Vamos a decirlo de la forma más moderada posible. Es absolutamente imprescindible ver Stranger ThingsStranger Things. Ya mismo. No hace falta verla en tres ocasiones como hemos hecho en casa este verano. Y hay que verla con ganas de pasarlo bien. Sin mayores pretensiones. Hace unos 25 años, mi mujer, Piedad, y yo coincidimos en un verano en Orlando, en Disneyworld, con mi buen amigo el periodista Javier del Pino y Sonia, su mujer, que era mi compañera de trabajo. Era ya de noche y el parque estaba medio vacío. Subimos una docena de veces seguidas a la atracción de Back to the Future, que acababan de inaugurar. Era alucinante para nosotros. Era difícil reír y disfrutar más. Eso sí que fue recuperar la infancia de la mejor de las maneras. Ese emocionante e inolvidable vértigo he vuelto a vivirlo este verano con la serie Stranger Things.
Stranger Things es un apasionado homenaje a la década de los 80, a sus películas, a su música, a su estética… Ocho episodios que han recuperado el aroma de los suburbios americanos ochenteros que Spielberg convirtió en mina de oro y que no se queda en puro ejercicio de nostalgia, sino que crea apasionantes nuevas historias, contemporáneas y vibrantes, sin olor alguno a rancio.
El verano, de forma tradicional, solía ser con diferencia la peor época televisiva. Las cadenas convencionales rebajan ostensiblemente su oferta por dos motivos principales: el descenso del consumo, debido al buen tiempo, y la escasa actividad del mercado publicitario, que retira la mayor parte de sus campañas. Sin embargo, en los últimos años algo ha empezado a cambiar. La extendida implantación de la televisión de pago en EEUU abrió una revolucionaria fórmula de programación. Los nuevos canales descubrieron que el verano era una magnífica oportunidad para estrenar sus producciones a la vista de que la televisión convencional bajaba los brazos.
Así que, en estos últimos años, los serieadictos esperamos la llegada del verano ante la expectativa de que pueda aparecer algo especialmente destacable. Sexo en Nueva York arrancó en el verano de 1998; Entourage, en el de 2004; y la extraordinaria Mad Men, en julio de 2007. En este 2016 también se habían previsto varios estrenos prometedores como The Night Of o Roadies en HBO; o The Get Down, en Netflix. Pero todo ha quedado relegado a un segundo plano tras el estallido de una serie que se ha convertido ya en objeto de culto después de los escasos ocho episodios que han conformado su primera temporada. El verano de 2016 ha pasado ya a la historia de la televisión gracias al estreno de una obra estratosférica: Stranger Things.
La serie ha sido creada por los hermanos gemelos Russ y Matt Duffer, nacidos en 1984 y criados en Carolina del Norte, chicos como los protagonistas de ET, de Cuenta Conmigo, de Los Goonies o de muchos de los relatos del autor de suspense Stephen King. Los Duffer son dos gemelos que siempre han estado juntos, en estudios y trabajo, que se animan si uno decae, pero que admiten tener una gran codependencia y no estar a gusto tomando decisiones si el otro está ausente, aunque sean los cinco minutos inevitables para ir al cuarto de baño.
Se trata de dos brillantes guionistas que hasta la fecha habían conseguido como máximo logro llamar la atención de M. Night Shyamalan, que ha sido su mentor. Él fue el que los descubrió y se los llevó a trabajar a su equipo de guionistas para escribir la serie Wayward PinesWayward Pines, que en la actualidad emite Cuatro en España. El extraordinario y merecido éxito de Stranger Things les ha convertido ya en celebridades en Hollywood.
Estas últimas semanas no ha parado de hablarse en la prensa internacional sobre las innumerables influencias que cada espectador reconoce en la serie. Esa es parte de la diversión. Aunque hay numerosos homenajes incluidos al mundo del cómic, la música, la publicidad, el cine o los videojuegos, los hermanos han aclarado en una entrevista a The Hollywood Reporter que casi se podrían dividir en tercios sus principales homenajeados: Steven Spielberg, Stephen King y John Carpenter. Sobre Spielberg, ET es el referente en las peripecias de los niñosET protagonistas, mientras Encuentros en la tercera fase y Tiburón inspiran la reacción de los adultosEncuentros en la tercera faseTiburón ante lo imposible, lo sobrenatural.
En la misma entrevista a The Hollywood Reporter, los Duffer muestran su admiración por este extraordinario vídeo que recoge las influencias más destacadas de la serie recopiladas por un fan. Vale la pena verlo.
References to 70-80's movies in Stranger Things from Ulysse Thevenon on Vimeo.
El prolífico autor de novela de misterio Stephen King es otro referente principal en la serie. Desde los famosos títulos de crédito, breves, impactantes, icónicos –como el resto de elementos de la serie–, que están inspirados en los títulos de los libros del autor de misterio. Curiosamente, la tipografía de la serie se ha convertido en la moda del momento y se ha adaptado a multitud de recursos de todo tipo. Incluso, ha tenido gran difusión una aplicación en la web que permite utilizarla para escribir tu propio texto. Es divertido hacerse una versión personalizada de la cabecera.
Puedes hacerte la tuya en http://makeitstranger.com/
Como Spielberg, King introdujo lo extraordinario en la apacible vida de la clase media americana. Los Duffer dicen que esas historias les abrían la posibilidad de tener un tesoro en el sótano, ser abducidos por el televisor o encontrar un payaso terrorífico en la alcantarilla de la calle. Cuando Stephen King elogió la serie en Twitter los hermanos quedaron literalmente en shock.
