Alberto Reyero (Madrid, 1962) era el consejero de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid cuando estalló la pandemia. Un día, recién declarado el estado de alarma, llegó a sus manos un documento emitido desde la Consejería de Sanidad del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Era un protocolo de actuación para los responsables de las residencias de mayores mediante el cual se impedía el traslado al hospital de miles de residentes enfermos, una orden de obligado cumplimiento conocida como el Protocolo de la vergüenza y que adelantó en exclusiva Manuel Rico en infoLibre.
La denuncia pública de ese protocolo llevó a Reyero a un enfrentamiento político con Isabel Díaz Ayuso y la Consejería de Sanidad. Acabó dimitiendo. Su partido, Ciudadanos, siguió gobernando con el PP en Madrid. Justo dos años después de aquello, la formación naranja ya no existe en la Asamblea madrileña y él ha dejado la política. La Fiscalía sigue sin llevar a cabo una investigación a fondo y nadie ha pagado política ni judicialmente por las consecuencias, cifradas en miles de muertes de mayores que agonizaron en las residencias madrileñas abandonados a su suerte. Reyero nos cita en el espacio de coworking en el que desempeña su nuevo trabajo: asesoría a entidades sociales en busca incidencia política.
¿Echa de menos algo la política?
Nada. Hay un ambiente muy enrarecido y se me hacía cansino estar en un mundo donde es casi imposible llegar a acuerdos y donde importa más el mensaje malsonante hacia el de enfrente.
Hace justo dos años que se declaró el estado de alarma. ¿Cómo recuerda la llegada de aquel tsunami desde su responsabilidad en la Comunidad de Madrid?
Veíamos que era algo grande pero teníamos más incertidumbres que información. Poco a poco empezamos a ver la incidencia que eso podía tener en un colectivo tan vulnerable como el de los mayores. Pero nunca llegamos a pensar que iba a ser tan virulenta la pandemia.
El Gobierno manda a la Unidad Militar de Emergencias (UME) a las residencias y se encuentran allí un panorama dantesco. ¿Cuál es el momento en que es consciente de que esos centros se han convertido en la zona cero de la pandemia?
El 17 de marzo la residencia Montehermoso notifica un número muy elevado de fallecimientos. Ahí nos dimos cuenta de que, si el virus entraba en una residencia, podía acabar con decenas de personas en apenas 24 o 48 horas. Ese día empezaron a cambiar muchas cosas. Yo hablé con Defensa para que nos ayudara la UME, aunque hubo reticencias desde el Gobierno de la Comunidad.
¿Reticencias por qué?
Se estaba en una carrera de decir que no a todo lo que planteaba el Gobierno central. Igual pensaban que se podía interpretar como una sensación de debilidad. Yo creo que era un error ese planteamiento. Había que cooperar para salvar vidas y eso hicimos.
Los fallecidos en las residencias se empezaron a contabilizar por centenares. ¿Cómo recuerda aquellos días?
Lo recuerdo como si de repente se hubiera hecho de noche. Y no amanecía. Fueron unas semanas muy oscuras. Era una absoluta impotencia. Fue terrible.
Una persona en silla de ruedas quedaba descartada para ser trasladada a un hospital
¿Recuerda el día en que supo del 'protocolo de la vergüenza' mediante el cual la Comunidad de Madrid daba instrucciones para cribar a los mayores que debían ser atendidos en un hospital y los que no?
Sí, lo recuerdo perfectamente. Sentí un poco de incredulidad e incluso me costó entender de primeras lo que aquello significaba.
¿Cómo lo supo?
Fue el 21 de marzo, era sábado. Me acerqué a las oficinas de la gestión de residencias públicas y el gerente me enseñó el protocolo que acababan de recibir el día antes. Estaba alarmado. Se establecían exclusiones de atención hospitalaria por cuestiones de dependencia o discapacidad.
Es decir, la orden era que personas dependientes o discapacitadas no fueran trasladadas a los hospitales.
Eso es. Si una persona, por ejemplo, estaba en silla de ruedas, quedaba descartada para ser trasladada a un hospital con independencia de la enfermedad que tuviera.
Hubo gente, entonces, que murió y que igual no tendría que haber muerto si hubiera tenido una oportunidad de ser atendido.
