La avería del ascensor social amplía un 30% la brecha de pobreza por origen familiar

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Preguntar "¿qué estudiaron tus padres?" es, en buena medida, preguntar "¿qué será de de tu vida?". No al 100%, claro. No hay ningún destino escrito, ni determinado, por quiénes son tu padre y tu madre. Pero sí condicionado. Y mucho. En España, cada vez más.

Los datos de Eurostat sobre riesgo de pobreza según el nivel educativo de los padres, analizados por infoLibre, constituyen un bofetón al ideal meritocrático y una constatación de la avería del ascensor social. En el periodo 2011-2019, esta tasa sube para los hijos de padres con estudios básicos y medios, mientras baja para los hijos de padres con estudios superiores. La brecha pasa de 8,5 a 11 puntos. España es el país de los 35 estudiados con mayor riesgo de pobreza entre los hijos de padres con estudios medios.

"En vez de a la convergencia, vamos a un aumento de las diferencias", dice el sociólogo Daniel Sorando, que apunta a la creciente importancia del origen familiar en la trayectoria vital, en paralelo al deterioro de los servicios públicos. Pedro Salas-Rojo, coautor de un reciente artículo sobre la materia, describe un círculo vicioso de desigualdad heredada por el canal educativo. Los investigadores consultados coinciden en que la pandemia agrava el problema. "Puede ocurrir que ese triángulo que forman riqueza, educación y empleo sea cada vez más un privilegio de menos personas", afirma el economista Julen Bollain.

La pobreza según los estudios de los padres

Eurostat, la Oficina Europea de Estadística, ha actualizado con datos de 2019 la tasa de riesgo de pobreza de los adultos de 25 a 59 años según el nivel de estudios de sus padres. Este enfoque permite responder a preguntas sobre el grado de importancia que tiene lo que fueron los padres en lo que consiguen los hijos. Obviamente, la importancia nunca será cero. También obviamente, cuanta menor diferencia haya entre lo que logran los hijos de padres con estudios básicos y superiores, más igualitaria será una sociedad.

La anterior publicación de Eurostat era de 2011. Es decir, con la actualización queda una panorámica de conjunto de la década posterior a la Gran Recesión [ver aquí la base de datos]. ¿Y qué se observa?

– Nivel básico. La tasa de riesgo de pobreza ha subido en España del 20,1% al 22,4% entre los hijos de padres con educación inferior a Primaria, Primaria o Secundaria inferior. De los 35 países analizados –la UE-27 más Reino Unido, Suiza, Noruega, Islandia, Montenegro, Serbia, Macedonia del Norte y Albania–, España es el undécimo peor. En la UE, sólo arrojan un peor dato Bulgaria (33,7%), Letonia (28,5%), Lituania (23,8%), Italia y Polonia (22,7% en ambos casos). El riesgo de pobreza en adultos con padres con menores estudios se sitúa 2,1 puntos por encima que el conjunto de la UE-27 y lejos de Chequia (9,3, el mejor resultado). El dato de Francia es 14,4% y el de Alemania 15,6%.

– Nivel medio. La tasa de riesgo de pobreza en adultos de 25 a 59 años con padres con Secundaria superior y Postsecundaria no universitaria también sube en España en 2019 con respecto a 2011, en este caso del 15,8% al 17,1%. En este apartado España va especialmente mal. Su dato (17,1%) convierte al país en el peor de los 35. En 2011 era el cuarto peor. El siguiente país de la UE en la lista de 2019 es Letonia (14,9%). España está 5,1 puntos por encima del conjunto de la UE (12). Hay un abismo con respecto a países como Chequia (5,3%, el mejor dato). España también está por debajo de Francia (9,1%), Alemania (11,7%) e Italia (12,8%).

