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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

36,5 millones de españoles dictan sentencia sobre una legislatura fallida

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España vuelve este domingo a la casilla de salida. 36,5 millones de ciudadanos vuelven a tener una cita con las urnas. Igual que hace poco más de seis meses. Las elecciones del 20 de diciembre estuvieron rodeadas de hechos inéditos para los españoles. Podemos (69 escaños) y Ciudadanos (40) irrumpieron con fuerza para romper el clásico esquema del bipartidismo PP (123)-PSOE (90). El único candidato que se presentó a la investidura, el socialista Pedro Sánchez, no logró el apoyo de la Cámara. Y, a partir de ese momento, la vida política española se convirtió en un torrente de reuniones para buscar posibles pactos con más escenificación que contenido. Desde que Sánchez salió de su segunda votación en el Congreso sin respaldo suficiente, todo apuntaba al desenlace que finalmente tuvo. El 2 de mayo, las Cortes eran disueltas y un día después el BOE publicaba el decreto de convocatoria electoral.

Si se cumple lo que han prometido los cuatro partidos con capacidad de articular mayorías no habrá unas terceras elecciones. A partir del lunes se comprobará hasta dónde llegan los vetos y las líneas rojas marcadas en campaña.

A continuación, infoLibre repasa algunas de las claves de este 26-J y plantea algunas de las incógnitas que empezarán a despejarse esta misma noche. Como el 20-D, la principal incógnita, la de quién será presidente, quedará para las próximas semanas. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, cree que, con voluntad de todas las fuerzas, podría haber un candidato investido a finales de julio. Una previsión quizá demasiado optimista si tenemos en cuenta la experiencia de la cortísima XI Legislatura y la polarización de la campaña electoral que terminó el viernes. 

1. ¿Qué hay en juego?

España lleva medio año con un Gobierno en funciones, un estado transitorio hasta la elección de un nuevo Ejecutivo que se ha alargado de forma hasta ahora inédita. En la práctica, ello implica que la actividad legislativa esté prácticamente paralizada y, por extensión, también lo esté la actividad parlamentaria. Con un Gobierno sin capacidad de elaborar y proponer leyes a las Cámaras y amarrado a la tesis de que bajo ningún concepto puede someterse al control del Parlamento, la cortísima XI Legislatura –de enero a mayo de 2016– ha estado protagonizada en lo político por las negociaciones entre las diferentes fuerzas políticas para intentar amarrar la mayoría necesaria para ser investido presidente. Por el camino se quedan todas las iniciativas registradas por los diferentes grupos parlamentarios en el registro de la Cámara, casi a sabiendas de que iban a morir con la disolución de las Cortes

En este estado de parálisis, los partidos políticos han estado de acuerdo en muy pocas cosas. Pero una de ellas es que el escenario de un Gobierno en funciones no es el mejor. Tras el 20-D, el Partido Popular presumía de haber dejado aprobados los Presupuestos Generales del Estado para dar "estabilidad". Esto no ocurre ahora y, en circunstancias normales, el Ejecutivo debería estar ya pensando en el nuevo proyecto de las cuentas públicas para después del verano.

El Gobierno saliente de las urnas también deberá iniciar los trámites para hacer frente a los ajustes exigidos por Bruselas, que ha pedido a España una reducción del gasto del 0,25% en 2016 y del 0,5% en 2017, es decir, 8.100 millones de euros en dos años. Y además dar los pasos para ubicarse en un nuevo contexto europeo, el del Brexit. España es el octavo país europeo con mayor exposición ante el abandono del Reino Unido de la Unión Europea. Corre más riesgo que Francia, Alemania o Italia por las fuertes inversiones de las compañías del ÍBEX 35 en las Islas Británicas.

