El sátrapa marroquí y Pablo Casado

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La actual crisis diplomática comenzó en diciembre de 2020, cuando Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara, vulnerando así el derecho internacional y las resoluciones de la ONU, entre otras la número 2.711 de 14 de diciembre de 1970, que acordó “el derecho inalienable del pueblo del Sahara a la libre determinación”.

Tras el reconocimiento de Trump, el sátrapa marroquí pensó erróneamente que “todo el monte es orégano” y que el resto de países occidentales iba a seguir la senda de los EEUU. Al comprobar que España y la UE no se prestaban a vulnerar el derecho internacional comenzó su política habitual de chantajes y lanzó una oleada de emigrantes en pateras hacia Canarias.

Las presiones diplomáticas contra los países europeos no dieron el menor resultado, el Reino Unido se reafirmó en cumplir los mandatos de la ONU, y la respuesta de Alemania fue suspender la entrega de visados a los marroquíes. El conflicto con Alemania derivó en la situación actual cuando el 8 de mayo Rabat llamó a consultas a su embajadora en Berlín.

A la vista de la contundente repuesta europea, Marruecos centró su chantaje en el país con una diplomacia más débil, España, tratando de separar el fracasado chantaje a Europa del realizado contra España. El Gobierno marroquí aprovechó la hospitalización de Brahim Ghali en un hospital de Logroño para centrar sus falsas reivindicaciones en esta menudencia, cuando lo que realmente está reclamando es que España se doblegue una vez más a la política exterior de EEUU y reconozca la validez de la invasión militar del Sáhara.

El 8 de mayo, cuando Marruecos llamó a consultas a su embajadora en Berlín, ya tenía claro que Europa no iba a ceder a sus chantajes y decidió invadir con emigrantes las ciudades de Ceuta y Melilla aprovechando que la defensa de esas dos ciudades no cuenta con el paraguas de la OTAN, ni con el de EEUU y Francia. Cuando la crisis de Perejil, España no disponía de satélite militar y pidió información a Francia sobre el movimiento de tropas marroquíes, pero Francia denegó la información.

Marruecos, conocedor de la soledad de España en la defensa de Ceuta y Melilla, centró su ataque sobre ambas ciudades, sin tener en cuenta que también son fronteras europeas. Pretendía movilizar a todos los jóvenes y sobre todo niños de las poblaciones próximas a ambas ciudades españolas para invadirlas de emigrantes, pero la movilización de Melilla fracasó.

Es decir, el 8 de mayo Marruecos ya estaba diseñando la invasión, buscando los medios de transporte con los que trasladar a miles de emigrantes hasta la frontera, organizando las redes para comunicar a la población que las fronteras estaban abiertas, etc. etc. Una operación de esas características no se improvisa, requiere varias semanas de preparación. La fecha elegida por el Gobierno marroquí para llenar de emigrantes Ceuta y Melilla fue la madrugada del día 17, ocho días después de la retirada de la embajadora marroquí en Berlín.

Pues bien, cuando los marroquíes estaban en pleno diseño y preparación del ataque a Ceuta y Melilla, Pablo Casado, el 11 de mayo se puso en contacto vía telemática con los organizadores de la revuelta y publicó la entrevista en Twitter. Más tarde, cuando ya se había consumado la invasión, defendió las burdas tesis marroquíes culpando de los hechos a la hospitalización de Brahim Ghali y culpabilizando al Gobierno español del conflicto por defender el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Pablo Casado se ha alineado descaradamente con Marruecos en contra de los intereses de España.

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Esta postura de Pablo Casado contradice la de sus antecesores en los sucesivos gobiernos del PP que defendieron las resoluciones de la ONU respecto al Sáhara. Incluso Aznar plantó cara a Marruecos en la crisis de Perejil. Zapatero, que entonces estaba en la oposición, apoyó incondicionalmente al Gobierno de Aznar en la crisis del islote, a pesar de que el expresidente está de acuerdo con Marruecos en la defensa de la invasión militar del Sáhara. La postura de Pablo Casado haciendo el juego a Marruecos en pleno conflicto pone de manifiesto la política exterior que nos espera si alguna vez forma gobierno.

Para terminar, una reflexión sobre la guerra del Sáhara. El Polisario, con muy pocos efectivos, viene bombardeando asiduamente y de forma aleatoria, con artillería y cohetes, el muro marroquí de 2.700 km. de longitud.

Para mantener sus posiciones a lo largo de ese inmenso muro, Marruecos tiene desplegados a más de 100.000 soldados, un número mayor que todo el Ejército de Tierra español. ¿Cuánto tiempo puede aguantar Marruecos una guerra de desgaste de esta envergadura?

La actual crisis diplomática comenzó en diciembre de 2020, cuando Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara, vulnerando así el derecho internacional y las resoluciones de la ONU, entre otras la número 2.711 de 14 de diciembre de 1970, que acordó “el derecho inalienable del pueblo del Sahara a la libre determinación”.

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