Abascal ocultó a la Asamblea de Madrid a qué destinaba 170.000 euros el 'chiringuito' público que dirigía

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La Fundación para el Mecenazgo y el Patrocinio Social de la Comunidad de Madrid, a cuyo frente situó en 2013 el Gobierno de Ignacio González a Santiago Abascal, acordó su disolución en diciembre de ese año sin que su entonces gerente hubiese desvelado un mes antes frente a la Asamblea de Madrid ni un solo dato real sobre las actividades a que la entidad había destinado 170.000 euros o planeaba aún hacerlo. Como publicó ayer infoLibre, la opacidad crónica de la fundación llegó a tal grado que la Cámara de Cuentas no pudo fiscalizarla, intento que solo abordó una vez extinguida y del que desistió por falta de información.

Abascal, que había comparecido ante la Asamblea de Madrid el 5 de noviembre, cifró ese día el presupuesto anual de la fundación en 252.818 euros. Y reconoció que su sueldo estaba fijado en 82.491 euros brutos. Descontada esa cifra, y con una plantilla formada exclusivamente por él mismo y un ayudante, a la fundación le quedaban así algo más de 170.000 euros disponibles: como mínimo, dado que, según su propia versión, repetida dos veces en la Cámara autonómica, Abascal se había incorporado a su puesto en abril.

Pero pese al cerco dialéctico a que lo sometió el entonces diputado de UPyD Alberto Reyero, hoy en las filas de Ciudadanos, y a quien apoyaron el PSOE e IU, el gerente de aquel "chiringuito" público madrileño no explicó en ningún momento qué acciones concretas había desarrollado la fundación a lo largo del ejercicio. 

Hoy líder de Vox, el emergente partido de extrema derecha que presenta la guerra contra los "chiringuitos" públicos y la llamada "Administración paralela" como uno de sus ejes básicos, Abascal ni siquiera respondió entonces a tres preguntas básicas del diputado Reyero: qué proceso de selección había seguido la fundación pública para designarle director gerente; en cuánto se cifraban los costes globales de personal y con qué periodicidad se reunían los órganos rectores de la entidad pública. Es decir, el patronato y la comisión ejecutiva.

Desde su constitución a comienzos de la pasada década, el patronato de la fundación estuvo siempre controlado por altos cargos de la Comunidad de Madrid. Como compañero de viaje, Caja Madrid. Cuando la fundación acordó su disolución en diciembre de 2013, representaba a la Fundación Caja Madrid su entonces director y ahora ministro de Cultura, José Guirao.

La asignación del término "chiringuito" a la fundación madrileña en que recaló Abascal tras haber dirigido bajo el Gobierno de Esperanza Aguirre la Agencia de Protección de Datos de Madrid, fue obra del diputado Alberto Reyero. Pero, al día siguiente, el propio Iñaki Oyarzabal, en aquel momento secretario de Libertades del PP, lo hizo suyo. "Basta de chiringuitos", escribió en Twitter su antiguo compañero del PP vasco tras conocer el resultado de la comparecencia parlamentaria.

Salvo en lo que concierne a su retribución, a la fecha en que había sido nombrado para el cargo –el mes de abril, dijo dos veces– y a la amplitud de la plantilla –él y un asistente–, todo su discurso ante la Asamblea de Madrid se había centrado en desplegar posibilidades de futuro de donaciones y patrocinios. Y, también, en enumerar una larguísima lista de empresas a las que había realizado "visitas personales" para captar patrocinios. "Permítanme –insistió en su línea de no aportar cifras ni datos de actividad– que no relacione el resultado concreto con la empresa porque hay muchas conversaciones que se están manteniendo en este momento". Cuarenta y un día después y de forma inesperada, el patronato acordaba por unanimidad disolver la fundación. 

"Desde que llegamos –había expuesto Abascal y así consta en el Diario de Sesiones– lo que hicimos fue desarrollar un plan de actuación, desde cero, tratando de reenfocar las actividades de la fundación". En qué consistía ese plan de actuación es otro misterio. Lo más aproximado a un dato cuantificable, aunque tampoco lo fue, llegó cuando Abascal anunció que ese mismo mes se haría "efectiva una donación de juguetería para el Instituto del Menor y la Familia" y que esa donación tendría su origen en "una de esas empresas". O sea, una de las que, según su relato, había visitado desde su fichaje. 

 

La Fundación para el Mecenazgo y el Patrocinio Social de la Comunidad de Madrid, a cuyo frente situó en 2013 el Gobierno de Ignacio González a Santiago Abascal, acordó su disolución en diciembre de ese año sin que su entonces gerente hubiese desvelado un mes antes frente a la Asamblea de Madrid ni un solo dato real sobre las actividades a que la entidad había destinado 170.000 euros o planeaba aún hacerlo. Como publicó ayer infoLibre, la opacidad crónica de la fundación llegó a tal grado que la Cámara de Cuentas no pudo fiscalizarla, intento que solo abordó una vez extinguida y del que desistió por falta de información.

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