2. el veto a la 'gran coalición'

Si nos atenemos a las declaraciones de los líderes de PP y PSOE durante toda la campaña va a ser imposible que se entiendan y sumen sus escaños para editar un gobierno de 'gran coalición'. De un lado, Mariano Rajoy ha insistido prácticamente a diario en que esta sigue siendo su gran apuesta. Primero, subrayaba, porque es lo que ocurre en los países de nuestro entorno. Y segundo, porque ambas formaciones están listas para entenderse en lo fundamental. Del otro lado, Sánchez, que ha dado pocas pistas respecto a los pactos a los que estaría dispuesto a llegar, sí ha dejado claro que con el partido de Rajoy no habrá entendimiento.

Los conservadores estarían dispuestos a sumar a Ciudadanos a esa 'gran coalición'. Pero a modo de invitación. Se muestran convencidos de que la suma PP y PSOE, pese al esperado bajón de los socialistas, sería más que suficiente para lograr la mayoría absoluta de las Cámaras.

Pese a que parece que la cartas están bastante claras, el Partido Popular dice no darse por vencido y cruza los dedos para que las líneas rojas que se han escuchado en esta campaña tanto en el PSOE como en Ciudadanos no sean tales y se imponga "la responsabilidad" y la "estabilidad" al partidismo. Rajoy estaría dispuesto a incluir en un Gobierno liderado por él a ministros del PSOE. E, incluso, de Ciudadanos. ¿Si Rivera apoyó a Pedro Sánchez tras el 20-D cuando había dicho en campaña que eso no iba a ocurrir, por qué no pueden cambiar los partidos tras el 26-J? A esto se agarran algunos dirigentes del PP.

¿Sería más fácil una 'gran coalición' sin Rajoy?

En el equipo del presidente del Gobierno no quieren ni oir hablar de este escenario. Pero saben que el tema va a ser puesto sobre la mesa. Sin rivales internos fuertes, todo apunta a que el PP dejará que sea Rajoy el que tome la decisión. A día de hoy, el presidente en funciones se declara con ganas y planta cara a quienes piden su cabeza en otros partidos con el argumento de que si él debe marcharse cuando va a ser el más votado, ellos deberían mirarse en el mismo espejo.

3. Los líderes del bipartidismo, a examen

En unas elecciones todos los candidatos se la juegan. Pero en estas hay dos, Rajoy y Sánchez, que no sólo se examinan ante los ciudadanos. También lo hacen internamente, puertas adentro de sus partidos. Arrastran todo el desgaste de las fallidas negociaciones para la investidura posteriores al 20-D.

El PP de Rajoy lleva más de un año de retraso en la convocatoria de un congreso para la renovación de los órganos internos del partido. Con la prolongación del plazo del Gobierno en funciones y la convocatoria electoral, los conservadores han mantenido en stand by el cónclave. La consigna ha sido que no habrá congreso hasta que no haya sido investido un presidente del Gobierno, algo que no todos en el PP han compartido pero que ha gozado del apoyo total del núcleo duro de la formación.

Rajoy considera que abrir este melón puede generar guerras internas y rencillas. Nadie lo sabe mejor que él, que renovó la presidencia del PP en 2008 en un congreso al que llegó muy debilitado. Por ello, ha preferido esperar a que haya Gobierno y que ambos procesos no transcurran de forma paralela.

La opinión más extendida en el PP es que Rajoy cederá el testigo en el partido a otro compañero más joven, pero que intentará controlar el proceso. Esto, si el PP gobierna. Porque también está extendida la idea de que si el partido no se mantiene en la Moncloa, la crisis será mayor y Rajoy tendrá más difícil liderar esa transición.

Más joven que Rajoy, el socialista Pedro Sánchez también está en el punto de mira de los barones socialistas. En su caso, su etapa al frente del PSOE es bastante inferior a la del jefe de los conservadores, desde el verano de 2014. La progresiva pérdida de peso electoral del partido desde que asumió las riendas y el tan temido, y posible según las encuestas, sorpasso, le ubican en una posición muy delicada. Tras el 20-D decidió dar voz a los militantes para que fueran ellos, y no los barones, los que marcasen las líneas rojas de los pactos. Ahora todo apunta a que repetirá estratregia.

