Este lunes se cumplen quince años de los atentados del 11M. Tres lustros de dolor enquistado en los cuerpos y mentes de los 1.757 heridos, con nombres y apellidos, y de los familiares de las 193 personas cuya vida fue arrebatada por la barbarie terrorista en cuatro trenes de la red de Cercanías madrileña aquella mañana de marzo en la que toda España quedó completamente conmocionada. En el recuerdo de todos, nombres como el de Daniel Paz Manjón, asesinado con solo veinte años en la estación de El Pozo de Tío Raimundo, o Juan Carlos Del Amo Aguado, doctor en Químicas cuya vida fue segada en las explosiones de la calle Téllez. O el de Laura Vega, la joven que falleció después de estar en coma durante diez años como consecuencia de los atentados. También, por supuesto, el de Esther Sáez, que salió con vida de la masacre pero con una minusvalía del 67%. Cicatrices indelebles que también perviven en las mentes de Florentina Andrei, que con un tímpano destrozado ha pasado buena parte de los últimos años entre medicación y citas con los especialistas fruto de las secuelas psicológicas.
En recuerdo de las víctimas, el Museo Nave de Motores acoge desde el pasado miércoles la exposición Once de Marzo, un recorrido del artista Eduardo Nave por los lugares afectados a través de proyecciones audiovisuales, fotografías y diferentes ambientes. A esta muestra se suman este lunes los habituales homenajes. A las 10.30 horas, la Asociación 11M de Afectados del Terrorismo ha organizado un acto conjunto con los dos principales sindicatos –UGT y CCOO– y la Unión de Actores y Actrices en la estación de trenes de Atocha, que precederá a los previstos también en la calle Téllez y las estaciones de Santa Eugenia y El Pozo. Además, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) también instó a finales de febrero a los diferentes gobiernos locales a que convoquen para las 11.00 horas un minuto de silencio ante ayuntamientos, casas consistoriales y plazas mayores. “Serán la manifestación más clara de que los gobiernos locales, los que están a pie de calle con la ciudadanía, dicen no a cualquier tipo de violencia terrorista”, apuntó la FEMP.
Quince años después de que una decena de explosiones vistiese de luto a todo el país, las diferentes asociaciones siguen trabajando arduamente. “Las víctimas seguimos aprendiendo a convivir con las secuelas. Muchas sufren invalidez. Otras, [heridas] psicológicas. Hay gente que, a día de hoy, todavía no ha podido montarse en un tren”, apostilla en conversación con infoLibre Ángeles Domínguez, presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11M (AV11M), que no quiere olvidarse tampoco de los efectos que los atentados tienen también sobre los familiares. En este sentido, recuerda el reciente estudio Las familias 14 años después, en el que se deja patente que casi el 80% de las familias “manifiesta que su familiar no ha vuelto a ser el que era” tras los ataques terroristas. Y lamenta que los medios sólo se acuerden de las víctimas “en los aniversarios”. Unas tristes efemérides que, según Eulogio Paz, presidente de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, pueden provocar “recaídas” en los afectados.
“Nos sentimos olvidadas”
Tanto Paz como Domínguez no se cansan de reivindicar el papel que juegan las asociaciones en todo el proceso. “El Ministerio del Interior brinda ayuda psicológica por un tiempo determinado. Por eso somos tan importantes, porque hacemos un trabajo que los poderes públicos no llevan a cabo”, sostiene la presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11M, que critica que las diferentes administraciones no arropen a la víctima “al cien por cien”. “Nos sentimos olvidadas, se hacen la foto y luego se olvidan”, critica Domínguez. Su homólogo en la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, por su parte, no duda que la Administración hace “esfuerzos” por “ayudar a las víctimas”. Sin embargo, añade, luego se terminan produciendo “trabas” a la hora de “poner en práctica” todas esas iniciativas que pretenden impulsarse. “Son promesas que a la hora de la verdad no se concretan en algo real”, señala Paz, que pone a modo de ejemplo las ayudas para la reinserción laboral que, en su opinión, han dejado “mucho que desear”.
Actualmente, 111 víctimas de los atentados del 11-M participan en el programa Labora del Ministerio del Interior. Según los datos facilitados por el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska, desde los atentados se han concedido indemnizaciones y ayudas de tipo sanitario o psicológico a los familiares de los fallecidos por un total de 318,87 millones de euros, de los que 315 millones corresponden exclusivamente a indemnizaciones directas. Además, al margen de estas cifras, la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo ha destinado en estos quince años 188.692 euros en ayudas al estudio, para todos los niveles educativos, para los heridos y los hijos de éstos y de los fallecidos. Por último, y en ese mismo periodo, Interior ha concedido más de 7 millones de euros en subvenciones a las entidades que desarrollan programas de protección a las víctimas. A pesar de ello, Domínguez lamenta que se hayan producido “recortes” en los últimos años: “De las siete personas que antes teníamos trabajando con un salario, ahora solo podemos tener tres”, explica.