El mítico director del género de terror John Carpenter, que vivió su esplendor en los 70 y los 80, ha influido enormemente también en su faceta de músico, en la que siempre ha utilizado sintetizadores y elementos ambientales. Aquí se le puede ver interpretando una de sus piezas que claramente ha marcado la hipnótica banda sonora de la serie.
Stranger Things tiene una gran importancia más allá de su evidente valía artística. Se trata de una serie emitida en streaming y dirigida a grandes audiencias. Hoy en día, el extendido éxito de las plataformas de pago está empezando a crear una significativa tendencia que es la de empezar a considerar la posibilidad de llegar a públicos mucho más amplios, más allá del tradicional toque exclusivista de la TV de pago.
Por otra parte, la decidida apuesta por un producto eminentemente comercial y de impacto directo abre a su vez un nuevo camino. Stranger Things pone en tela de juicio buena parte de los conceptos prestablecidos en la actualidad, incluidos los característicos de la agobiada televisión comercial tradicional que parece no saber en muchos casos en qué dirección encaminarse, entre las fórmulas convencionales más obsoletas y los conceptos rupturistas tan de moda.
La serie de los hermanos Duffer nos recuerda que el cine y la TV también necesitan cubrir la magia del entretenimiento. La posibilidad de, durante unas horas, ser feliz sin complejos, disfrutando de la emoción, la aventura, el miedo, la comedia, la tensión, la ternura… y que se puede hacer con una maestría espectacular, con un dominio del lenguaje audiovisual descomunal y con un amor al producto bien hecho inigualable.
Ross Duffer incide en una mejora sustancial de Netflix para los creadores, ya no hay que alargar las historias en televisión. Se acabaron las temporadas de 13 episodios y con una duración prestablecida de cada episodio. Ahora se hacen las series o las temporadas según lo que la propia historia demanda y con un lenguaje totalmente cinematográfico, en el que no hay que hacer ganchos forzados que mantengan a la audiencia en vilo durante la siempre absurda presencia de la publicidad. La forma de contar se ha liberado totalmente de las restricciones que imponía la televisión comercial. Los espectadores percibimos las historias más tensas, menos artificiales y más orgánicas, de forma no tan estricta y estirada a como estábamos acostumbrados.
Pero la gran mejora no sólo existe respecto a la televisión tradicional. También supone un significativo avance respecto al cine. La sala de cine también condicionaba, limitaba y cercenaba la creatividad. El cine comercial no puede durar cinco horas y media, aunque pueda ser eso lo que requiere un argumento. La nueva televisión está provocando pues un replanteamiento de la ficción audiovisual, en el que buenos presupuestos se unen a la libertad artística y a la libertad horaria por primera vez en la historia.
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Es curioso cómo los hermanos Duffer hablan de la ya comprometida segunda temporada como una secuela de la primera, otra obra distinta. Y prometen un nuevo arco argumental y un nuevo tono, quizá más oscuro. Lo que los fans esperamos es otro montón de momentos inolvidables. Según los creadores, en la sala de guionistas pasaron mucho tiempo analizando qué hace una imagen icónica, como la de la niña de Poltergeist que se queda tocando con sus manos un televisor que emite niebla, y cómo esa imagen sencilla trasciende en la historia del cine. Concluyeron que cambiar de uso los elementos más universales y cotidianos tiene una fuerza enorme, tal y como buscaron y consiguieron con las ya míticas luces de navidad.
La eclosión del marketing en torno a la serie ha superado todas las expectativas. No hay revista actual en el mundo dirigida al mundo del entretenimiento que no incluya artículos o referencias a la serie en cada número. La red está inundada de la moda Stranger Things. Los actores son ya personalidades de primer nivel perseguidos por los objetivos de las cámaras y por la atención de la prensa de medio mundo y los fans exhiben homenajes en las redes sociales. Incluso aparecen nuevos recursos de explotación de la marca adaptados a los tiempos actuales. Un curioso ejemplo es este vídeo en visión de 360 grados que ha sido todo un éxito.
No menos exitosa ha sido la explotación de la banda sonora de la serie que incluye piezas originales elaboradas por Kyle Dixon and Michael Stein con clara inspiración en los ya citados trabajos de John Carpenter. Pero, quizá lo más significativo es el impresionante track list que incluye cada episodio track list. Se trata de una cuidada recopilación de éxitos ochenteros que cubre un amplio espectro de músicas excepcionales: Joy Division, Peter Gabriel, New Order, Echo & The Bunnymen, etc. Y como himno de esta primera temporada, The Clash y su superclásico Should I Stay or Should I GoShould I Stay or Should I Go.
Vamos a decirlo de la forma más moderada posible. Es absolutamente imprescindible ver Stranger ThingsStranger Things. Ya mismo. No hace falta verla en tres ocasiones como hemos hecho en casa este verano. Y hay que verla con ganas de pasarlo bien. Sin mayores pretensiones. Hace unos 25 años, mi mujer, Piedad, y yo coincidimos en un verano en Orlando, en Disneyworld, con mi buen amigo el periodista Javier del Pino y Sonia, su mujer, que era mi compañera de trabajo. Era ya de noche y el parque estaba medio vacío. Subimos una docena de veces seguidas a la atracción de Back to the Future, que acababan de inaugurar. Era alucinante para nosotros. Era difícil reír y disfrutar más. Eso sí que fue recuperar la infancia de la mejor de las maneras. Ese emocionante e inolvidable vértigo he vuelto a vivirlo este verano con la serie Stranger Things.