En el PSOE ven a la presidenta andaluza, Susana Díaz, como posible recambio a Sánchez. Mientras, este no descarta, pase lo que pase el 26-D, presentarse de nuevo a la secretaría general del PSOE. Así lo señaló recientemente en una conversación por whatsApp con el director editorial de infoLibre, Jesús Maraña

Frente a ellos, Iglesias y Rivera, prácticamente recién estrenados en la política nacional se juegan menos internamente en sus formaciones al tener sus liderazgos más amarrados. Más se juegan de cara a la ciudadanía porque irrumpieron en el escenario político asegurando que son diferentes a la "vieja política" o a la "casta", y los electores juzgarán si en estos seis meses han protagonizado o no suficientes gestos diferentes.

4. La unión de la izquierda y el 'sorpasso'

Lo que no fue posible de cara el 20-D sí lo ha sido ahora. En las anteriores generales, los electores pudieron escoger entre tres papeletas de izquierda alternativa: Unidad Popular, la candidatura encabezada por Alberto Garzón, que incluía fundamentalmente a IU e independientes; Podemos y Por la Izquierda, la candidatura apoyada por la plataforma cívica del exjuez Baltasar Garzón. Tras el éxito de algunas candidaturas de confluencia en las municipales de mayo de 2015, las lideradas por Manuela Carmena (Madrid) o Ada Colau (Barcelona), los partidos ubicados a la izquierda de los socialistas abrieron una ronda de contactos para ensayar algo similar a nivel nacional. En octubre, a dos meses del 20-D, se rompieron las negociaciones. Pero ahora el pacto sí ha fraguado y Podemos e IU concurren de la mano, en papelata única bajo el nombre de Unidos Podemos

La operación, al menos en lo que reflejan las encuestas, puede ser un éxito. Hasta el punto de poder arrebatar al PSOE el segundo puesto en el ranking de partidos más votados. Según el barómetro preelectoral del CIS, el PP ganaría las elecciones con el 29,2% de los votos y entre 118 y 121 escaños. Los conservadores, liderados por Mariano Rajoy, aventajarían en 3,6 puntos a la segunda fuerza en votos, que sería Unidos Podemos junto con sus confluencias territoriales (25,6%). La coalición de izquierdas, con entre 88 y 92 asientos en el Congreso, también superaría al PSOE en escaños. Los socialistas serían terceros con el 21,2% de los votos y entre 78 y 80 actas en la Cámara baja. 

El pasado 20-D, Podemos y las confluencias obtuvieron 69 escaños y Unidad Popular, dos. Las encuestas apuntan a que la alianza hará más grande a las fuerzas a la izquierda del PSOE. Las urnas dirán.

5. El papel de Ciudadanos 

Según el preelectoral del CIS, Ciudadanos, en cuarto lugar, se quedaría con el 14,6% de los votos, lo que traducido en escaños supondría 38 o 39 diputados. El 20-D el partido de Albert Rivera se hizo con el 13,9% de los votos (40 actas). Si se cumple este pronóstico, Rivera conseguiría mantener sus resultados tras seis meses en los que decidió arriesgar sellando un pacto con los socialistas cuando en campaña había sostenido todo lo contrario. 

Esta noche Rivera comprobará si los electores premian o castigan su gesto. O si, como han señalado las encuestas, todo sigue igual y no podemos hablar de ningún tipo de efecto. En Ciudadanos vendieron el pacto con el PSOE como un ejercicio de "responsabilidad" para desbloquear las negociaciones frenadas por un Rajoy inmóvil y un Iglesias empeñado en garantizarse "sillones", puestos en el Gobierno.

