La suerte está echada, dicen algunos. Todavía podemos arañar unos votos, reflexionan otros. La campaña andaluza, la primera de este desenfrenado año electoral, llega este viernes a su fin. A pesar del anuncio abrupto de la convocatoria tras la ruptura del pacto de Gobierno entre PSOE e IU, no ha habido grandes sorpresas ni fuertes golpes de efecto que hayan dado la vuelta a los resultados vaticinados en las encuestas. Ha sido una campaña lisa, constante, mucho menos agresiva que la de las pasadas autonómicas, caldeada por la victoria de Mariano Rajoy en la Moncloa y el caso de los ERE en plena ebullición.
La incertidumbre por el mapa político que pueda salir de las urnas, con nuevos partidos en el Parlamento como Podemos y Ciudadanos, ha atemperado también el nivel bronco de otras citas. Nadie sabe qué ocurrirá el 22-M. Nadie se atreve a hablar abiertamente de pactos. Todo está en juego. Toda España mira a Andalucía. Esta noche, los cinco principales partidos cerrarán con sus líderes nacionales en Sevilla. Esta ha sido la evolución.
PSOE: del 'yo me lo guiso' al 'yo me lo como'
Arrancó diciendo “vamos a ganar y bien” y terminará el mitin final de campaña, en el pabellón polideportivo de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, sin bajarse de ese burro. La candidata del PSOE, Susana Díaz, no ha variado ni un ápice en estos 15 días la hoja de ruta que agarró cuando decidió, no sin riesgo, anticipar las elecciones andaluzas. La dirigente socialista no ha perdido ni un minuto en movilizar a su electorado. Comenzó a patearse Andalucía prácticamente al día siguiente de romper el pacto con IU, cuando todos los demás partidos andaban aún recuperándose de un anuncio que pillaba a la mayoría fuera de juego.
Aquellos primeros días, las encuestas barajadas por los socialistas eran mucho más favorables que las que después fueron lanzando los medios de comunicación y organismos públicos como el CIS o la Universidad de Granada, según las cuales ese riesgo asumido podía ser mucho mayor de lo calculado por la necesidad de pactar. La batalla no estaba ganada –hubo que retrasar algún acto para llenar el aforo– y el ritmo de movilización no podía decaer. Actos por la mañana, por la tarde, a todas horas… mucho más en los pueblos que en las ciudades, siempre buscando el contacto con la gente, siempre manteniendo su postura: no habrá pactos ni con PP ni con Podemos, la fuerza a la que según las encuestas tendría que aliarse el PSOE para gobernar antes de que Ciudadanos entrara en escena. “La campaña ha sido intensa desde el principio hasta el final y no ha habido necesidad de cambiar nada porque estamos convencidos de que lograremos una amplia mayoría”, insisten desde el partido.
Si ha habido algo que ha soliviantado ese largo sprint han sido los debates televisivos. Hay quien piensa en el partido que si pudiera, la candidata los borraría de la campaña. Sobre todo el primero, en Canal Sur, donde Díaz demostró que ese tipo de intervenciones no son su plato fuerte. No gustó ni entre la militancia, que vio en la tele a una presidenta apagada, encorsetada y sin la fuerza a la que los tiene acostumbrados en el cuerpo a cuerpo. Consciente de ello, Díaz adoptó una fórmula más contundente –excesivamente contundente, según algunos analistas– en el segundo, en TVE, pero tampoco llegó a proyectar la euforia que deja en los asistentes a los mítines, donde consigue levantar al auditorio con apenas unas cuantas frases bien dichas. De todos los candidatos, ha sido la única que ha mantenido el mismo ritmo en una campaña prácticamente en solitario, la única que no ha necesitado, ni ha pedido, más bien lo contrario, la ayuda de líderes nacionales –con el mitin de esta noche, Pedro Sánchez sólo habrá intervenido dos veces–. Prueba de ello es su ronquera.
PP: del desconocimiento al descubrimiento de los debates
El programa El intermedio hizo el experimento: casi nadie sabía quién era el nuevo líder del PP andaluz hace apenas unas semanas. El desconocimiento de Juanma Moreno Bonilla entre los andaluces ha sido el principal obstáculo de la campaña en el PP. El acto de inicio, en Málaga, fue una prueba del desaliento que circulaba en el partido, donde las caras de algunos dirigentes como Esperanza Oña –uno de los nombres que sonaron para relevar a Javier Arenas– lo decían todo. “Los andaluces tienen una oportunidad de oro para cambiar”, repetía Moreno Bonilla como un estribillo, una y otra vez, solo en un atril.