Villarejo resucita la teoría de la conspiración
El decimoquinto aniversario del considerado mayor atentado terrorista en Europa llega en medio de los continuos intentos del comisario jubilado José Manuel Villarejo, en prisión preventiva desde noviembre de 2017 por el caso Tándem, por resucitar la tan aireada teoría de la conspiración. Esta misma semana, el expolicía ha remitido un escrito al juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón en el que aseguraba que los terroristas fueron “instruidos” en el montaje de las bombas por “sujetos vinculados a la embajada marroquí”, algo que conocían los servicios policiales y de inteligencia, quienes no siguieron “ninguna acción para su identificación”. En este sentido, señaló que el 11M fue una “operación de inteligencia” y apuntó que parte de los explosivos que se utilizaron salieron de “los depósitos de armas de la Guardia Civil”. Frente a eso, el pasado miércoles el ministro del Interior se encargó de defender el “esfuerzo ímprobo” de los agentes que investigaron los atentados y que se convirtieron en un “referente internacional”.
A raíz de las declaraciones del excomisario sobre esta cuestión, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) reclamó el pasado mes de enero que “no se frivolice ni se mercadee con información” referente al atentado, aunque pidió a la Audiencia Nacional que investigue “hasta el final” las declaraciones de Villarejo para “el esclarecimiento completo de este atentado”. En la misma línea se pronuncia Domínguez, que señala que su asociación ha sido la única que ha luchado “por el esclarecimiento de los hechos”. “A día de hoy, no sé qué explosivo se utilizó. Hay muchas incógnitas”, sostiene la presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11M, que pide que “se desclasifiquen todos los documentos” relativos al atentado. En cuanto a Villarejo, no entiende por qué si tenía algo que decir lo ha estado ocultando durante quince años. “¿Lo guardó para cubrirse las espaldas?”, se pregunta Domínguez, que recalca que si el expolicía sabe algo “tiene la obligación de decirlo”.
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La Asociación 11M Afectados se agarra a los hechos probados
Su homólogo en la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, sin embargo, se desmarca por completo de las “teorías de la conspiración” que “no son nada nuevo”, que se reavivan ahora “en plena campaña electoral” y que “han sido un fracaso”. “Con el quince aniversario, están volviendo de nuevo a la carga. Pero no hay que hacer ni caso, lo que se dice ahora ya se decía en el año 2012”, asevera Paz, que añade que si hay alguien “que tenga pruebas” para demostrar esas “mentiras y barbaridades” que “las presente”. “Puede que haya condenas que no nos hayan gustado, pero respetamos las decisiones judiciales, que para eso vivimos en un Estado de Derecho”, apuntala el presidente de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, que perdió a su hijo durante los atentados. “Nosotros nos atenemos, para lo bueno y para lo malo, a los hechos probados, en los que se destaca que los atentados tuvieron una autoría islamista que, para nosotros como asociación, fue una consecuencia indirecta de la guerra de Irak en la que nos embarcó José María Aznar y el PP”, sentencia.
La sentencia de la Audiencia Nacional, ratificada un año después por el Tribunal Supremo, destaca como hechos probados que los atentados fueron cometidos por una célula islamista que, según señaló el alto tribunal, “no dependía jerárquicamente de otra”. Sobre la posible autoría de ETA, tan cacareada desde el minuto uno por el Ejecutivo de José María Aznar, la Audiencia Nacional señaló que ninguna de las pruebas que se pusieron sobre la mesa durante el juicio demostraron esa tesis alternativa. En cuanto a los supuestos agujeros negros, los tribunales consideraron probado que “toda o gran parte de la dinamita de los artefactos que explosionaron en los trenes” y en el piso de Leganés “procedía de Mina Conchita”, que la furgoneta Renault Kangoo que utilizaron los terroristas fue trasladada al complejo policial sin que se manipularan las pruebas que contenía o que la famosa mochila desactivada en un parque de Vallecas correspondía a una de las colocadas por los terroristas en los trenes.
Este lunes se cumplen quince años de los atentados del 11M. Tres lustros de dolor enquistado en los cuerpos y mentes de los 1.757 heridos, con nombres y apellidos, y de los familiares de las 193 personas cuya vida fue arrebatada por la barbarie terrorista en cuatro trenes de la red de Cercanías madrileña aquella mañana de marzo en la que toda España quedó completamente conmocionada. En el recuerdo de todos, nombres como el de Daniel Paz Manjón, asesinado con solo veinte años en la estación de El Pozo de Tío Raimundo, o Juan Carlos Del Amo Aguado, doctor en Químicas cuya vida fue segada en las explosiones de la calle Téllez. O el de Laura Vega, la joven que falleció después de estar en coma durante diez años como consecuencia de los atentados. También, por supuesto, el de Esther Sáez, que salió con vida de la masacre pero con una minusvalía del 67%. Cicatrices indelebles que también perviven en las mentes de Florentina Andrei, que con un tímpano destrozado ha pasado buena parte de los últimos años entre medicación y citas con los especialistas fruto de las secuelas psicológicas.