Paralelamente, el 26-J es un examen a la fidelidad de los votantes de Ciudadanos. De hecho, el PP de Rajoy ha hecho de esto uno de los ejes de su campaña, repitiendo de forma machacona a diario que votar en cerca de una treintena de circunscripciones a Rivera no iba a tener ningún efecto porque era muy probable que no fuese a obtener ni un sólo escaño. Una estrategia no compartida en su integridad en las filas conservadoras al entender que se trataba de un mensaje "peligroso" de cara al 27-J, el día después, cuando toque intentar formar Gobierno y se empiece a engrasar la maquinaria para los pactos.

6. El peso de los nacionalistas

En las generales de 2011, las que ganó Mariano Rajoy con mayoría absoluta, los nacionalistas se hicieron con 36 escaños con el siguiente reparto: CiU, 16 escaños; Amaiur, 7; PNV, 5; ERC, 3; BNG, 2; Coalición Canaria (CC), 2 y Geroa Bai, 1. Cuatro años después, el pasado 20-D, el apoyo a los nacionalistas cayó en diez escaños. El mapa quedó de la siguiente forma: ERC, 9; DiL, 8; PNV, 6; Bildu, 2 y CC, 1. Las encuestas pronosticaban una caída del bloque nacionalista, pero no tan acusada.

No obstante, las formaciones con aspiraciones a presidir el Gobierno, tienen un ojo puesto en los nacionalistas con el objetivo de que sus escaños acerquen a los 176 en los que está instalada la mayoría absoluta. Mientras en PP y PSOE no encaja la idea de atraerse a las fuerzas independentistas, por el rechazo al referéndum, Pablo Iglesias no cierra la puerta a nada.

Socialistas y conservadores intentarán atraer a sus mesas de negociación a los nacionalistas vascos. Entre las cuentas que hace el Partido Popular para lograr que Rajoy continúe en la Moncloa está la de poder contar con el apoyo o con la abstención del PNV. Las fuentes consultadas creen que este entendimiento podría extenderse, en otoño, a las elecciones al Parlamento Vasco. Similares argumentos emplean los socialistas.

En el PP señalan que nunca han estado cerrados a hablar con los nacionalistas vascos y que, aunque ahora están "alejados de la moderación", todo se puede reconducir. 

7. Los pactos, obligatorios

Mucho tienen que equivocarse todas las encuestas que se han hecho públicas en las últimas semanas para que de las urnas, este domingo, salga una fuerza política con capacidad clara para formar Gobierno. De la capacidad de los cuatro partidos mejor ubicados para llegar a acuerdos dependerá que la XII Legislatura, la que arrancará a partir del 19 de julio, no sea como la XI: fallida.

Rajoy no se encargado de construir ningún tipo de puente con el resto de partidos. Llega al 26-J como el partido favorito en los sondeos. Pero también con el partido con menos capacidad de maniobra para las negociaciones. El PSOE no quiere nada con el PP y menos si el candidato a la Presidencia del Gobierno es Rajoy. Unidos Podemos es totalmente antagónico y Ciudadanos tiene como línea roja al propio candidato. Si estas posturas no se mueven, a Rajoy sólo le queda sumar con alguna fuerza nacionalista como el PNV. Y la suma no daría.

Otra cosa es el escenario de la abstención. ¿Darían su brazo a torcer PSOE y Ciudadanos? En el PP creen que no es imposible, aunque "la primera primerísima" opción es la gran coalición. De todos modos, este escenario llevaría a un PP en el Gobierno con una casi nula capacidad de maniobra, salvo que previamente pactase con Sánchez y Rivera el apoyo para cuestiones fundamentales como presupuestos o política exterior.

Si se reedita el resultado del 20-D y Sánchez es el más votado en la izquierda, Unidos Podemos se comportará, aseguran, de la misma forma. Es decir: plantearán un Gobierno del PSOE, presidido por Sánchez, en el que ellos entren y dispongan de algunas carteras. ¿Ha cambiado algo para que ahora fuese a tener éxito la operación? La incógnita se despejará en las próximas horas. Si los votos de Sánchez y Rivera se acercan a los 176 escaños, Ciudadanos dejaría de ser clave. Podemos y PSOE tendrían entonces que limar diferencias, sobre todo las relacionadas con el encaje de Cataluña.

