Andalucía sigue sin levantarse

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“Andaluces, levantaos”, reclama el himno. Pero lo indudable es que, en múltiples aspectos cruciales, la gran comunidad del sur no se ha levantado, algo que pasará desapercibido en la celebración, este domingo, del Día de Andalucía, 28F, con sus premios, sus actos, su himno y su “orgullo de lo nuestro”.

Pero los números no dan para un exceso de celebración. Ni en PIB per cápita, ni en paro, ni en pobreza, ni en desarrollo económico.

¿Causas? infoLibre las busca en el examen de los datos y puntos de vista de académicos e investigadores. Se detecta un problema, a su vez síntoma y desencadenante de otros, en el fracaso en la escuela. “Con unos niveles [de abandono escolar] que superan el doble de lo que Europa considera favorable, tenemos una rémora cada vez que intentamos modernizar”, afirma el profesor de Economía Marcial Sánchez-Mosquera. El antropólogo González Alcantud pone el énfasis en la falta de conciencia de la situación de dependencia economía, así como en la “ociosidad” y “falta de formación” de las élites. El historiador de la economía Carlos Arenas reclama un “cambio institucional” que permita una toma de decisiones menos sujeta a intereses externos. Todos coinciden en el problema que supone la pérdida de tejido financiero a raíz de la Gran Recesión.

Paro, pobreza, endeblez industrial

Las mismas diez comunidades que estaban en 2000 por debajo del PIB per cápita nacional (15.975 euros) siguen por debajo del dato de 2019 (26.438). La brecha norte-sur no se cierra. Andalucía, siempre en la zona baja, estaba en 2000 en un porcentaje del 74,2% del PIB nacional, en 2008 había mejorado hasta un 76,7%, pero en 2019 cayó de nuevo hasta un 74,4%.

Es la segunda por la cola, sólo por delante de Extremadura. Las décadas de torrencial discurso sobre “modernización” y “progreso” no ocultan este saldo: no ha habido convergencia en PIB per cápita.

Paro, el mal endémico. El desempleo al cierre de 2020 era del 22,7%, sólo mejor que Canarias, y más de 6 puntos por encima del conjunto de España (16,1%). Andalucía vuelve a acercarse a la cifra psicológicamente demoledora del millón desempleados registrados en las oficinas de los servicios públicos: 969.437 al terminar el cuarto trimestre del año pasado. Estos datos no incluyen a los trabajadores que se encuentran en suspensión de empleo o reducción horaria como consecuencia de un ERTE.

La comunidad, que suele perder empleo rápidamente cuando hay crisis y recuperarlo lentamente cuando no la lay, suma ya el 25% del total de parados en las oficinas en España, con menos del 18% de la población. De las 15 ciudades con mayor tasa de paro, diez son andaluzas, incluidas las cinco primeras: Linares, La Línea, Córdoba, Alcalá de Guadaíra y Huelva, según la edición 2020 del proyecto Urban Audit de Eurostat.

El paro está vinculado con la endeblez industrial. Un informe de los consejos generales de ingenieros industriales y economistas señala que Andalucía, con casi un 18% de la población, aporta menos un 9,6% al PIB industrial nacional. Menos que el País Vasco, que tiene cuatro veces menos población. Tres de las 15 áreas metropolitanas con menor peso de la industria son andaluzas, según Urban Audit.

La tasa de riesgo de pobreza está en el 31,3%, con datos del INE, frente al 20,7% nacional. Andalucía ha empeorado desde que empezó la serie en 2008, pasando del 27,3% al 31,3%. Sólo Extremadura está peor (31,5%).

Dicho informe, que pone la lupa a los 413 municipios españoles de más de 20.000 habitantes, sitúa a Andalucía en la cabeza de las listas de pobreza. De los 50 municipios con menor renta media por habitante, 34 son de Andalucía, que tiene los siete más pobres. El que más Níjar (6.755 euros). Tiene nueve de los diez y 13 de los 15 de menor renta. Entre las 15 áreas metropolitanas más pobres hay siete de Andalucía.

El reciente informe Vulneración de derechos: trabajo decente, elaborado por la Fundación Foessa, impulsada por Cáritas, señala que los trabajadores en situación de pobreza relativa en España son el 13,2%, porcentaje que en Andalucía está en el 21,6%. El estudio El estado de la pobreza. 2008-2019, publicado en octubre por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, también incluye a Andalucía en el cuadrante rezagado. No falla.

Todas estas desigualdades tienen a su vez refrendo en la salud. Lo muestran los datos del INE de esperanza de vida. Andalucía es la comunidad con menor esperanza de vida, 82,22, 2,77 años por debajo de Madrid. Volviendo al Urban Audit, 9 de los 15 municipios con menor esperanza de vida al nacer son andaluces. La lista de los cinco primeros la lidera La Línea (79,5 años).

Expectativas incumplidas

Andalucía ha recibido desde 1986 más de 100.000 millones de fondos europeos. Es verdad que el dinero no se ha perdido. Ahí están las infraestructuras y la modernización agrícola, entre otros logros incuestionables. Pero tampoco ha servido para el desarrollo de un modelo productivo que permita a Andalucía no ser tan frágil ante las crisis. Ni para enfilar el camino hacia la media europea en los principales indicadores.

