El coche no es un apéndice Cristina García Casado

Obituario
Ha sido un privilegio que el destino me haya permitido conocer de cerca al papa Francisco. Hoy hemos sufrido una gran pérdida. La muerte del Pontífice tiene una enorme relevancia en el mundo en el que nos toca vivir. Un mundo cruel y lleno de sufrimiento, capaz de mantener hasta 55 conflictos bélicos abiertos.
El papa Francisco, como a él le gustaba que le llamaran, ha sido la voz más clara, la más persistente y valiente contra la guerra.
Ningún domingo desde la pequeña ventana del Palacio Apostólico, por la que se asomaba a la Plaza, ha olvidado a la martirizada Ucrania ni a la ensangrentada Franja de Gaza con cuya pequeña parroquia hablaba cada tarde. No se olvidaba de mencionar a Myanmar, al Congo, al Sudán, al Cáucaso Occidental, ni siquiera al Yemen. Con claridad denunciaba las guerras absurdas. Cada guerra es una derrota.
El papa Francisco mantuvo en todo momento un diálogo abierto, profundo e integrador con España y su Gobierno
El papa Francisco, conversador con sentido del humor, hacía sentir cómodo a todo interlocutor. Ha sido “un gran gobernante”, que ha ejercido su cargo con plena autonomía, autoridad y con un equipo leal. Nada le ha sido ajeno y ha mirado de frente a cada uno de los desafíos contemporáneos.
Escribió la Encíclica “Laudato sí” para recordarnos el necesario cuidado de la casa común y lo urgente de la lucha contra el cambio climático.
Se ha preocupado de la educación con el “Global Compact on Education” para llevar una educación inclusiva y de calidad a cada rincón del mundo.
De la Inteligencia Artificial se preocupó de destacar los efectos positivos con una buena regulación y en estado de alerta, expresando el pensamiento de la Iglesia tras rodearse de asesores expertos.
Condenó los abusos a menores, afirmando su vergüenza y la necesidad de erradicarlos y atender a las víctimas.
Definía la inmigración como un drama humanitario que había que mirar de cerca para conseguir salvaguardar la dignidad de la persona y su derecho a una vida decorosa.
No quería una iglesia cerrada sobre sí misma, que no entendiera el mundo. Con frecuencia hablaba de un clericalismo que no le iba bien a la Iglesia. Buscaba una Iglesia que entendiera el mundo y ayudara a resolver sus problemas. Y de ahí la Sinodalidad de Francisco, que se mantendrá como uno de los legados firmes de su Pontificado, y que reclama la exigencia de trabajar juntos para adaptar la respuesta de la Iglesia a las demandas de una sociedad en cambio constante.
El 31 de julio de 1973 fue elegido Provincial de los jesuitas de Argentina, tarea que desempeñó durante seis años. Tuvo que enfrentarse a la dictadura militar. El papa Francisco era un hombre de gran experiencia.
Él sabía entender al mundo en su totalidad y complejidad.
Con la Constitución Apostólica “Praedicate evangelium” de 2022 reformó la composición y competencias de los distintos departamentos y organismos que conforman la Curia romana. Creó la Secretaría de Asuntos Económicos de la Santa Sede, fijando criterios de transparencia y responsabilidad como principios rectores de las finanzas vaticanas.
Al asumir su mandato, en lugar de sentarse en el trono, rechazó la limusina papal e insistió en compartir el autobús que llevó a otros cardenales de regreso a casa. "Me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres", remarcó, eligiendo el nombre del “poverello di Assisi”, Francisco. Acercó las ceremonias a la comprensión general del pueblo.
Hace una semana leíamos su Quirógrafo, con el que actualizaba el itinerario de formación de la Pontificia Academia Eclesiástica, institución que forma a los diplomáticos de la Santa Sede para proveer a los jóvenes sacerdotes de una formación para comprender mejor los problemas del mundo.
Su concepto de servidor en la iglesia es el del Pastor que camina en medio del rebaño y al final del mismo para recoger a los que se quedan desenganchados. “Tutti” era su lema. Que nadie se sienta excluido. De ahí sus puertas abiertas a todos los que le pedían audiencia, sin distinción.
El papa Francisco decía que “las mujeres debían tener todas las oportunidades”. Y como ejemplos contamos hoy con Raffaella Petrini como Prefecto del Governatorato de la Ciudad del Vaticano, o con Simona Brambilla al frente del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada.
También su muerte, a pocas horas de Pascua de Resurrección, encierra un simbolismo. Supo despedirse de manera elegante. La Bendición Urbi et Orbi representa su testamento espiritual contra la guerra. Incluso su enorme preocupación por la extensión del antisemitismo que va creciendo desmesuradamente es muy significativa.
El papa Francisco mantuvo en todo momento un diálogo abierto, profundo e integrador con España y su Gobierno.
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Isabel Celaá es embajadora de España ante la Santa Sede.
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