y circulación de niños y mayores, por la ocupación masiva de las aceras por mesas y terrazas, que, en la mayoría de los casos, no usan los vecinos. El 90% de los que ocupan las terrazas son jóvenes cuneros llegados de Alcobendas, Boadilla, Alcorcón, etc, como me han contestado al preguntarles su origen. Frente a un alumbrado obsoleto e ineficiente, se han colocado lámparas LED, pero en muchos postes a 10 metros de altura y cubiertas las farolas por los árboles, en decisiones absurdas e ineficientes. Frente a la extensión del ajardinamiento y zonas verdes,  impera ya la suciedad en jardineras y alcorques con latas, papeles, colillas y excrementos de las mascotas, que siguen campando a sus anchas.

El contexto es más amplio. Pasemos, pues, de las musas al teatro. Madrid tiene 21 distritos, algunos muy golosos, como Lavapiés, todos los días noticia en los periódicos. Y desde hace algunos años, Chamberí, en el que se enmarca el barrio de Trafalgar y la plaza de Olavide, “ese corazón secreto con el que late Chamberí”, como la retrata Rafael Reig, su gran platea.  Hace más de 25 años nos eslomamos los vecinos para recuperar Olavide como un espacio vecinal imprescindible para el barrio y conseguimos una plaza agradable y que fuera ocupada masivamente. Pero desde que el periodista del Financial Times, Simon Kuper, puso sus pies en la plaza, después de la pandemia, y elogió como uno de los “22 mejores espacios públicos naturales de Europa”, “un oasis y un lugar de encuentro para el retorno a los años felices”(no conoció anteriormente los años malditos de la misma no superados), los especuladores privados, los fondos buitres, y también el ayuntamiento de Madrid han puesto sus ojos en el barrio, sin poder descifrar qué fue antes, si el huevo o la gallina

¿A quién o quiénes va a revertir esta remodelación de la plaza de Olavide? ¿Hubiera hecho el ayuntamiento la reforma de la plaza y su entorno exclusivamente con fondos municipales si no hubiera tenido fondos europeos, los next generation? ¿Qué bulle en la cabeza del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, con la reurbanización de Olavide?  Por lo que hemos comprobado en estos años de su mandato, su afán privatizador no tiene límites. Periódicos digitales, como elDiario.es y El Plural, se han referido al último regalo (gratis total) que ha hecho el Alcalde al equipo de fútbol americano Madrid Bravos para que compita en el estadio Vallehermoso como local, con gran disgusto de los atletas que utilizan esas pistas, con la justificación de que “el fútbol americano es un deporte emergente con gran proyección en Europa”. José Luis Martínez-Almeida, que fue director de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, ha vulnerado el derecho a su ciudad, al no mover un dedo para mantener su uso fundacional e incorporar un monumento histórico como el Instituto Homeopático y Hospital de San José, catalogado como monumento BIC, al patrimonio madrileño. Se lo ha otorgado a una empresa americana para un colegio privado de élite carísimo, sin necesidad del mismo en el distrito. Almeida y Ayuso promocionan Madrid como la capital del ocio y el recreo, “del cielo a Madrid”, ha proclamado Almeida,  como si fuera la Torremolinos de los años sesenta. Siendo el objetivo del Partido Popular las políticas liberales y privatizadoras, implementadas por la ultraliberal Esperanza Aguirre, a los vecinos de Chamberí les costó batallar durante veinte años para recuperar el Parque de Santander como parque público. Incluso extraña que Ayuso haya comprado ahora la casa de Vicente Aleixandre, declarándola Bien de Interés Cultural, aunque de inmediato lo ha  compensado otorgando a Milei la medalla internacional de la Comunidad. Son tal para cual.

¿Qué bulle en la cabeza del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, con la reurbanización de Olavide? Por lo que hemos comprobado en estos años de su mandato, su afán privatizador no tiene límites

En Chamberí han desembarcado los fondos de inversión y fondos buitres con una celeridad asombrosa. Se están extendiendo los edificios dedicados a uso turístico y las viviendas particulares dentro de los bloques de viviendas como pisos turísticos de una forma alarmante. Hace unos días, La Vanguardía llevaba en primera plana que los pisos turísticos crecen a un ritmo tres veces superior al hotelero. En el entorno de Olavide se cuentan ya como edificios completos dedicados al turismo, los  nºs  40 y 42 de la calle Cardenal Cisneros, el nº 13 de la calle Albuquerque, los números 7 y 9 de la calle Palafox, el 5 de la calle Hartzenbusch,  el 13 de la calle Luchana y el 16 de la calle General Álvarez de Castro. Se usan viviendas particulares en algunos pisos de bloques de viviendas de los números 28, 29 y 33 de la calle Cardenal Cisneros.

Los precios de los alquileres se están incrementando semana a semana obligando a los inquilinos a dejar las viviendas, o se les echa sin más para vender el edificio a un fondo buitre, como le ocurre a la Escuela Popular de Música de la calle Trafalgar, 22, esquina a Olavide. Dos muchachas entonces, Lidia y Patricia, alquilaron y reformaron el local para dedicarlo a la enseñanza de música a los vecinos del barrio. Lo hicieron hace 28 años, coincidiendo con las obras de la anterior remodelación de la plaza, con un servicio y dedicación al barrio admirables, que les ha sido reconocido por los vecinos. Y ahora, de la noche a la mañana, no les renuevan  el contrato, porque la propietaria del edificio, en el que quedan ya solo dos inquilinos, se lo venden a un fondo. Y lo mismo está haciendo con el núm 120 de la calle de San Bernardo.

Las inmobiliarias acechan a los propietarios de viviendas para comprárselas en un tiempo record de siete días y ponerles el dinero en el banco de inmediato. Esa es la propaganda. Lo que no dicen es que querrán comprárselas a precio de las rosquillas industriales de Santa Clara de Mercadona o LIDL, para venderlas esas startup a precio de las rosquillas artesanas del obrador de las Pastelerías Mallorca. ¿No se lo creen? Vean la publicidad en el panel de la calle: “Antes de tomarte la penúltima en Olavide compramos tu casa”. Clikalia. Aprovechan la rapidez para darte el dinero y añaden una propaganda subliminal:  que estés un poco “mamado”, porque a la rapidez unen la penúltima caña y el vermú, que proliferan en Olavide

Este es el panorama que nos espera en el barrio para los próximos años, para tiempos no muy remotos, si no reaccionamos.

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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre.

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