Claro, la gente cuando entra en un hospital llega con la intención de salvarse. Si ni siquiera te dejan ir... Y ya no es solo cuántas personas se hubieran podido salvar, es que muchas murieron asfixiadas sin ningún tipo de atención. Era una cuestión de mera dignidad humana que no se respetó. Esta enfermedad es muy penosa y murieron completamente desatendidas.
Por una decisión política.
Por una decisión política, sí. Alguien en la Comunidad de Madrid jugó a ser dios para decidir quién se salvaba y quién no. Es inaceptable tomar ese tipo de decisiones desde despachos políticos. Tenían que ser decisiones clínicas.
¿Por qué se hizo aquello? ¿Para que no se notase el colapso de una sanidad pública esquilmada tras décadas de recortes?
Ellos siempre negaron un colapso sanitario, dijeron que era un bulo. Nunca han dado explicaciones.
Igual sí que se evitó el colapso en los hospitales a costa de las vidas de muchos mayores que se quedaron en las residencias.
Hay una cosa evidente, el colapso atroz que ocurrió en las residencias no lo vimos los ciudadanos. Si eso llega a pasar en los hospitales hubiera ocurrido a la vista de todos.
Cuando usted es consciente de ese protocolo, ¿qué hace?
Me costó entender lo que tenía delante y llegué a pensar que eso no podía ser verdad. Estuve todo ese sábado intranquilo y el domingo a primera hora me puse delante del ordenador y le mandé un correo al consejero de Sanidad alertando de las condiciones indignas en las que podían morir cientos de personas. No me contestaron.
¿Y qué hizo?
Insistir. Le mandé otro mail, lo llamé, le mandé cartas para dejar constancia de aquello… Ellos decían que eso no era así y que todo estaba bien.
¿Lo habló con el vicepresidente, Ignacio Aguado, que era de su partido?
Sí, lo hablé.
¿Y qué le dijo?
Yo creo que en ese momento ninguno éramos conscientes de la magnitud que suponía aquello.
No se escandalizó, quiere decir.
Bueno, yo creo que todos tardamos unas semanas en ver el alcance de lo que significaba ese protocolo.
Con la información que tenemos ahora, yo creo que había razones para haber dejado de apoyar al PP
Si usted hubiese sido el vicepresidente (de Ciudadanos) ¿hubiera considerado ese protocolo de la vergüenza un motivo suficiente para romper el gobierno de la Comunidad de Madrid y dejar de sostener al PP?
Con toda la información que tenemos ahora, te diría que sí.
¿No le dejaron muy solo desde su partido tras denunciar algo tan grave?
Bueno, tampoco voy a criticar eso ahora. Yo tomé la decisión que creía que tenía que tomar.
¿Por qué dimitió?
Yo dimito porque digo en sede parlamentaria todo lo que estoy diciendo aquí ahora, todo lo que yo sabía que estaba pasando. Digo allí que esos protocolos seguramente no sean legales y que lo que es seguro es que no son éticos. Ahí se monta un gran follón porque empiezo a recibir críticas de algunos sectores que no entienden cómo puedo denunciar yo algo así desde el propio gobierno. También critiqué que no se hubiera cumplido con la promesa de medicalizar las residencias.
¿Alguien en su partido le pidió que dimitiera para no poner en riesgo el gobierno de la Comunidad de Madrid?
No.
Es que resulta raro que ante un escándalo así acabe dimitiendo la persona que lo denuncia y que además su partido siga apoyando al gobierno responsable de aquello.
Bueno, recuerdo que Podemos presentó la reprobación del consejero de Sanidad y se montó revuelo por ver qué votaba yo. Entendí que, una vez levantado el estado de alarma, era el momento de salir.
¿Entiende que dos años después de aquello la Fiscalía no haya entrado al fondo de este asunto?
No lo entiendo. Me llama la atención que nadie se haya puesto en contacto con el responsable de aquel protocolo, por ejemplo, para preguntarle por qué lo hicieron o quién lo ordenó.
Usted militaba en Ciudadanos, no es sospechoso de ser simpatizante de Podemos. Con todo esto que usted supo de primera mano, ¿qué sentía al escuchar a dirigentes del PP decir que el responsable de lo que ocurrió en las residencias era Pablo Iglesias?
Es que era un bulo diseñado específicamente. Ni siquiera se decía que el responsable era el Gobierno central, se decía que el culpable era un señor muy malo con coleta. A determinados sectores, eso llega. A día de hoy mucha gente en la calle lo puede seguir creyendo.
