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Ana de Miguel, filósofa: "Estudiaremos a Nietzsche, pero diremos que lo que pensó sobre las mujeres era indigno"

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Ana de Miguel (Santander, 1961) quería escribir un libro de ética. Siguiendo la estela de otros pensadores, convino en dirigirse a una interlocutora: su hija. Sin embargo, una vez que la filósofa comenzó a soltar lastre, reparó en que era imposible reflexionar sobre el sentido de la vida desde una neutralidad que tiene más de apariencia que de verdad. Así nació Ética para Celia. Contra la doble verdad (Penguin Random House, 2021). Con el libro, la feminista se dirige a los más jóvenes, con la pretensión de dar sentido a la cadena de desigualdades que sitúa a las mujeres en un plano de sumisión perpetua.

La filósofa, profesora titular de Filosofía Moral y Política en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, disecciona el relato dominante con una mirada crítica, pero sin renunciar a los aprendizajes que han dejado los grandes pensadores. En esta entrevista con infoLibre, la feminista propone una necesaria mirada feminista en las aulas y reflexiona sobre algunos de los asuntos clave en la actualidad, como la pornografía, los vientres de alquiler y la libre determinación del género.

PREGUNTA: En el libro dice literalmente que "Zeus era un dios violador" y que "Homero nos tomaba el pelo".

RESPUESTA: Creo que es la verdad, no lo considero un punto de vista. Es así, está registrado, lo puede leer cualquiera. Donde pongo el énfasis es en cómo no nos hemos dado cuenta hasta ahora. Yo de pequeña leí La Ilíada y La Odisea, aunque fuera en versiones para niños. Nosotras hemos leído libros, hemos estudiado a filósofos, hemos visto películas que las volvemos a ver ahora, a veces sólo diez años después, y las vemos desde otra perspectiva porque estamos profundizando en el feminismo y nos estamos considerando personas. Zeus se disfraza, anula la voluntad de las mujeres, las engaña... pueden no parecer violaciones, pero lo son. Lo importante no es tal vez sólo, siendo lo grave como es, lo que legitimen estas obras de la mitología, que también legitiman otras barbaridades, sino que nosotras nos demos cuenta ahora. Lo importante es nuestro giro a la hora de leer, de interpretar la realidad. Casi nos ponemos por primera vez en nuestro lugar.

P: ¿Cree que desde los centros educativos es necesario un análisis crítico de los grandes pensadores desde una perspectiva de género?

R: Creo firmemente que hace falta, desde la Educación Secundaria. Las crías y críos de doce o trece años están en el mejor momento para que, al darles clase, se haga una lectura crítica de estos textos, diciendo: fijaos hasta qué punto ha estado interiorizada la dominación sobre las mujeres. Ellas no son sujeto en estas historias, son secundarias para que brillen más las obras de ellos. Esto no quiere decir que tengamos que repetir que La Ilíada es machista, que lo es, sino que chicos y chicas sepan cómo es el mundo del que venimos y sepan que ahora leemos esos textos de forma crítica aunque nos pueden seguir encantando. Yo creo que vamos a seguir leyendo esas obras, pero vamos a tener un diálogo con nuestro pasado que va a redundar en que nos pongamos a cambiar este mundo, que es una basura.

P: Hay una afirmación muy manida que se basa en argumentar que "eran otros tiempos". ¿Qué responde?

R: Primero les pregunto qué quieren decir exactamente. ¿Hay que ser comprensivas con que los hombres anularan a sus hijas, a sus hermanas, a sus madres? ¿Era un tiempo en que los hombres decidían que aprender era muy valioso y se lo prohibían a las mujeres que tenían al lado? Además, desde la noche de los tiempos hubo personas, como los esclavos o las mujeres, que se intentaron levantar contra su situación, pero fueron aplastados. Claro que se rebelaban, pero las relaciones de poder podían con ellos. Pero siempre ha sido posible pensar de otra manera, de hecho creíamos que los filósofos eran los que pensaban de otra manera. El problema es que los grandes hombres nunca pensaron de otra manera respecto a las mujeres. Ese es el problema. Pero que no nos digan que era imposible pensar de otra manera.