En 2007, en pleno boom de la construcción, Andalucía llegó alcanzar el 79% de la renta media europea. Pero era una conquista artificial, por la espuma de la burbuja y el efecto estadístico de la entrada de los países del Este en la UE. Hubo discursos triunfalistas, algo habitual. Andalucía está acostumbrada a la grandilocuencia. Siempre parece haber un futuro mejor a la vuelta de la esquina. José Rodríguez de la Borbolla, que fue presidente de 1984 a 1990, decía que debía ser “la California del sur”. El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), se presentaba cuando aún era opositor como el “piloto” adecuado para el “Ferrari” andaluz, todo ello antes de prometer 600.000 empleos. ¿Cómo los crearía? Nunca estuvo claro.

Cuando explotó el ladrillo, Andalucía volvió a bajar al 66% de la renta media europea. Y por ahí sigue. Tras seis años en el grupo de las llamadas regiones en transición, aquellas cuya riqueza por habitante están por encima del 75% volvió a caer al grupo de regiones en desarrollo.

Y ahora llega la crisis del covid-19. Todavía no está cuantificado cómo va a impactar en Andalucía el golpe al turismo, actividad que iba camino del 14% del PIB regional. El retroceso de la producción industrial en 2020 ha sido del 11,9%, 2,8 puntos por encima de la media nacional. Inquietud extra ha provocado el trauma suscitado en el sector aeronáutico, emblema industrial en Sevilla y Cádiz, arrastrado por el batacazo de Airbus.

Educación y demanda

Marcial Sánchez Mosquera, profesor de Economía de la Universidad de Sevilla y coordinador de un proyecto de investigación sobre competitividad en colaboración con CCOO Sevilla, tiene una visión de conjunto de las flaquezas existentes ya antes del covid-19. Así se expone en el estudio elaborado para este proyecto: “El sector industrial andaluz ha sufrido un progresivo declive [...] por el duro proceso de reconversión durante la década de 1980. La caída de la producción industrial andaluza fue más profunda que la española”.

La fragilidad industrial hace que el mercado de trabajo sea más precario que en el resto de España, señala el informe, que pone énfasis en el reto de la digitalización. Camarero, albañil, vendedor de comercio minorista, peón de industrias manufactureras, peón agrícola, profesional de actividades recreativas y culturales, teleoperador y cuidador a domicilio son las profesiones dominantes.

“Estamos en el cuadrante malo, con escasa participación de la industria, muchas empresas pequeñas, falta de empresas medianas...”, explica Sánchez-Mosquera. “Los problemas son endémicos”, añade. A su juicio, suele obviarse un problema de base: el abandono escolar temprano, cuya tasa está en un 21,6%, frente al 17,3% de España. La tasa bruta de finalización de la Secundaria en País Vasco es del 81,7%, en España del 72,8% y en Andalucía del 69,3%. El informe PISA tampoco deja buena noticias. Andalucía es la penúltima comunidad, sólo mejor Canarias –y que Ceuta y Melilla–.

“Con unos niveles [de abandono escolar] que superan el doble de lo que Europa considera favorable, tenemos una rémora cada vez que intentamos modernizar. Es lo que pasó en la época de los gobiernos socialistas en Andalucía: modernizamos una maquinaria estropeada”, explica. La educación, a la que tanta atención presta Sánchez-Mosquera, está relacionada con un círculo vicioso que lleva a la escasez de demanda de empleo de alta calidad, y a su vez al subempleo o la salida de Andalucía de los perfiles más formados.

Resultado, según el investigador: “El tejido productivo, en los sectores más dinámicos, es muy reducido”.

Dependencia económica

José Antonio González Alcantud, catedrático de Antropología Social, cree que existe un problema de diagnóstico. Andalucía no ha interiorizado, a su juicio, los porqués de sus problemas. “No tenemos una teoría sólida sobre nuestra dependencia económica. Blas Infante lo intentó, con la reforma agraria, pero sigue pendiente”, explica. El problema de base, a su juicio, es que los réditos de la producción han ido a parar mayoritariamente fuera. “Hace falta un cambio cultural, que necesita un diagnóstico. Tenemos, hemos tenido siempre, una clase alta ociosa. Las clases proletarias se ven subordinadas a unas élites sin formación. Andalucía es una tierra ubérrima, tendría que producir ese milagro andaluz. Pero para eso hace falta que los réditos económicos repercutan en Andalucía”, señala González Alcantud, que se detiene en un detalle importante: a diferencia del sur de Italia, no puede decirse que las fondos para inversiones no se hayan utilizado.