Por no contar, no contaba ni con las críticas de la candidata del PSOE, que siempre ha dirigido sus ataques a Rajoy. Ministros, diputados, el presidente… Todos han tenido que coger el AVE hasta Andalucía –y no una vez, ni dos, ni tres, ni cuatro veces– para salir al rescate del candidato que el mismo Rajoy eligió. “Esto es más difícil que ser secretario de Estado”, llegó a decirle el presidente.
Juanma Moreno saluda a los profesores del colegio público Giner de los Ríos en Málaga donde estudió hace unos treinta años, este 19 de marzo | EFE
Para aguar más la fiesta apareció Ciudadanos y su amenaza de restarle votos de los ya de por sí malos resultados pronosticados en las encuestas. Y quedaba todavía otra prueba más: los debates en televisión con un rival como Susana Díaz. Muchos dirigentes en su partido aguardaban casi con los ojos tapados frente a la pantalla; otros tantos socialistas, con un bol de palomitas, se frotaban las manos. Y ahí salió Moreno Bonilla, pertrechado con papeles, con una corbata verde y una puesta de escena en cámara que sorprendió a propios y a extraños.
“La que te espera, bonita”, avisó Soraya Sáenz de Santamaría a Susana Díaz después de aquel primer round emitido en la televisión autonómica. La sonrisa eufórica de la vicepresidenta guardaba aún la conmoción que le había causado la intervención del líder andaluz. Pocos en su mismo partido confiaban en su líder, y aunque en privado no afirman con rotundidad que ganara los debates, sí consideran que dio los golpes necesarios para levantar una campaña absolutamente dependiente de la Moncloa. Esta noche cierra Rajoy en Sevilla pero el líder andaluz –advierten orgullosos algunos dirigentes– ya no se conformará con cantar el estribillo.
IU: del desvanecimiento a la recomposición
Prácticamente estaban hundidos. La irrupción de Podemos en el panorama nacional y en el escenario político andaluz los había arrastrado a un pozo en el que cayeron, casi de manera sorpresiva, tras su salida de la Junta. Izquierda Unida se enfrentaba a una campaña electoral prácticamente sin armas para combatir el avance de un partido que no sólo le había robado votos, sino que además se había apropiado de las principales ideas de su programa. El dilema entre atacar a Podemos o recomponerse de la tunda sin nombrarlos también marcó el inicio de una campaña para la que no tenían una estrategia clara, admiten en Izquierda Unida.
Antonio Maíllo y Alberto Garzón, durante el mitin que ambos compartieron con Julio Anguita en Málaga, este 18 de marzo | EFE
Antonio Maíllo no había ocupado ningún puesto visible en la Junta ni era diputado, por lo que el desconocimiento de su líder también jugaba en contra. La esperanza fue finalmente puesta en Alberto Garzón, pero tampoco el nuevo líder nacional, que acababa de aterrizar para renovar y recomponer unas siglas desgajadas, consiguió animar a la militancia. Como en el caso de Moreno Bonilla, aunque por otras causas, fue también la intervención del líder andaluz de IU en el primer debate en televisión el que comenzó a dar alas a la campaña de la federación. En ella, Maíllo aprovechó el “pimpampum” de PSOE y PP –y la ausencia de Podemos– para situarse como la alternativa real de izquierdas.
La remontada ha ido creciendo en los últimos días de esta semana con el apoyo recibido por perrsonalidades de la cultura como Joaquín Sabina, Almudena Grandes y Miguel Ríos. Este impulso, junto con un vídeo más próximo a un corto que a los típicos spots electorales, han conseguido acentuar el carácter más culto de Maíllo frente a los líderes de otros partidos.
La intervención de Julio Anguita el pasado miércoles en Málaga, tras 15 años desaparecido de los mítines y profundamente crítico con el pacto que la formación mantuvo con el PSOE, ha terminado de resucitar una campaña que había quien daba por muerta. En el último momento, Maíllo ha contado incluso con la presencia de un dirigente de Syrizapresencia , un hecho que para algunos dirigentes de Izquierda Unida supone un golpe para Podemos. “Vamos a dar la sorpresa. Estoy como una moto”, concluye Maíllo.