Es curioso: dos años después el partido responsable de todo aquello ha arrasado en las elecciones de la Comunidad de Madrid y el partido del consejero que lo denunció no existe.
Es sorprendente, la verdad. Aunque Ciudadanos no ha dejado de existir en la Comunidad de Madrid por esta cuestión, sino por muchas otras, por muchos errores que se han cometido. En cuanto a la victoria del PP, me niego a culpar a la gente de blanquear nada.
Pero ¿cómo es posible que algo tan grave, que han sufrido tantas familias en primera persona por la muerte de sus mayores, no suponga coste electoral alguno a los responsables?
Hay muchas razones, pero tenemos que ser conscientes de la sociedad que tenemos. En el fondo, la sociedad piensa que estas personas tenían que morir. Hay un edadismo evidente. Tampoco se le da tanta importancia porque eran mayores. Si ahora salimos a la calle y preguntamos igual hay gente que ni se acuerda, otra que lo justifica y otra que dice que la culpa es de Pablo Iglesias.
¿Reciben un trato digno los mayores en las residencias? ¿Sirve el modelo actual?
El modelo era necesario cambiarlo antes de la pandemia, ahora ya es urgente. Hay residencias en las que viven 500 personas que son tratadas como números. Hay que cambiar los ratios de atención, los trabajadores tienen que tener mejores condiciones y la sanidad pública debe atender estos centros como parte de su responsabilidad.
Lo del hermano no lo conocía, ¿no?
No, no lo conocía. Si lo hubiera conocido no lo hubiera aceptado, porque aquel contrato se aprobó en Consejo de Gobierno. Pero no se dieron detalles, no.
Casado dijo que fueron más de 200.000 euros y bastante lo ha pagado el hombre. Ayuso dice que solo 50.000…Pero el caso es que un familiar directo de la presidenta madrileña ganó dinero en lo peor de la pandemia por contratos dados a dedo…¿Qué le parece?
Da igual la cantidad, no es ejemplar. Esto es éticamente muy reprochable, no sé qué recorrido judicial tendrá. Puede ser legal, pero no es ético.
Ciudadanos cometió el error de perder de vista el eje regeneración-continuidad para centrarse en el izquierda-derecha
Me hablaba antes de las causas que han llevado a Ciudadanos al borde de la desaparición. ¿Cuáles son?
Uno de los errores más graves fue la negociación de los gobiernos autonómicos en 2019. Debería haber imperado el eje regeneración-continuidad, no tanto el izquierda-derecha, que era una trampa. Ciudadanos no tenía que haber entrado en ningún bloque, y entró en el de la derecha.
Hombre, es que con gente como Juan Carlos Girauta o Marcos de Quinto era difícil no entrar…Quiero decir, la cabra tira al monte.
Bueno, puede ser complicado, pero en Ciudadanos había gente de todas las tendencias. Al final, el procès catalán, el veto a Sánchez, la posibilidad de sustituir al PP…Todo eso nos llevó a donde nos llevó.
Me ha dicho ahora que es empresario. Usted que lo conoce bien, ¿le sorprende que hayan despedido de su trabajo a Albert Rivera, supuestamente, por trabajar poco?
Sí, me sorprende porque Rivera no es alguien que trabaje poco, ese no es su problema.
Su problema no es que trabaje poco sino que trabaja mal, quiere decir.
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Bueno, no… (risas) Yo creo que había expectativas erróneas por las dos partes. Habrá que pensar por qué ese despacho fichó a Rivera. Decían que para abrir puertas, pero no es lo mismo abrirlas cuando estás en política que cuando te has ido.
¿Usted volverá?
No se puede decir nunca jamás, pero no me lo planteo. Estoy muy contento con lo que hago. En el futuro, quién sabe.
Alberto Reyero (Madrid, 1962) era el consejero de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid cuando estalló la pandemia. Un día, recién declarado el estado de alarma, llegó a sus manos un documento emitido desde la Consejería de Sanidad del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso. Era un protocolo de actuación para los responsables de las residencias de mayores mediante el cual se impedía el traslado al hospital de miles de residentes enfermos, una orden de obligado cumplimiento conocida como el Protocolo de la vergüenza y que adelantó en exclusiva Manuel Rico en infoLibre.