– Nivel superior. La dinámica de incremento del riesgo de pobreza en España se interrumpe cuando los padres tienen estudios superiores. Eurostat, que en cuanto al riesgo de pobreza se basa en la reconocida internacionalmente tasa Arope, utiliza para ordenar los tipos de educación la clasificación de la Unesco de 2011. El escalón más bajo –en el que la tasa de pobreza en España sube del 20,1% al 22,4%– incluye Infantil, Primaria e inicio de Secundaria–. El escalón intermedio –en el que España ha pasado del 15,8% al 17,1%– incluye Secundaria Superior y lo que se conoce como "Postsecundaria no Terciaria", por ejemplo la Formación Profesional superior. El tercer escalón educativo, el más alto, agrupa la conocida como "Educación Terciaria", que engloba licenciaturas/grados, másteres y doctorados. En este tercer nivel el riesgo de pobreza baja entre 2011 y 2019 del 11,6% al 11,4%. No es una baja drástica, pero es una bajada. Mientras sube para los hijos de padres con estudios bajos y medios, el riesgo de pobreza –que ya era menor, claro– baja para los hijos de padres con estudios altos. Esta mejora no saca a España del furgón de cola europeo, al ofrecer el quinto peor dato de los 35 países, y el cuarto peor de la UE-27. Queda a 2,8 puntos del 8,6% del conjunto UE.

De modo que así queda la fotografía. En cuanto a la comparación con la UE-27, España sale mal parada. Es el sexto país en el que hay mayor riesgo de pobreza entre los adultos cuyos padres tienen estudios de nivel básico, el primero entre los que tienen padres con estudios intermedios y el cuarto entre los que tienen padres con estudios superiores.

Eso en cuanto a la comparación con la UE. Si comparamos la España de 2011 con la de 2019, sobresale un hecho: el único grupo en el que baja el riesgo de pobreza es el de los adultos cuyos padres tienen estudios superiores. No ocurre sólo que el riesgo de pobreza sea mayor cuantos menos estudios tienen los padres, lo cual puede considerarse lógico. Es que la diferencia aumenta. Hace diez años, la distancia era entre el 20,1 y el 11,6 (8,5 puntos). Ahora, entre el 22,4 y el 11,4 (11 puntos). Ha crecido 2,5 puntos, casi un 30%.

La avería del ascensor social

Pedro Salas-Rojo, investigador especializado en desigualdad de la Universidad Complutense, cree que los datos son una demostración de la avería del llamado "ascensor social". "No sólo hay que mirar a las consecuencias de la crisis de 2008, que por supuesto también, sino al conjunto del funcionamiento de la democracia", señala Salas-Rojo, que explica que en España, tras una década de los 80 de importante movilidad social ascendente, el mecanismo empezó a "desengrasarse" en los años 90 y no ha vuelto a carburar. En la franja de edad estudiada, entre 25 y 59 años, recalca Salas-Rojo, abundan ya los perjudicados por esa disfunción de los mecanismos de ascenso, lo cual desvirtúa el discurso meritocrático según el cual cada uno llega hasta donde lo lleva su esfuerzo. No es lo que indican los datos. Lo que dicen es que los estudios de tus padres influyen significativamente. Y no sólo influyen, es que influyen cada vez más a la hora de librarse de la pobreza.

El sociólogo Daniel Sorando, profesor en la Universidad de Zaragoza, también cree que los resultados de Eurostat ofrecen síntomas preocupantes sobre el funcionamiento del Estado del bienestar. "Los resultados de una trayectoria dependen cada vez más de los recursos de los padres. Tras los novedosos procesos de movilidad social ascendente de los 80 y parte de los 90, cuando hubo una mayor permeabilidad social, ahora vemos que, en vez de hacia la convergencia, vamos hacia un aumento de las diferencias", señala Sorando. Y añade: "Parte de los mecanismos de acceso a recursos públicos que estaban desmercantlizados, en áreas como sanidad y educación, se están deteriorando, lo cual hace cada vez más relevantes los recursos del hogar".

El análisis de Sorando, autor de First we take Manhattan. La destrucción creativa de las ciudades, incorpora una crítica a lo que llama "modelo familista" de Estado del bienestar, caracterizado por una responsabilización de las familias de las condiciones de vida de sus miembros, con el consiguiente efecto de reproducción de la desigualdad e incremento de la importancia de la riqueza, los estudios y las relaciones de los padres. "Si miras los datos de Eurostat sobre riesgo de pobreza de adultos con padres con estudios primarios, verás que los sospechosos habituales vuelven a aparecer entre las peores posiciones", afirma. Con "sospechosos habituales", Sorando se refiere a España, Italia, Grecia y Portugal, con peores resultados que el conjunto de la UE-27.

