Las aguas residuales volvieron a predecir brotes durante la segunda ola en las ciudades españolas... menos en Madrid

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No son infalibles, pero tampoco anecdóticas. Las aguas residuales pueden ayudar a prever con entre dos y tres semanas de antelación un importante aumento de casos del nuevo coronavirus en una ciudad, un distrito, un barrio o –incluso– un bloque de pisos. Es posible por la información que contienen las heces: los contagiados, tanto sintomáticos como asintomáticos, expulsan por el retrete restos de ARN del patógeno, por lo que los sistemas de medición de las depuradoras de agua pueden calcular la carga viral de las cloacas. Y las administraciones, con acceso a esta información, pueden adelantarse al golpe y, si bien no anunciar ninguna restricción precipitadamente, ir preparando las medidas de contención de la pandemia. Tras varios ejemplos de éxito, como los de Paterna, València o Valladolid, en los que los números indicaron una correlación entre el mensaje de la alcantarilla y la incidencia acumulada, la publicación de datos de decenas de ciudades españolas por parte del Ministerio para la Transición Ecológica permiten comprobar que en la mayoría de casos, cuando suben los rastros de SARS-CoV2 en el agua, se disparan los contagios detectados varias semanas después. Con una excepción llamativa: Madrid. 

¿Hay una relación clara y demostrada entre los datos que arrojan las cloacas y los brotes que se producen en los días sucesivos? "Absolutamente", respondió para este artículo Nuria Romeral, portavoz de Global Omnium, la empresa de gestión del agua que hace este trabajo para el Ayuntamiento de València. Las cifras de la ciudad del Turia le daban la razón. Ahora, gracias a la información publicada por el Ministerio para la Transición Ecológica, se puede ampliar la muestra. El gabinete de Teresa Ribera lleva desde mediados de julio recopilando la información de estaciones depuradoras de 27 municipios, grandes y pequeños. De la lista, infoLibre ha seleccionado los municipios más grandes, con un impacto significativo del covid-19 durante la segunda ola y con información sobre la evolución del covid actualizada y accesible, para comprobar si, tal y como aseguran los expertos, las aguas residuales adivinan tan bien el futuro como venden. 

Transición Ecológica resume las variaciones en el ARN detectado en las heces de una población determinada con solo cuatro estadios: aumento, disminución, aumento significativo, descenso significativo yaumento, disminución, aumento significativo, descenso significativo estable. En Granada, epicentro de la segunda ola andaluza, el primer crecimiento de lo detectado en las cloacas se produjo a principios de agosto. Tras esa primera semana, los casos empezaron a subir, pero a un ritmo moderado. El auténtico boom se vivió en octubre: se pasaron de 1.150 casos detecados el 9 a 2.068 dos semanas después, el 23. Y entre el 4 y el 10 de octubre, la estación depuradora analizada reportó un "aumento significativo" del ARN del nuevo coronavirus encontrado en las aguas fecales. 

En la vecina Málaga, con una curva de la segunda ola mucho más suave, también se detecta una relación clara. El primer aumento ligero de la serie de detección en aguas residuales se da en la última semana de septiembre, y los casos diarios escalan en dos semanas de los 452 a los 562. En Sevilla, el crecimiento de los contagios también está vinculado a pequeños avisos en rojo de la red de alcantarillado, aunque no advirtieron de la importante bajada de contagios de la primera quincena de noviembre.

En Bilbao, dos aumentos leves pero consecutivos, ubicados entre el 12 y el 26 de octubre, anticiparon el peor momento de la ciudad vasca frente a la segunda ola, ubicado justo dos semanas después, durante la primera semana de noviembre. La misma dinámica se vivió en Zaragoza, que se encontraba alrededor de los 100 nuevos casos diarios cuando las aguas residuales detectaron un "aumento significativo" de casos de coronavirus a finales de agosto: dos semanas después, rondaban los 200. Los rastros continuaron creciendo en las dos primeras semanas de octubre, y a finales de mes se alcanzaron los 600. 

En Oviedo, capital de Asturias, la llegada de la segunda ola se atrasó con respecto a muchas comunidades, pero también recibió avisos de "aumentos significativos" entre el 3 y el 17 de agosto, que luego se transformaron en unos casos diarios que alcanzaban las dos decenas mientras que en verano apenas se superaban los diez. Otro aviso de las cloacas, de finales de octubre, se tradujo, pocas semanas después, en 150 casos diarios. Y en esa misma semana, de pico de la curva, las aguas residuales de la ciudad detectaron un importante descenso que, una vez más, predijo el doblegamiento de la segunda ola asturiana. 