Podemos: de la euforia al temor por desinflarse
Las imágenes que Podemos ofreció por streaming el pasado sábado en Málaga mostraron el síntoma más evidente de que las expectativas de voto en España puede que no sean tan potentes en Andalucía, lo que a su vez puede rebajar las expectativas para las generales. Había muchas personas en el acto protagonizado por Pablo Iglesias, pero no las suficientes para sostener los pronósticos de encuestas que incluso abren al nuevo partido las puertas de la Moncloa. “Sí había muchísima gente, lo que pasa es que estaban de pie y esa disposición hace que parezcan menos”, defienden desde Podemos.
Teresa Rodríguez saluda al líder de Podemos en Aragón, Pablo Echenique, durante el mitin en la plaza de Las Monjas de Huelva, el pasado 16 de marzo | EFE
Este mismo jueves fue suspendida la intervención de Iglesias en un mitin en Cádiz. Y la guerra de cifras surgida el pasado miércoles en torno al aforo del velódromo de Dos Hermanas –el símbolo del poder del PSOE, elegido por Podemos para cerrar la campaña–, contribuyen a reforzar esa idea. Según la organización, se han distribuido 12.000 entradas –frente a una capacidad de 30.000 personas– por “motivos de seguridad”. Esta reducción se contradice con los actos organizados por otros partidos, que aseguran haber congregado a más de 20.000 personas, y con lo que ellos mismos han venido repitiendo desde el principio: “Vamos a llenar Dos Hermanas”. El crowdfunding lanzado para financiar el acto tan sólo lleva recaudado el 9% de los 100.000 euros solicitados.
“Salgo a ganar”, ha dicho en reiteradas ocasiones la candidata, Teresa Rodríguez. “Nos gustan los sprints”, dijo el pasado sábado Pablo Iglesias. “Teresa Rodríguez será la presidenta de la Junta”, añadió. Pero de sus palabras no se desprendían convencimiento. La línea crítica de la candidata hacia Pablo Iglesias y el intento de tutelaje desde Madrid a Andalucía han sido, según algunos miembros del partido, la razón principal de lo que consideran una campaña deslucida y desaprovechada, en referencia también a la ausencia de Rodríguez en el debate televisivo con los partidos minoritarios. Las acusaciones a Monedero y Errejón tampoco han ayudado.
Ciudadanos: de la nada a no verse en otra
Contaba Juan Marín en una entrevista que hace unos días lo confundieron con Albert Rivera. Hasta hace muy poco ambos eran unos absolutos desconocidos en Andalucía. Las últimas encuestas han colocado a este hombre de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) dentro del Parlamento andaluz. Nadie lo esperaba. Ni él, mucho menos conocido que Rivera, ni el líder nacional, ni ninguna otra fuerza política.
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Juan Marín, candidato de Ciudadanos a la Presidencia de la Junta de Andalucía, el pasado 16 de marzo de 2015 en un mitin en Vélez-Málaga | EFE
Sin prácticamente hacer campaña, Marín se ha visto de repente concediendo entrevistas incluso en medios nacionales. Los cinco diputados que le pronostican los sondeos pueden ser clave para un pacto con el PSOE, con quien ya gobierna en el Ayuntamiento de Sanlúcar. PP y UPyD serán los más perjudicados de su posible ascenso. Su inesperada y vertiginosa irrupción es el gran enigma de esta campaña.
Desde las últimas elecciones autonómicas, el partido liderado por Rosa Díez ha pasado de jugar a ser la llave para gobernar –aunque finalmente no obtuvo representación parlamentaria– a ser prácticamente expulsada de esta campaña, sin ni siquiera llegar al final. Hace unos días, Díez hacía campaña junto al candidato andaluz, Martín de la Herrán, en el tranvía de Sevilla, que apenas recorre dos kilómetros. "Esto es un mitin invasivo", les reprochó un viajero.
La suerte está echada, dicen algunos. Todavía podemos arañar unos votos, reflexionan otros. La campaña andaluza, la primera de este desenfrenado año electoral, llega este viernes a su fin. A pesar del anuncio abrupto de la convocatoria tras la ruptura del pacto de Gobierno entre PSOE e IU, no ha habido grandes sorpresas ni fuertes golpes de efecto que hayan dado la vuelta a los resultados vaticinados en las encuestas. Ha sido una campaña lisa, constante, mucho menos agresiva que la de las pasadas autonómicas, caldeada por la victoria de Mariano Rajoy en la Moncloa y el caso de los ERE en plena ebullición.