¿Y si hay sorpasso? En este caso, la principal duda estará en si el PSOE permite gobernar a Iglesias y lo apoya y, con ello, que Unidos Podemos se convierta en la fuerza referente de la izquierda española. El papel de los socialistas no sería precisamente cómodo.

8. El proceso arranca el 19 de julio

El Congreso y el Senado resultantes de estos comicios se constituirán el próximo 19 de julio, según se recoge en el decreto de disolución de las Cortes y la convocatoria de los comicios firmado por el socialista Patxi López, presidente de la Cámara baja el pasado 3 de mayo. Fue ese día cuando se agotó el plazo para investir a un presidente del Gobierno sin que los partidos llegasen a un acuerdo. La normativa determina que tendrán que constituirse en los veinticinco días posteriores a la celebración de las elecciones.

Las sesiones constitutivas comenzarán a las 10 de la mañana. El primer paso será elegir a los miembros del órgano de Gobierno de Congreso y Senado, la llamada Mesa. Será presidente la persona que obtenga la mayoría absoluta de los votos. Es posible que los sustitutos de Patxi López y Pío García Escudero no sean elegidos en la primera votación porque para ello necesitan mayoría absoluta. Esto llevaría a una segunda ronda entre los dos candidatos que en cada Cámara hayan logrado más apoyos. En esta segunda ocasión ya basta con mayoría simple.

Dado este paso, queda lo más complicado. El presidente del Congreso informará al rey y éste abrirá una ronda de contactos con las formaciones que hayan obtenido representación parlamentaria para poder proponer al candidato a La Moncloa. Una vez decidido, se comunica el nombre al presidente de la Cámara baja para que busque fecha para el Pleno de investidura. En la corta XI Legislatura, sólo Pedro Sánchez, tras negociar con Ciudadanos, se sometió a esta sesión. Pero le faltaron apoyos.

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No hay un plazo fijo para la convocatoria de la sesión de investidura. Hasta ahora, la costumbre había marcado que tuviese lugar unas dos semanas después de la constitución de las Cámaras. Algo más tardó en la legislatura recién agotada: las Cortes se constituyeron el 13 de enero y no fue hasta el día 1 de marzo cuando Pedro Sánchez pronunció su discurso de investidura. 

El candidato resulta elegido si consigue la mayoría absoluta, ubicada en 176 escaños. Si no lo logra habrá una nueva votación dos días después. En esta bastará con mayoría simple (más votos a favor que en contra). El jefe de los socialistas no lo consiguió en ninguna de las dos ocasiones. Pero puso en marcha el reloj hacia una nueva convocatoria electoral.

Hasta hace unos meses, todo esto era teoría. Inédito. Ahora, los españoles ya saben lo que es agotar todos los plazos hasta la convocatoria de unas nuevas elecciones. En el debate a cuatro, los líderes de PP, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos coincidieron en que no habrá unos terceros comicios. A partir de la noche de este domingo tienen la oportunidad de demostrarlo.

España vuelve este domingo a la casilla de salida. 36,5 millones de ciudadanos vuelven a tener una cita con las urnas. Igual que hace poco más de seis meses. Las elecciones del 20 de diciembre estuvieron rodeadas de hechos inéditos para los españoles. Podemos (69 escaños) y Ciudadanos (40) irrumpieron con fuerza para romper el clásico esquema del bipartidismo PP (123)-PSOE (90). El único candidato que se presentó a la investidura, el socialista Pedro Sánchez, no logró el apoyo de la Cámara. Y, a partir de ese momento, la vida política española se convirtió en un torrente de reuniones para buscar posibles pactos con más escenificación que contenido. Desde que Sánchez salió de su segunda votación en el Congreso sin respaldo suficiente, todo apuntaba al desenlace que finalmente tuvo. El 2 de mayo, las Cortes eran disueltas y un día después el BOE publicaba el decreto de convocatoria electoral.

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