Las autoridades de Barcelona recibieron una alerta de "aumento significativo", según la terminología, a principios de octubre, cuando los casos se mantenían en una tensa calma desde agosto alrededor de los 200 casos de incidencia acumulada en los últimos 14 días. Dos semanas después fueron 395, llegando a los 729 el 30 de octubre. 

Madrid, extraña excepción

Madrid publicará semanalmente los datos de presencia de covid-19 en aguas residuales

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No es una ciencia exacta. Hay aumentos ligeros que se detectan en las plantas de tratamiento de aguas que no terminan traduciéndose en un crecimiento significativo de la incidencia del covid-19, o descensos que no comportan buenas noticias, por lo que hay que tomar los datos con cautela. Sin embargo, dos plantas de tratamiento de aguas del sur de Madrid, una en el distrito de Usera y otra en Villa de Vallecas, suponen una llamativa excepción. Ambas detectaron "aumentos significativos" en la misma semana: entre el 12 y el 18 de octubre. Pero, por entonces, la incidencia acumulada de los barrios ya se encontraba en sendero de bajada, y la tendencia no cambió. Meses antes, la estación de Vallecas sí que acertó en su pronóstico: identificó un crecimiento en los rastros de ARN a finales de agosto, y es por todos conocido lo que pasó en la capital en septiembre. Precisamente este viernes la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, presentó los avances de su sistema Vigía de detección del covid en aguas residuales, "el mayor de Europa", según sus palabras.

Las dudas sobre la fiabilidad de los datos que ofrece la Comunidad de Madrid nunca se han despejado. Nadie cuestiona que la situación de la región con el coronavirus es, indudablemente, mejor: así lo muestran las cifras más fiables, las de hospitalizados, que llevan meses en una lenta pero constante bajada. La incidencia acumulada, sin embargo, se desplomó tras ser el epicentro del covid en Europa durante septiembre, y también desde que las autoridades sanitarias decidieran dejar de hacer test PCR a contactos estrechos de positivos, salvo que fueran convivientes, y apostar por las pruebas de antígenos –más rápidas, pero menos fiables–.

Estas pruebas tienen alta probabilidad de declarar falsos negativos en personas que portan el virus, y por tanto pueden transmitirlo, pero son asintomáticas. Por lo que su uso se recomienda solo en caso de enfermedad, para acortar plazos de un contagio anunciado. La Comunidad de Madrid los utilizó sin tener en cuenta esta especificación, por lo que podrían quedarse casos sin detectar y notificar. Sin embargo, su rapidez –dan resultados en menos de 15 minutos– permiten cortar cadenas de transmisión con mucha eficacia, aislando a los contagiados antes de que tengan posibilidad de relacionarse con otras personas. Lo que puede ser, explican los epidemiólogos, una de las claves del éxito. Aunque, en esta ocasión, las cloacas no lo vieran venir. 

No son infalibles, pero tampoco anecdóticas. Las aguas residuales pueden ayudar a prever con entre dos y tres semanas de antelación un importante aumento de casos del nuevo coronavirus en una ciudad, un distrito, un barrio o –incluso– un bloque de pisos. Es posible por la información que contienen las heces: los contagiados, tanto sintomáticos como asintomáticos, expulsan por el retrete restos de ARN del patógeno, por lo que los sistemas de medición de las depuradoras de agua pueden calcular la carga viral de las cloacas. Y las administraciones, con acceso a esta información, pueden adelantarse al golpe y, si bien no anunciar ninguna restricción precipitadamente, ir preparando las medidas de contención de la pandemia. Tras varios ejemplos de éxito, como los de Paterna, València o Valladolid, en los que los números indicaron una correlación entre el mensaje de la alcantarilla y la incidencia acumulada, la publicación de datos de decenas de ciudades españolas por parte del Ministerio para la Transición Ecológica permiten comprobar que en la mayoría de casos, cuando suben los rastros de SARS-CoV2 en el agua, se disparan los contagios detectados varias semanas después. Con una excepción llamativa: Madrid. 

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