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Aragonès refuerza su círculo para agotar la legislatura con la mirada puesta en las negociaciones con Moncloa

Pere Aragonès no piensa tirar la toalla. Tiene entre ceja y ceja cumplir un hito que hace casi quince años no logra ningún president de la Generalitat: agotar la legislatura. Sabe que no será tarea fácil y que los “retos” se le amontonan. De gestionar la peor sequía de la historia, a impulsar el catalán, culminar el traspaso de Rodalies (Cercanías) y acordar el sistema de financiación. Pero, ante todo, resolver la cuestión catalana, con la aplicación de la amnistía y el referéndum en el horizonte. Una misión para la cual ha decidido reajustar su equipo, reforzando el núcleo duro con la mirada puesta en las negociaciones que se prevén con Moncloa.

Los cambios son escasos, pero de fuerte carga simbólica. La hasta ahora consellera de la Presidencia, Laura Vilagrà, asciende a vicepresidenta, un cargo que llevaba huérfano desde que Junts abandonó el Govern. Y el que era jefe de gabinete de Aragonès, Sergi Sabrià, pasa a ocupar la nueva viceconsellería de Estrategia y Comunicación. Dos modificaciones que, lejos de suponer una reestructuración del ejecutivo catalán, dotan al equipo de Aragonès de un perfil aún más político, en un contexto en el que será crucial la interlocución con el Gobierno de Pedro Sánchez, cuya estabilidad está condicionada en buena parte por el partido de Carles Puigdemont.

En su comparecencia, Aragonès ha asegurado que no se trata de una “cuestión cosmética”, pero lo cierto es que los cambios son claramente menores: no hay ceses, ni intercambio de carteras, tampoco entran ni salen altos cargos y el único puesto nuevo es el de Sabrià. Más allá, todo continúa esencialmente igual, especialmente la gestión del ejecutivo, que busca —eso sí— una bocanada de aire fresco para encarar la recta final de la legislatura.

Y es que el anuncio llega a un año de que se celebren las próximas elecciones catalanas y se produce tan sólo dos días después de que Aragonès haya sido postulado por ERC como candidato a la reelección, lo que había suscitado incertidumbre sobre un posible adelanto electoral. Sin embargo, el president ha sido diáfano con sus intenciones: “Los que desean sembrar dudas, por puro beneficio electoral particular, que abandonen toda esperanza, porque este Govern culminará la legislatura”. El mensaje es claro. Aragonès se prepara para transitar el año más complicado de su mandato, tratando de sacar rédito a su gestión y rearmándose para ello con dos perfiles de su máxima confianza y dilatada trayectoria en el partido.

Una vicepresidenta de facto

La nueva vicepresidenta del Govern será la encargada de pilotar las negociaciones con el Estado, una tarea de la que ya se estaba encargando pero que ejercerá ahora desde un rango superior. Laura Vilagrà tendrá así más empaque y fuerza para abordar cualquier carpeta con el Gobierno con la previsión de que en los próximos meses se intensifiquen los contactos entre Moncloa y la Generalitat. 

De hecho, Vilagrà lleva siendo un pilar en el Govern de Aragonès desde que concurrió como número dos de ERC en los comicios del 14F, aupada y auspiciada por el presidente de la formación, Oriol Junqueras. Vilagrà era entonces una desconocida para la mayoría de catalanes, pero en el partido conocían bien su nombre. 

Alcaldesa de Santpedor (Barcelona) con tan solo 27 años, en los últimos tres ha sido protagonista de la mayoría de carpetas decisivas de la legislatura y ha ejercido, de facto, como número dos del president desde la consellería de la Presidencia, la cartera con más peso en la estructura del ejecutivo. Ha sido la principal interlocutora con el ministro Félix Bolaños y capitanea las relaciones con el Gobierno. Lo ha admitido el propio Aragonès al comunicar su ascenso: “En todos los aspectos fundamentales que ha llevado a cabo el Govern desde el inicio de mi presidencia, ha jugado un rol político de primer orden, un papel protagonista”.