P: En el libro habla de que existe una doble verdad: una para chicos y otra para chicas. ¿En qué consiste?

R: Yo quería escribir un libro de ética convencional, sobre el sentido de la vida. Yo tengo dos hijos y me di cuenta que nos habíamos preocupado mucho por su formación y por que fueran a actividades, pero se nos había olvidado hablarles sobre el sentido de la vida, sobre por qué estaban aquí, qué les cabía esperar. Me di cuenta con estupor. Entonces empecé el libro y me di cuenta de que lo que decía sobre el sentido de la vida no podía tomarlo de forma neutral, porque es falso. Los jóvenes siguen educados en una doble verdad. Está la histórica, que ha durado milenios y que ha dejado una huella de dos mil años pensando la humanidad y que las mujeres están para servir al proyecto de vida de los hombres. La idea de que las mujeres somos inferiores está en el corazón de nuestra cultura y eso ha dejado una huella profunda que permanece. Pero desde los últimos 50 años el feminismo ha generado una transformación enorme de nuestra autoconciencia. Y sin embargo, hoy hay unas nuevas formas de mostrar a las mujeres lo de siempre: antes la doble verdad era que las mujeres éramos seres para los demás, hoy eso se está sustituyendo por que la mujer tiene que ser deseable, es el núcleo de la socialización de las chicas más jóvenes. Ser, es ser deseable. 

P: Al hilo de esta idea de ser deseables, en el libro incluye capítulos sobre amor y sobre sexo. ¿Cuáles son las consecuencias de la falta de educación afectivo-sexual en las escuelas?

R: Enormes. La pornografía se ha convertido en la escuela. Y el temario es la violación de las mujeres, presente entre los vídeos más vistos. Yo escucho a mis estudiantes y parece que no pueden hablar bien del amor, son híper críticas, sobre todo con el amor romántico, y luego con el sexo bajan la cabeza y abandonan todo criticismo: si algo me pone, o le pone a alguien, quién soy yo para criticarlo. Hay criticismo por un lado y sumisión por el otro. Aquí hay algo raro. Con el amor explico que el concepto de amor no puede ser entrega sin reciprocidad, pero entendido como apoyo a tu proyecto de vida, casi incondicional, esa idea del amor, me parece maravillosa. Igual que con la amistad –con la que también soy crítica: no sólo el amor es fuente de decepción, también la amistad, no hay que idealizarla–, ocurre que la vida tiene una parte muy dura. y quién no quiere un apoyo y un compromiso. Nos están haciendo tener una imagen errónea de lo que es la vida. Y con el sexo todo es bueno, en todas sus formas. Analizo de forma muy crítica el sexo, porque a las filósofas siempre nos han dicho que el sexo no debe formar parte de la reflexión moral, que eso es ponerse en una postura puritana y conservadora. Es mentira. Vamos a pensar sobre el sexo desde la filosofía moral. Siempre que hay dos personas juntas hay relaciones de poder, vamos a ver de forma crítica el sexo. El sexo es como si fuera la religión de antaño y es precisamente en la sexualidad donde hoy día hay más disparidad entre cómo les gustaría que fuera a las mujeres y a los hombres. Creo sencillamente que en la pornografía y en el proceso de pornificación de la sociedad, los hombres imponen sus valores. Hay un gran desencuentro entre chicos y chicas a partir de la adolescencia. Los chicos se tienen que poner en el lugar de las chicas, los hombres en el lugar de las mujeres. La violación es la aniquilación de ponerse en el lugar de las mujeres. En la sexualidad, tal vez, los hombres están aprendiendo a ponerse en el lugar de su deseo, y no en el de las mujeres.

P: ¿Esa tendencia como se puede revertir desde los centros educativos?

R: Eso lo tenemos que ver entre todas. Vamos a tener que intervenir en debate nosotras, los medios de comunicación y la sociedad, que tiene que pensar de forma crítica. Desde el feminismo humanista, racionalista y crítico vamos a pensar que podemos cambiar la sociedad. Y que seguiremos estudiando a Nietzsche, pero diremos que lo que pensó sobre las mujeres era digno de un hombre lleno de prejuicios.

