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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Un simulador analiza cientos de encuestas para calcular la probabilidad de victoria de cada bloque

Feijóo en un acto de campaña en Gran Canaria.

Las próximas elecciones autonómicas y municipales se juegan en términos de bloques: o gana la izquierda junto con sus aliados territoriales o hace lo propio la derecha. Hay poco espacio para los grises.

La narrativa desde la llegada de Feijóo a la secretaría general del PP hace un año ha sido positiva para los populares. Lideran con estabilidad las encuestas para las próximas elecciones generales sobre un PSOE algo mermado y el espacio a su izquierda debilitado. 

Lo cierto es que a medida que se acercan las elecciones esa narrativa se va desdibujando y las encuestas muestran un panorama electoral más competitivo de lo que cabría esperar a priori.

Para verlo con más nitidez, he analizado cientos de encuestas para 13 comunidades y ciudades autónomas (todas excepto Canarias, por la idiosincrasia de sus sistema electoral) y las 5 capitales más pobladas (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Zaragoza). 

He diseñado un modelo probabilístico basado en encuestas —leer la metodología al final del artículo— que tiene en cuenta sus errores históricos para simular miles de elecciones, que sirve para ver cuál es la fotografía actual y qué probabilidad tienen los bloques izquierda y derecha para sumar mayorías.

La derecha parte como gran favorita en la Comunidad de Madrid, la Región de Murcia y en la ciudad autónoma de Ceuta, y es probable que mantengan la ciudad de Madrid, Melilla —si no hay alteración del proceso electoral— y la alcaldía de Zaragoza. Además, podrían hacerse con La Rioja y Baleares, porque aunque no tengan la mayoría garantizada, parten con una ligera ventaja. La izquierda, en cambio, tiene garantizada la mayoría absoluta en el parlamento en Navarra y parten con más opciones en Asturias, Extremadura o Cantabria.

Entre medias se encuentran las demás: Comunitat Valenciana, Castilla–La Mancha y las alcaldías de la ciudad de Valencia y Sevilla se decidirán con la misma probabilidad de lanzar una moneda al aire. También la alcaldía de Barcelona, donde la izquierda parte como favorita pero no es suficiente para alcanzar la mayoría, que requiere de tripartitos que desconfiguran los ejes ideológicos e identitarios.

Si bien la derecha parte con ventaja en estas elecciones, la gestión de las expectativas es importante a la hora de evaluar éxitos y fracasos. Sirva como ejemplo la Comunidad de Madrid.

Según este modelo, la derecha sumaría la mayoría absoluta el 98% de las ocasiones, consiguiendo aproximadamente 80 escaños de media contra los 55 escaños que podría conseguir la izquierda. Eso sí, contando con la colaboración de todos los partidos que conforman el bloque. Esto es, la mayoría absoluta del Ayuso en solitario está en juego y podría darse en 1 de cada 2 ocasiones, las mismas probabilidades que tiene Podemos de superar el umbral mínimo (5%) y conseguir representación en la asamblea madrileña. Dicha entrada obligaría a Ayuso a buscar apoyos en Vox.

Que Podemos consiga estar en el parlamento autonómico de la Comunitat Valenciana también es una incógnita. El escenario central del promedio de encuestas indica que Podemos superaría el 5% necesario también en la Comunitat, aunque por unas décimas, lo que significa, en términos probabilísticos, que aproximadamente la mitad de las veces podría terminar saliendo de la cámara regional. Es diferencial, ya que la suma de PSOE y Compromís no dista mucho de la suma ligeramente superior de PP y Vox. La división de la izquierda en tres partidos con la formación morada en un limbo donde las encuestas no pueden afinar mejor significa que la derecha podría hacerse con la Comunitat aproximadamente 2 de cada 3 ocasiones, dejando un tercio de las opciones a la reedición del pacto del Botànic.

En Barcelona, el partido más votado según el promedio de encuestas sería el PSC con el 21% de voto, seguido muy cerca de Junts y En Comú en el 20%. Es un escenario muy abierto, donde la izquierda (sin contar con ERC) logra cerca de 20 ediles mientras que los independentistas se alzarían con 4-5 menos, permitiendo a la izquierda revalidar el consistorio en 1 de cada 3 veces. Es decir, hacen falta terceros actores, los grises.

La disputa por la alcaldía de la ciudad de València está todavía más abierta. La derecha algo más de la mitad de las probabilidades de sumar mayoría en el consistorio, por el 40% de la izquierda. De media, después de simular miles de escenarios hipotéticos, el modelo otorga a la derecha 8,7 escaños y 8,3 a la izquierda de entre los 17 escaños que se reparten en el ayuntamiento.

También hay otros territorios disputados, como Castilla–La Mancha o la ciudad de Sevilla, ambos con 50 por ciento de probabilidades para la izquierda y la derecha

La incertidumbre de las últimas encuestas tensa la campaña por la disputa de los indecisos

La incertidumbre de las últimas encuestas tensa la campaña por la disputa de los indecisos

Esta es la imagen que trasladan las encuestas teniendo en cuenta las desviaciones justo antes de entrar en vigor la LOREG, que prohíbe la publicación y difusión de los sondeos en los seis últimos días de la campaña. El escenario central es difuso, con varios territorios y ciudades importantes en juego y a la vista de si se cumplen las expectativas electorales de la derecha, que ha exteriorizado cierto entusiasmo que está por ver si se cumple, porque, que lo haga o no, determinará el escenario electoral a partir de junio hasta las próximas generales.

Metodología

El modelo estadístico se basa, principalmente, en encuestas. Primero, recoge cientos de sondeos, los ajusta y los promedia, extrapola los datos a cada circunscripción electoral y termina añadiendo incertidumbre para simular 10.000 veces las elecciones.

  • Recogida de datos: Se recogen todas las encuestas disponibles para las elecciones autonómicas y municipales de mayo.
  • Ajuste y promedio: Estos sondeos se ajustan para corregir el sesgo de la empresa demoscópica o casa encuestadora. Este sesgo se llama House Effect y se trata ver cuánto sobreestima o infraestima una cada casa encuestadora a un partido político u otro. Una vez que se tienen estos sondeos corregidos, se ponderan según la fecha de trabajo de campo (tienen más peso las encuestas más recientes), el tamaño de muestra (los sondeos con más entrevistas reciben más peso) y la calidad de la empresa demoscópica (se calcula en base a los errores que cometieron en el pasado y se estima los errores que podrían cometer en el futuro).
  • Extrapolación de datos a circunscripciones electorales: La estimación obtenida en el paso anterior, se extrapola a cada circunscripción basándose en los resultados histórico de cada partido en cada territorio. Los coeficientes de extrapolación se calculan proyectando tendencias del rendimiento relativo de un partido en una circunscripción comparado con el global del territorio.
  • Agregar incertidumbre y simular las elecciones: Al ser un modelo probabilístico y no determinístico (no da una foto fija, sino una horquilla con los escenarios más probables) es necesario agregar incertidumbre asociada a estas elecciones. Esta incertidumbre se calcula en base de los errores que se esperan de las encuestas. Se utilizan modelos de regresión para determinar los factores que más influencia tienen en el aumento del error de las encuestas, como el tipo de elección, la desviación típica de los sondeos, el número de encuestas publicadas y muchas otras variables.

Simular las elecciones: Una vez se tengan la estimación voto de y su incertidumbre por provincias, se simulan las elecciones 1.000 veces. Cada simulación significa la celebración de elecciones en una ocasión y arroja los resultados en escaños que conseguiría cada partido en cada iteración. De ahí, se calculan las probabilidades de conseguir mayorías absolutas.

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