Ya queda un rastro menos de patologización de la transexualidad en España. Es decir, un rastro menos de tratamiento de la transexualidad como una enfermedad. Ha desaparecido uno importante. Uno que llevaba timbre oficial, ministerial.
Para explicar la historia, hay que ir a 2017. En septiembre de aquel año, infoLibre publicó que la transexualidad figuraba en un listado del Ministerio de Sanidad, departamento que por entonces dirigía Dolors Montserrat (PP), junto a otras patologías y tratamientos para los que es necesario designar un Centro, Servicio o Unidad de Referencia (CSUR) en el Sistema Nacional de Salud. Ahí la transexualidad aparecía junto al glaucoma, las alteraciones congénitas del desarrollo ocular, los tumores intraoculares, la epilepsia, la esclerosis múltiple, los trastornos hereditarios de la queratinización. Y decenas más.
Los procedimientos médicos asociados a las enfermedades incluían atención de la lesión medular compleja, atención de la patología vascular raquimedial... y “atención a la transexualidad”, que estaba en el número 24 de la lista, justo entre la queratoplastia en niños y la osteotomía pélvica. Pero lo grave no era eso. Que algo requiera una atención médica no significa en sí mismo que sea una enfermedad. Un embarazo también requiere de una atención médica y no es una enfermedad. Lo grave era que la “atención a la transexualidad” llevaba asociada, en la propia web de Sanidad, una ficha en la que sí se le daba, inequívocamente, el tratamiento de un problema de salud. Concretamente, de un problema mental.
“Pasatiempos propios del otro sexo”
El documento oficial, la ficha de la “atención a la transexualidad”, recogía los “criterios diagnósticos” para los “pacientes”, que incluían la “necesidad de descartar que se trate de un síntoma de otro trastorno mental, como esquizofrenia, o [que] sea secundario a una anomalía cromosómica”. El texto del ministerio citaba el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, de la Asociación Americana de Psiquiatría, para establecer las características del “trastorno de identidad sexual”. En los niños, decía el documento, se da la “preferencia por el transvestismo”; en las niñas, la “insistencia en llevar puesta solamente ropa masculina”.
Otro rasgo infantil del “trastorno de identidad sexual” es el “deseo intenso de participar en los juegos y en los pasatiempos propios del otro sexo”. Los niños, según el documento, tienen “sentimientos de que el pene o los testículos son horribles”, así como “aversión hacia los juegos violentos y rechazo a los juguetes, juegos y actividades propios de los niños”. Las niñas presentan “rechazo a orinar en posición sentada” o “aversión acentuada hacia la ropa femenina”. En los adolescentes y adultos, la “alteración” provoca “síntomas” como “la convicción de experimentar las reacciones y las sensaciones típicas del otro sexo”.
La “atención de la transexualidad” debía incluir, según recogía el documento de Sanidad, un “diagnóstico diferencial con otros trastornos”, la confirmación diagnóstica y el tratamiento integral por un equipo multidisciplinar. El texto incluía, como justificación de su propuesta, los “datos epidemiológicos de la enfermedad”. “La prevalencia, según un estudio holandés, es de 1/11.900 hombres y 1/30.000 mujeres y la razón de sexos de 2,5 hombre a mujer por 1 de mujer a hombre […]. Extrapolando el estudio holandés a nuestro país, en España habría 1.480 transexuales de hombre a mujer y 607 transexuales de mujer a hombre. La incidencia sería de 61 casos nuevos por año”, señalaba Sanidad.
“Disparatado”, “cruel”, “gravísimo”
Todo eso decía el documento del que infoLibre publicó noticia en 2017. Hubo reacciones. PSOE y Unidas Podemos cargaron contra el ministerio con duros epítetos: “Disparatado”, “cruel”, “gravísimo”. La Plataforma Trans y la asociación Chrysallis de familias de menores transexuales exigieron la retirada. Pero la retirada no llegó. Tampoco cuando llegó el PSOE al Ministerio de Sanidad. Ni con Carmen Montón, ni con Salvador Illa, ni con Carolina Darias...
Este periódico comprobó en julio de 2023 que la ficha seguía ahí. Incluso con la ley trans ya aprobada. Así que la ficha no iba ya solamente en contra de la línea de despatologización que venían marcando influyentes instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como las leyes de diversas comunidades en España. Iba en contra también de los principios inspiradores de la propia ley española sobre la materia.
En cambio, ahora la ficha ya no está.
Una ficha “obsoleta” ahora en revisión
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¿Quién la ha quitado? ¿Cuándo? Según la respuesta que da a infoLibre el equipo de Mónica García, ministra de Sanidad (Sumar), la ficha desapreció en julio del año pasado, es decir, con José Manuel Miñones (PSOE) como ministro. Desde entonces “no es accesible desde ninguna parte de la home”, aunque hasta hace unos días seguía siéndolo para alguien que hubiera guardado con anterioridad el enlace. Ya no. El ministerio dio orden de eliminación definitiva el 25 de enero.
Desde noviembre del año pasado, poco antes de la toma de posesión de Mónica García, todavía, pues, con Miñones en funciones, la ficha de la atención a la transexualidad está en revisión. “La que había estaba obsoleta. Para la elaboración de esta nueva hay un grupo de expertos en el que está representado el movimiento LGTBI. De esta forma, el actual ministerio garantizará que quede plasmado acorde con el movimiento y siguiendo siempre los criterios de defensa de los derechos de las personas trans”, señala un portavoz de Sanidad.
El departamento que dirige García añade que la corrección garantizará que no haya “patologización” o “estigmatización”. Lo que sí defiende Sanidad es la necesidad de designar un CSUR, que resulta “de ayuda para garantizar el acceso equitativo a la cirugía de la transexualidad”. “Que hubiera un CSUR o varios no implica que la transexualidad sea una enfermedad”, recalca. “Por otro lado, es la única forma que tiene el sistema de compensar económicamente los flujos entre comunidades”, concluye.
Ya queda un rastro menos de patologización de la transexualidad en España. Es decir, un rastro menos de tratamiento de la transexualidad como una enfermedad. Ha desaparecido uno importante. Uno que llevaba timbre oficial, ministerial.