Si bien el ascenso de Vilagrà supone fortalecer “el rol paraguas” que ha tenido en todas las negociaciones con el Estado, tampoco cabe olvidar que su desempeño fue duramente criticado la pasada primavera tras el caos en las oposiciones a funcionarios o a raíz del fracaso de la candidatura de los Juegos Olímpicos de Invierno

Un peso pesado, de vuelta a primera línea

El otro ajuste del Govern pasa por aupar a primera línea a uno de los pesos pesados de ERC, destacado dirigente y artífice de tantas estrategias del partido, que a partir de este martes será el nuevo viceconseller de Estrategia y Comunicación, un nuevo puesto poco habitual, con rango de comisionado, que ya ha existido en mandatos anteriores. A efectos prácticos, su nueva categoría le permite participar en las reuniones del Consejo Ejecutivo a petición de Aragonès, además de gestionar los proyectos estratégicos de la Generalitat.

Sabrià es una de las caras más conocidas de los republicanos, si bien en los últimos tiempos se ha movido entre bastidores, controlando la sala de máquinas de Palau desde el gabinete del president. Con una decena de cargos públicos y orgánicos a su espalda, entre los cuales la presidencia del grupo parlamentario de ERC entre 2018 y 2021, Sabrià es uno de los hombres fuertes del partido, cuyo liderazgo afianzó durante los años del ‘procés’, con Junqueras en prisión y Marta Rovira en Ginebra. Tras las últimas elecciones, fue uno de los artífices del acuerdo de coalición con Junts, con quien ha protagonizado sonoros choques.

Siguiente parada: los presupuestos 

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Reajustes al margen, si Aragonès ha salido este martes al paso también ha sido para disipar cualquier posibilidad de duda respecto a las próximas elecciones catalanas. Eso sí, para llegar al final de la legislatura con cierta estabilidad y margen primero deberá superar el siguiente examen: los Presupuestos. Si el año pasado tuvo que sudar los apoyos de PSC y de los comunes para poder dar luz verde a las cuentas —lo que no ocurrió hasta bien entrado marzo—, nada para indicar que esta vez el escenario cambie. 

Es más, el Govern, en clara minoría, se había propuesto tener las cuentas más o menos atadas a estas alturas pero, de momento, lejos de socios, sólo cuenta con los reproches de la oposición. Las conversaciones se han intensificado con el PSC, pero tanto socialistas como comunes, las formaciones que facilitaron la aprobación de los presupuestos catalanes en 2023, tienen el foco puesto en los incumplimientos. En Esquerra confían en que la coyuntura estatal sirva de aliciente, ya que el PSOE también necesita sus votos para sacar adelante los Presupuestos del Estado, aunque Salvador Illa ha descartado un “cambio de cromos”. 

Y para más presión, el escenario del Ayuntamiento de Barcelona, donde el socialista Jaume Collboni aún no tiene cerrado ningún acuerdo, pese a que en los últimos días ERC debate con intensidad si recoger el guante y entrar en un ejecutivo tripartito que los comunes hace tiempo pregonan.

Pere Aragonès no piensa tirar la toalla. Tiene entre ceja y ceja cumplir un hito que hace casi quince años no logra ningún president de la Generalitat: agotar la legislatura. Sabe que no será tarea fácil y que los “retos” se le amontonan. De gestionar la peor sequía de la historia, a impulsar el catalán, culminar el traspaso de Rodalies (Cercanías) y acordar el sistema de financiación. Pero, ante todo, resolver la cuestión catalana, con la aplicación de la amnistía y el referéndum en el horizonte. Una misión para la cual ha decidido reajustar su equipo, reforzando el núcleo duro con la mirada puesta en las negociaciones que se prevén con Moncloa.

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