El peso de la educación

Salas-Rojo añade otro elemento a su análisis: "Las consecuencias de la crisis de 2008 muestran que la movilidad social se ve especialmente afectada en situaciones en que la pobreza se mantiene durante mucho tiempo. Y eso es lo que viene pasando en el mercado laboral español desde hace 15 años". El resultado son unos datos de pobreza y privación ya incontestables, agravados por la pandemia pero que venían de antes. Un dato: cuando llegó el virus 600.000 personas aún no habían recuperado los mínimos de calidad de vida anteriores a la Gran Recesión, según el informe El Estado de la pobreza. Seguimiento del indicador de pobreza y exclusión social en España, de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social. ¿Y quién sufre más la pobreza de larga duración? "La población con más baja cualificación, que a su vez suele provenir de familias con menor nivel de estudios", responde Salas-Rojo.

Sabe de lo que habla. Salas-Rojo es uno de los autores del artículo Desigualdad de oportunidades. Nuevas visiones a partir de nuevos datos, que desvela que el factor más relevante en la desigualdad de oportunidades es el nivel de educación de los padres (28,01%), por delante del tamaño de la familia durante la infancia (26,8%), el tipo de escuela (14,5%), la ocupación del padre (12,4%) y el entorno cultural (9,2%). En la misma dirección que este estudio apuntan ahora los datos de Eurostat.

Un círculo vicioso

"La educación de los padres es el principal canal de transmisión de la desigualdad. Una baja educación se traslada a empleos con baja cualificación, que a su vez llevan a bajos salarios e inseguridad económica, en una situación que se reproduce", añade Salas-Rojo, crítico con los elevados índices de repetición escolar en España, que suponen un castigo añadido para las familias de renta más baja.

El propio funcionamiento del Estado del bienestar agrava este círculo vicioso, explica el economista Julen Bollain, profesor e investigador de la Universidad de Mondragón. Autor de Renta básica: una herramienta de futuro, Bollain ha estudiado con detalle los fallos de los mecanismos de compensación de la desigualdad de origen y de redistribución de la riqueza en España, cuyo modelo social posterga a los más pobres. Bollain señala que la educación es uno de los campos en los que se expresa este desequilibrio en el esfuerzo del Estado. ¿Cómo?

Así lo explica: "El Estado invierte en nosotros cuando accedemos a la educación. Sin embargo, esa inversión recae más en unas manos que en otras. Los estudiantes que han cursado hasta los 16 años sólo han completado diez años, habiendo invertido el Estado en ellos entre 65.000 y 70.000 euros. Sin embargo, en quienes han tenido la oportunidad de completar estudios superiores de larga duración, hasta los 25 años aproximadamente, el Estado invierte entre 200.000 y 300.000. ¿Y quién deja habitualmente de estudiar a los 16 años? La persona cuya familia necesita de su ayuda para poder ingresar recursos mensualmente. ¿Y quién puede seguir formándose, haciendo una carrera, máster o doctorado? Pues la persona que puede permitírselo porque tiene un colchón financiero en casa". Es decir, analiza Bollain, el Estado refuerza la desigualdad de partida.

Perspectivas pandémicas

Los tres investigadores consultados coinciden en que la pandemia puede provocar un agravamiento de la brecha que muestran los datos de Eurostat. "La pandemia ha subrayado la desigualdad en todos los campos. En cuanto a igualdad, en absoluto nos ha hecho mejores", señala Daniel Sorando. En la misma dirección apunta Salas-Rojo, que se refiere a los numerosos informes que alertan de un empeoramiento de la brecha educativa por el covid-19.

Bollain añade una advertencia: "Todos los informes prevén una importante destrucción de puestos de trabajo en el futuro. Si va a haber menos empleo, se va a demandar una superespecialización que, de nuevo, no podrán permitirse las personas con menos recursos. Puede ocurrir que ese triángulo que forman riqueza, educación y empleo sea cada vez más un privilegio de menos personas".

Preguntar "¿qué estudiaron tus padres?" es, en buena medida, preguntar "¿qué será de de tu vida?". No al 100%, claro. No hay ningún destino escrito, ni determinado, por quiénes son tu padre y tu madre. Pero sí condicionado. Y mucho. En España, cada vez más.

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