P: En el libro dice que los niños tienen interiorizada la "importancia masculina" y la "insignificancia femenina" a pesar de los eslóganes de sus camisetas. ¿El feminismo 'mainstream' ha logrado entrar en las escuelas, pero se ha quedado fuera el feminismo que va a la raíz de las desigualdades?

R: Nosotras no podemos cambiar el pasado, el que se prohibiera escribir a las mujeres. No podían escribir porque lo tenían prohibido. Eso no lo podemos cambiar. Pero nadie hace esta observación en los colegios. ¿Qué empoderamiento puede tener una cría que, vale, tiene la camiseta, pero a la que nadie le dice que repare en la ausencia de mujeres? A la que nadie dice: ¿no veis que todos los libros están firmados por hombres? ¿No veis algo raro? ¿No os preguntáis por qué? Si no hay un niño o niña que levante la mano y pregunte por qué sabemos que dios es un hombre… da igual que tengan la camiseta, tienen absolutamente interiorizado que los buenos, los grandes, fueron hombres y que eso es lo normal. En literatura hay que plantearse una visión crítica de, por ejemplo, Don Juan (un día para enamorarlas /otro para conseguirlas / uno para abandonarlas, / dos para sustituirlas / y una hora para olvidarlas). El empoderamiento viene de que toda la sociedad asuma que hay que dialogar con nuestro pasado de forma crítica.

P: Recupera a Aristóteles y su idea de las mujeres como vasijas, algo que vincula a los vientres de alquiler. El Gobierno ha dicho que prevé incluir la gestación subrogada en la reforma de la ley del aborto como una forma de explotación reproductiva. ¿Qué le parece?

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R: Desde que Aristóteles dijo que las mujeres eran como los hornos donde se cocían los hijos del padre, llevamos demasiado tiempo esperando. Es necesaria una ley que se oponga a una barbaridad como que una mujer embarazada de ocho meses se mire y diga: este hijo no es mío. Esa frase no podemos tolerarla. ¿Queremos un mundo así? ¿Qué sociedad somos? Es como la prostitución: un señor yendo a un burdel con una cría treinta años menor. ¿Cómo se tolera esto? Ponte en el lugar de los demás. La filosofía moral te manda esto: ponte en el lugar de la otra persona.

P: También recalca que el feminismo niega que haya formas de ser específicas de niños y niñas, una afirmación que recuerda al debate sobre la autodeterminación de género. Como feminista, ¿cómo asiste a este debate?

R: Asisto posicionándome en contra. El género no es una identidad. No hay identidades femeninas ni masculinas, hay niñas y niños. Quien lo mantenga es de una frivolidad absoluta. Por supuesto, estamos a favor de tener los mismos derechos. Pero el género no es una identidad, así que la autodeterminación es un sinsentido que estoy segura está siendo utilizado para despojar a los jóvenes de todos sus derechos a autodeterminarse en otras esferas, como por ejemplo el trabajo. Esta sociedad les está haciendo identificar la autodeterminación con el género, cuando es poder tener autonomía material y económica para un proyecto de vida. La libertad siempre se tiene que identificar con algún criterio, parece que nuestra sociedad la quiere identificar con libertad sexual y género. Pero la libertad real viene de estar en igualdad de condiciones materiales y económicas, tener un empleo... no se puede ser libre más que desde la autonomía material y económica, es una herencia del marxismo inapelable. Quieren hoy definir la libertad como algo etéreo para no aspirar a la auténtica: tener un proyecto de vida en igualdad con el resto de las personas.

Ana de Miguel (Santander, 1961) quería escribir un libro de ética. Siguiendo la estela de otros pensadores, convino en dirigirse a una interlocutora: su hija. Sin embargo, una vez que la filósofa comenzó a soltar lastre, reparó en que era imposible reflexionar sobre el sentido de la vida desde una neutralidad que tiene más de apariencia que de verdad. Así nació Ética para Celia. Contra la doble verdad (Penguin Random House, 2021). Con el libro, la feminista se dirige a los más jóvenes, con la pretensión de dar sentido a la cadena de desigualdades que sitúa a las mujeres en un plano de sumisión perpetua.

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