El desarrollo de infraestructuras en Andalucía –exceptuando casos de grave déficit ferroviario en Jaén y Granada– es significativo. Y a pesar de eso, ha seguido “replegada en sí misma”, añade. “El AVE fue un AVE más Sevilla-Madrid que Madrid-Sevilla”, añade González Alcantud, que observa además un problema de base del diseño autonómico. “A Andalucía le pasa como a España, que es una red de ciudades de tipo medio. Imponer una capitalidad en Sevilla ha causado muchos duelos y quebrantos. Se podría haber optado, como Galicia con Santiago o Extremadura con Mérida, por una capitalidad política en Antequera. Eso hubiera suscitado más unanimidad, más cercanía”.

En ese diagnóstico que pide González Alcantud se esfuerzan investigadores como Manuel Delgado, catedrático de Economía Aplicada, investigador sobre la “dominación” ejercida sobre las economías del sur. Colaborador del grupo Andalucía Post-Covid, que reclama una transformación de las bases económicas, Delgado sitúa las desigualdades territoriales españolas que castigan a Andalucía en un esquema mundial que arranca en 1492. Así lo explica [ver aquí]: “La separación norte-sur es antigua. A los territorios conquistados del sur se les ha asignado el papel de abastecedores de materias primas”. “Madrid, Cataluña y el País Vasco han venido funcionando como centros tradicionales de la economía española, grandes atractores de población, capitales y recursos”, señala Delgado en un informe del Observatorio de Desigualdad de Andalucía. Entre estas tres comunidades, con el 9,3% del territorio, acaparan el 42,6% del valor añadido. En el lado opuesto estarían Murcia, Galicia, Castilla La Mancha, Castilla León y Andalucía, donde tiene lugar el 67,9% de la extracción de recursos. Estos territorios aportan sólo el 30,1% del valor añadido.

Otro destacado contribuyente a la exploración del atraso meridional es el historiador Carlos Arenas, autor del ensayo Poder, economía y sociedad en el sur. Historia e instituciones del capitalismo andaluz (Centro de Estudios Andaluces, 2016), convencido de que no es posible un salto de la economía andaluza sin una redefinición de su posición en el mapa de reparto español y europeo de la inversión y la producción. Arenas, que ahora prepara un nuevo libro sobre historia de Andalucía, se ha dedicado a la caracterización de un capitalismo andaluz de carácter extractivo y clientelar, una tradición económica de origen medieval basada en la ociosidad del capital, el rentismo y el oportunismo. Un posible hito de desarrollo fue la reforma agraria, desaparecida de los planes del PSOE para Andalucía a principios de los 80, y sustituida por el PER.

Las zonas pobres se quedan aún más atrás

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“Andalucía necesita un cambio institucional. No sólo de Gobierno, que también, sino de superación de la condición de economía colonizada. Dicho de forma tajante, tenemos un modelo de capitalismo que desoye a la inmensa mayoría de la población. Históricamente ha estado en manos de muy poca gente. Eso ha creado un clima fatalista, que yo llamo la dictadura de la necesidad, que lleva a la mayoría a aceptar lo que haya, a costa de lo que sea”, señala Arenas, que teme el momento en que descienda el caudal de ayudas y Andalucía se quede a solas con su deteriorado sistema productivo.

Arenas afirma que la industria andaluza ha sido siempre lo que llama “el saloncito para las visitas”: una habitación bien ordenada, para presumir ante la visitas, a las que no se deja acceder a las oscuras estancias interiores. “Nuestros enclaves, la petroquímica de Huelva, la siderúrgica del Campo de Gibraltar, la aeronáutica de Cádiz y Sevilla, están ahí, pero no crean externacionalización alrededor, eso que se llama un cluster. No hay un tejido empresarial en evolución, porque no hay una apuesta política fuerte. Pasa como ocurría en el siglo XIX, con la industria de los Heredia o los Larios, que eran islotes”, explica Arenas, para quien la apuesta por la revitalización de la minería ofrece un problema: “Tiene un recorrido corto. La minería se acaba”.

Todos los consultados coinciden en un problema de base: la estrechez del tejido financiero andaluz. Al inicio de la Gran Recesión, Andalucía soñaba con la creación de una “caja única”, ambicioso proyecto de Manuel Chaves. No salió. Entre los motivos estuvieron los celos entre Sevilla (Cajasol) y Málaga (Unicaja). Finalmente, de la “caja única” se pasó a la “única caja”, Unicaja, con sede en Málaga, que escapó al festín de absorciones. Ahora Unicaja prevé fusionarse con Liberbank. “La forma de transferencia de rentas de Andalucía a otras partes de España se ha producido siempre a través de la banca. Además, ha habido falta de voluntad política. El Gobierno de PSOE e IU [2012-2015] se rompe cuando tocaba crear una banca andaluza pública”, afirma Arenas. “Si el ahorro se va a entidades con escaso compromiso con el territorio, pues estamos financiando indirectamente proyectos fuera”, añade Sánchez-Mosquera.

“Andaluces, levantaos”, reclama el himno. Pero lo indudable es que, en múltiples aspectos cruciales, la gran comunidad del sur no se ha levantado, algo que pasará desapercibido en la celebración, este domingo, del Día de Andalucía, 28F, con sus premios, sus actos, su himno y su “orgullo de lo nuestro”.

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